Los recientes acontecimientos ocurridos en México, hacen que muchas personas a quienes no les importaba el devenir de la política mexicana empiecen a preocuparse por la enfermedad que aqueja al país azteca, y ya se preguntan si el país vuelve a estar al borde del KO. Columna de Jaime Polanco, empresario, presidente de ConfidencialColombia.
Estas semanas trágicas en lo humano, en las que todavía no hay explicación para la conjura de Iguala, episodio en el quizás el gobierno pecó de bisoño y pensó que el caso sería un mal de cabeza que se curaba con remedio casero, se han revuelto tanto los asuntos que salta a la vista una lista de problemas de fondo que justifican la angustia por México.
México es un país, en el que la creciente ola de violencia empieza a ocupar demasiados espacios no sólo en los obituarios de los medios de comunicación , si no en las mesas de las redacciones de medio mundo donde se preguntan si México de seguir así podría ser un Estado ingobernable.
Donde los grupos armados han tomado el estado de derecho y campan sus respetos por centenares de ciudades y pueblos imponiendo su ley de violencia como justa y necesaria.
Donde la ciudadanía asiste atónita a la falta de respuesta de los cuerpos de seguridad del estado, con una gendarmería todavía risueña y con un número de efectivos insuficientes, sin abordar el resto de necesidades sin las cuales es difícil que el estado venza esta guerra contra el narcotráfico.
Donde la marcha atrás de una fenomenal licitación de un proyecto ferroviario pone en duda la transparencia del sistema de contratación mexicano , y todavía nadie ha pedido la renuncia del Secretario de Transporte del gobierno federal, ya que él mismo ni ha pensado en hacerlo.
Donde todos se frotan las manos pensando en tal o cual negocio con la estatal Pemex bajo las nuevas directrices regulatorias, sin pensar en los más de 12 mil millones de dólares que pierde en lo que llevamos de año.
Los esfuerzos de la Mesa de la Unidad Nacional por legislar normativas que hagan al país avanzar en terrenos como la energía, las telecomunicaciones o la educación, no se notan en la popularidad del gobierno de Peña Nieto. Reconociendo su esfuerzo personal y el liderazgo que ha definido en este primer periodo de legislatura, parece que ya muchas voces indican que el gobierno y su entorno tendría que tener un poco mas de “seniority”.
Las autoridades multilaterales están avisando de la delicada situación económica y sus debilidades para poder cumplir con el objetivo del 5% que anda buscando el gobierno del PRI. De momento con una caída del petróleo de más del 25% las mejores previsiones de dichos organismos es crecer un 2.4% en el 2014 lejos de las tasas que quería el gobierno para acompañar la política de reformas que prometió.
La excesiva deuda de las finanzas de Alcaldías y gobernaciones, la desconfianza del sistema financiero en las empresas del ladrillo, la lentitud en poner las reformas en funcionamiento, la casi nula financiación a las iniciativas de pequeñas y medianas empresas, hacen que la economía todavía muy dependiente del vecino del norte quien recibe cerca del 80% del mercado exportador , sea predecible, débil y lenta.
México está buscando un protagonismo más importante en el contexto internacional, de ahí la necesaria visita de su Presidente a la reunión de los países del área asía pacífico.
Eso no exculpa la falta de gestión de la administración pública que parece estar pensando más en como beneficiar a unos pocos en detrimento de una población que ansiaba terminar con dos sexenios sin ninguna sustancia política.
Población que necesita ser liderada por políticos con altas miras y no con cortoplacismos partidistas. Población que necesita sentir que su país tiene futuro, donde sus negocios, trabajos y familiares encuentren un lugar donde desarrollar sus ilusiones y esperanzas y donde la violencia nunca más alcance a los niveles de crueldad y barbarie que hacen parte de la cotidianidad, y que solo hasta esta masacre de los estudiantes, parece convertirse en mucho más que un dolor de cabeza.