Mujeres saudíes votarán por primera vez

Este fin de semana, Arabia Saudí celebra elecciones locales, en que las mujeres del reino podrán participar, acudiendo a las urnas y como candidatas. Pero otras prohibiciones se mantienen.

No es ningún secreto que en Arabia Saudí, uno de los países más retrógrados del mundo árabe, las mujeres tienen más restricciones que privilegios. Pero por primera vez en su corta historia, el reino permitirá a las mujeres ejercer su derecho a voto y entrar en la vida política. Una libertad que concedió en 2011 el fallecido monarca Abdulá bin Abdulaziz al Saud, considerado un reformista.

No obstante, aunque la monarquía gobernante intente vender una imagen de cierto aperturismo político, la participación del electorado femenino, que solo representa el 6% en estas elecciones municipales del día 12, será meramente decorativo. Para las candidatas ha sido un ejercicio funambulesco participar en la campaña electoral. Mujeres con el rostro velado a las que se les prohíbe participar en mítines públicos donde haya hombres, o que para dirigirse a ellos hayan tenido que hacerlo a través de un portavoz masculino.

Otro factor que hay que tener en cuenta es que “la mayoría de las votantes apenas tienen educación política, y su voto va a estar dirigido por la voluntad de su esposo”, explica a El Confidencial Dima Dabbus, directora del Instituto de la Mujer de la Universidad Libanesa Americana (LAU). Aun así, defensoras de los derechos de la mujer árabe como Dabbus opinan que es “un signo positivo” el que a las saudíes se les haya permitido votar.

“No hay que considerarlo un triunfo en la lucha por las libertades de las mujeres saudíes, pero es un paso importante que muestra que la sociedad saudí está empezando a cambiar”, señala la analista libanesa. “El pequeño número de mujeres votantes y candidatas se debe en parte a las dificultades para registrarse, que incluyen el hecho de que serán arrestadas si conducen sus propios coches”, agrega. Para Dabbus, el principal problema es que la mayoría de iniciativas para incluir a la mujer en la política han sido hechas por asociaciones civiles, y en Arabia Saudí las “organizaciones civiles son ilegales y los que las crean se enfrentan a consecuencias legales”.

En 2010, la doctora Haton al Fasi, historiadora de la Universidad Rey Saud de Riad y defensora de los derechos de las mujeres, y la activista Fauziya al-Hani crearon la iniciativa Baladi para promover la participación de las mujeres en las elecciones municipales. Un año más tarde, el rey Abdulá emitió un decreto para permitir a las mujeres votar. Desde entonces, las dos activistas saudíes han trabajado en la sensibilización sobre la importancia de la participación de la mujer a través de conferencias, talleres y apariciones en los medios.

Pero desde que comenzó la campaña electoral, y a medida que se ha ido acercando la fecha de las elecciones, el Ministerio de Asuntos Municipales emitió un comunicado en el que cualquier actividad referente a las elecciones tiene que ser ejecutada o autorizada por el Gobierno. Como Baladi es una iniciativa no gubernamental, sus conferencias y actividades son ahora ilegales.

La prohibición de conducir, “sin base religiosa”

En Arabia Saudí, una mujer no puede ni siquiera abrir una cuenta bancaria sin el permiso de su esposo. Mucho menos conducir, o ir a nadar en una piscina pública o en el mar. La mayoría de los edificios públicos, incluyendo oficinas, bancos y universidades, tienen entradas separadas para hombres y mujeres.

Según la directora del Instituto de la Mujer, la prohibición de conducir en Arabia Saudí es una de las restricciones para las mujeres más difíciles de abolir, porque “en realidad, no hay ninguna ley oficial que lo prohíba”. “El Gobierno saudí detiene y castiga no solo a las mujeres que conducen, sino también a cualquier persona que intente plantear esta cuestión. Todas las declaraciones oficiales sobre la prohibición afirman que se trata de un problema social, por lo que el Gobierno no debe interferir“, señala.

“No tiene base en la religión. Incluso las interpretaciones más extremistas del islam, como el Estado Islámico, no prohíben a las mujeres conducir. Hay fetuas [edictos religiosos] contra el seguro de salud, contra las mujeres que trabajan en los hospitales o contra las que viajan solas con un conductor, pero no contra la conducción”, insiste Dabbus.

El hecho de que las mujeres saudíes no conduzcan es más bien una cuestión social, sobre todo en la ciudad. Sin embargo, en las zonas rurales hay mujeres que conducen, siempre y cuando los hombres del pueblo no se opongan a ello.

Este asunto ha sido y sigue siendo uno de los más debatidos en Arabia Saudí, y no hay una respuesta clara de por qué el Gobierno de Riad no permite a cada mujer elegir por sí misma si quiere o no conducir. En un interesante artículo de opinión publicado en la revista saudí ‘Al Iqtisadiya’ (‘El Economista’), el doctor Mohamed bin Saud al Masud explica que si el Gobierno saudí no levanta la prohibición, se debe a una cuestión económica. El levantamiento de la prohibición contra la conducción de las mujeres “dará lugar a grandes pérdidas para muchos”, señala Al Masud, que menciona, entre otros, las compañías de taxi y las agencias de contratación de conductores.


Con el ‘mahram’ a todas partes

“La gran mayoría de estas empresas son propiedad de las élites. El 85% de su negocio depende de las mujeres que buscan transporte en las ciudades más grandes. Estas empresas generan enormes sumas de dinero que llegan a 1.300.000 dólares al mes”, señala Al Masud.

Por este motivo, si a las mujeres se les permite conducir, este enorme recurso financiero se secaría poco a poco. Por ejemplo, cuando en el emirato de Qatar se levantó la prohibición de la conducción para las mujeres, las ganancias de las compañías de taxis cayeron a una cuarta parte de lo que habían sido hasta entonces.

Las mujeres saudíes tienen que ir acompañadas de un tutor masculino, conocido como ‘mahram’, cada vez que salen de casa. Este es a menudo un pariente masculino que acompaña a las mujeres en todas sus diligencias, incluyendo las salidas de compras y visitas al médico. En una conversación telefónica con El Confidencial, el periodista saudí Jamal Khashoggi explica, desde un punto de vista oficialista, que “estas restricciones, como se califican en Occidente, son tradiciones conservadoras en Arabia Saudí”.

“El hecho de que una mujer vaya acompañada de un hombre no restringe su libertad sino que la protege de otros hombres que podrían acosarla”, defiende Khashogi. A su juicio, Arabia Saudí es “un ejemplo para el resto de los países musulmanes de los valores del islam” y “el Gobierno debe protegerlos”.

Resulta difícil imaginar a un hombre piropeando a una mujer saudí que va vestida con una ‘abaya’ -una larga túnica negra- y con el cabello y el rostro cubiertos con un ‘niqab’, el velo integral. El código de vestimenta para las mujeres se rige por una interpretación estricta de la ley islámica y se aplica en todo el país. A principios de año, el Consejo de la Shura dictó que las mujeres deben usar ropa “modesta que no muestre su belleza”. Y pobres de aquellas que intentan salirse de la normativa, vistiendo una túnica un poco ceñida que pueda marcar su figura o con el rostro descubierto mostrando el maquillaje: allí está la omnipresente policía religiosa para reprimirlas.