El clásico entre antioqueños y caleños regresó a la máxima categoría con un empate sin goles y el reparto de puntos en el Pascual Guerrero. Los dos equipos reservaron sus fuerzas y solo el apretón final de los verdolagas brindó cierto espectáculo para los asistentes.
El clásico entre América y Nacional sonó más por su nombre que por el fútbol que mostraron ambos equipos en el duelo. Se esperaba un encuentro apasionante en un enfrentamiento que no se daba en la primera división desde hace más de cinco años y el espectáculo se quedó en un empate sin goles que no contentó a ambos.
Los verdolagas presentaron una candidatura más serie sobre el Pascual Guerrero y estuvieron cerca de lograr el premio en los últimos 20 minutos en los que la entrada de Ibargüen dio un nuevo aire al equipo. Tuvieron las ocasiones más claros en un juego donde hubo un excesivo respeto en media cancha.
Uribe y Bernal se acercaron en la primera mitad. El primero desaprovechó una situación franca frente al arco escarlata y el segundo avisó con un disparo que se desvió ligeramente. Fue lo más destacado de una primera mitad que pareció el tanteo inicial entre dos púgiles. Se probaron y mantuvieron la distancia, en lugar de lanzarse ganchos ganadores.
El segundo periodo continuó en este discurso, hasta la entrada de Ibargüen en el 68′ que apretó el acelerador de los verdolagas. Llegaron las ocasiones más claras. Dayro probó los guantes de Bejarano con un disparo potente en un tiro libre lejano. El arquero rojo entraba el calor y se tomaba el protagonismo para rescatar el empate de los locales.
Le ayudó hasta el travesaño, en un remate a falta de cinco minutos de Ibargüen que se sacó una volea violenta que rebotó en el horizontal. Los verdolagas se dieron contra un muro en la valla de Bejarano, héroe de la noche. El arquero volvió a salvar a los suyos casi al final en un cabezazo de Bocanegra donde sacó a relucir sus reflejos. No hubo más en el Pascual Guerrero, el tan vendido espectáculo se quedó en un reparto de puntos sin goles muy lejos de satisfacer los cinco años de ausencia.