Frente a la agitación de Instagram, que obliga a capturar el momento y compartirlo antes que vivirlo con los cinco sentidos, una nueva generación de cámaras de aspecto vintage propone el regreso a la fotografía de antes, estética y filosóficamente.
Alrededor de ella surgen diferentes máquinas de líneas retro que enmarcan una fotografía lo más análoga posible.
El profesor de cultura virtual Douglas Rushkoff identifica, en su último libro ‘Present Shock’, la obsesiva dependencia de las redes sociales y de la tecnología móvil, que parece condenar esa captura del momento a la única opción de ponerlo en comunidad, en vez de, sencillamente, vivirlo. Y es que, como turistas japoneses, cualquiera se agita ante la realidad para atraparla en nuestros móviles instantáneamente, muchas veces sin ser paladeada apenas y capturada solo por el hecho de atraer ‘likes’.
Así parece ser la urgencia de unos tiempos en los que cualquier indocumentado llena sus recuerdos de spam visual con una cámara digital, mientras la lentitud de la fotografía analógica queda como un recuerdo arqueológico, como así sucede con la mayoría de procesos y artesanías humanos una vez digitalizados. Frente a esas cámaras que disparan en ráfaga, enfocan en milésimas de segundo y almacenan trillones de momentos en altísima resolución, y que convierten a cualquier profano en Richard Avedon, la misma industria suelta a veces lágrimas de nostalgia y alumbra una nueva generación de cámaras fotográficas que miran atrás. Su diseño inspirador y vintage nos lleva a otros tiempos, y su funcionamiento invita a la calma, a pararse a pensar antes de disparar y a hacer de eso de inmortalizar momentos un ritual perdurable.
Lomography Lubitel 166+. Inspirada en la mítica Rolleiflex con la que Jobim fotografiaba en ‘Desafinado’, esta cámara de formato medio tiene toda la potencia en películas de 35 y 120 mm. Fabricada en plástico, con la estética de una Hasselblad, tiene el visor superior y todo el manejo de enfoque completamente manual. Un viaje al pasado en esta era del correr. 300€.
Nikon DF. Es la cámara del año y corona una tendencia de cámaras de aire vintage como icono de una nueva lentitud, el atrapar las fotografías como antes. Con visor digital superior y de líneas vivamente retro, destaca por una gran sensibilidad lumínica y un manejo que recuerda a la mítica FM2. Como buena cámara dedicada al momento presente y a vivir la fotografía como antes, no está preparada para grabar vídeo. 2.900 €.
Olympus OM-D E-M1. Con un cuerpo en aleación de magnesio y las líneas rotundas de aquellas cámaras fabricadas para durar y emocionar, antes de esta era de las cámaras de plástico obsolescente, esta cámara es una invitación a la fotografía inspiradora, presente, en su propio tempo. Aunque tiene un suculento disparo en ráfaga, vídeo en HD y demás bondades de las cámaras inteligentes, esta pequeña ‘microcuatrotercios’ reclama una épica en desuso e invita, con su peso y acabado, a mirar atrás, a cuando lo bueno duraba. 1.699 €.
Fujifilm Instax Mini 90 Neo Classic. A la espera de que Polaroid ataque con su Socialmatic, la cámara concebida para Instagram, Fuji ha lanzado este modelo de compacta ultra portable de líneas retro que revela automáticamente instantáneas en tamaño 86×54mm. 149 €.
Tomado de Glamouratis