México en la encrucijada

Quedan dos largas semanas para las elecciones del 7 de junio y el mapa político mexicano está tan confuso, que cualquier cosa podría pasar.

Diputados federales y regionales, alcaldes y concejales y nueve gobernadores están llamados a ser elegidos en un país donde la distancia hacia la clase política es clara y manifiesta y sugiere una alta abstención.

Hay demasiados intereses en juego en estos comicios, donde la convulsionada clase política busca un refrendo para sus muy cuestionadas decisiones y alianzas sobre las que la opinión pública tiene una enorme desconfianza. El gobierno y los partidos de la oposición están por primera vez ante un fenómeno nuevo en la política mexicana, como lo es la aparición de candidatos independientes, algunos, sin aparato partidista que podría ganar las elecciones en un feudo del todo poderoso PRI. España es el más reciente ejemplo de que esto es posible.

El gobierno necesita imperiosamente ganar en el Congreso para tener la cuota de poder que le permita gobernar desde el punto de vista legislativo y así conseguir las reformas pendientes. El resultado que espera la coalición se podría acercar a casi la mitad de los diputados y vendría acompañado de la inestimable ayuda del polémico y siempre rebelde Partido Verde, que sin gran carga ideológica, le ha dado estos años el apoyo necesario para la gobernanza.

El resto de los partidos, están tratando de encontrar el camino que les devuelva la identidad perdida, el PAN que depende mucho de estos resultados para decidir si debe abrir las ventanas y dejar entrar otros dirigentes que empujan y reclaman otras maneras de gobernar y un mayor alejamiento del PRI. La izquierda siempre al acecho y a las puertas de todo, esta vez más dividida por la escisión de Morena, al parecer podría recoger buenos réditos de su alejamiento progresivo del PRD.

Lo que se juega a nivel local es más difícil de definir por las mismas características de las circunscripciones. Parece que de las nueve gobernaciones el Partido en el gobierno, el PRI, podría obtener no menos de cuatro y no más de seis, sin embargo hay tres contiendas realmente reñidas, que les podrían contradecir las previsiones.

Pero lo que realmente espera la gente, es que se termine este “bronco” proceso electoral y que el gobierno defina cuales son las líneas de la política a seguir. Este gobierno está anticipadamente acabado, lleno de procesos de corrupción y con una mala gestión manifiesta; y tiene que decidir si quiere dejar algún legado o no. Debe ponerse a trabajar de inmediato porque que quedan tres años por delante donde el último es casi de paseo.

La sociedad demanda un cambio en la composición del gabinete y parece que una solución a la chilena podría venir como anillo al dedo. Casos de corrupción, mala política en el desarrollo de las infraestructuras, algunos errores en la política económica y una permanente mala comunicación desde Los Pinos hacen que la confianza en el Presidente esté siempre en entredicho.

México no puede desperdiciar esta oportunidad histórica de mejorar sus desigualdades y acercar la política (con mayúsculas) a una población que casi en el 90% desconfía de la clase dirigente y creen que el juego político es corrupto y perverso para los intereses generales. Quizás estas elecciones sirvan para poder dar herramientas y también lecciones a los partidos y poder retomar la senda de desarrollo para no perder este sexenio, que tan mal ha comenzado.