Una mirada consensuada de los resultados electorales del pasado domingo arroja conclusión que entre la Unidad Nacional y el uribismo se encuentran lo ganadores de las elecciones parlamentarias del pasado 9 de marzo. Un panorama que deja mal parada la izquierda y al centro izquierda de la política colombiana.
Las 21 curules del Partido de la U y las 19 de Centro Democrático revelaron que, a pesar de la abstención y del voto en blanco, esos son los dos partidos que tienen los mayores caudales electorales en el país. El uno, el partido del actual mandatario, y el otro reúne a los incondicionales del expresidente Uribe que pasó de haberle dado el espaldarazo a Juan Manuel Santos para que continuara su labor de gobierno desde hace cuatro años, a ser la voz más crítica del santismo.
Ese papel de contradictor que está llevando adelante el uribismo desde hace unos tres años y el segundo lugar en los comicios electorales del pasado 9 de marzo los configura como la fuerza de oposición más notoria en el espectro político colombiano. Un papel que ha estado reservado al centro y a la izquierda desde que se empezaron a cualificar partidos de esa tendencia política a mediados del siglo pasado.
A pesar de esa tradición de oposición que la izquierda colombiana siempre ha tenido en el caso del Congreso elegido el pasado 9 de marzo los resultados electorales para la izquierda no son los mejores.
En primer lugar, el Polo Democrático Alternativo; que recogía distintas tendencias de izquierda pero que debido a divisiones internas solo cuenta en sus filas con una grupo muy nutrido de miembros del Moir, liderados por el senador Jorge Enrique Robledo, y algunos simpatizantes de otras corrientes moderadas del marxismo que se instaló en el país, solo alcanzó 5 curules al Senado. Un resultado que lo dejó con el 3.78% de la votación válida, solo 0.78% por encima del umbral necesario.
Esa votación no es para nada alentadora dado que el Polo Democrático en el Congreso seguirá dependiendo de Robledo y del Representante Germán Navas Talero, como figuras reconocidas y de peso político, para llevar adelante los debates de control político y para abanderar las causas que permitirán que el Polo siga siendo una fuerza política con simpatías en la sociedad colombiana.
En segundo lugar, la Alianza Verde, conformada por varias agrupaciones políticas de todos los matices políticos del centro y la izquierda, alcanzó el mismo número de curules al Senado que el Polo Democrático.
La Alianza que ha tenido problemas de definición desde un comienzo ha tenido que luchar en contra de amenazas de disolución debido a la falta de apoyo al alcalde Petro por parte de dos de sus precandidatos presidenciales (Peñalosa y Sudarsky). Además, ha tenido que vivir en su seno la contradicción propia que surge de un conglomerado político en el que comparten objetivos la UP, los Progresistas y los Peñalosistas, por citar algunos de los movimientos aliados.
No es un secreto que uno de los principales intereses de cualificar esta alianza fue lograr superar el umbral electoral para, después del 9 de marzo, cada tendencia política aupar a sus candidatos presidenciales. Este hecho podría llegar a poner problemas al momento de actuar como bancada al interior del futuro Congreso.
Sin embargo, dos hechos permiten pensar que el panorama no es tan oscuro. La reunión de lo que se ha llamado “El Frente Amplio por Bogotá”, respuesta a la estrategia del Presidente Santos de hacer campaña reeleccionista en medio de la coyuntura que afronta la capital por cuenta de la destitución e inhabilidad del alcalde Gustavo Petro, permitió que varios de los congresistas de la Alianza Verde, recién elegidos, se unan con figuras de bastante peso del Polo Democrático, como el senador Iván Cepeda o el representante Navas Talero.
La creación de ese Frente Amplio permite pensar que la campaña por el No a la revocatoria del mandato de Petro será el primer motivo de unión de una coalición interpartidista que puede llegar a convertirse en una fuerza de oposición considerable dado el peso político e ideológico de quienes alcanzaron curules en Senado y en la Cámara de Representantes, tanto en la Alianza como en el Polo.
A su vez el hecho de que Jorge Enrique Robledo y Claudia López hayan sido las votaciones más alta de la pasada jornada electoral deja ver que el prestigio de ambos congresistas es lo suficientemente grande como para que venzan electoralmente a figuras de tanto poder como el expresidente Uribe. Sin embargo, ese resultado electoral no es algo que amerite dormirse en los laureles ya que tener a los dos congresistas más votados del país no es algo para festejar si al mismo tiempo las colectividades políticas que ambos representan apenas superaron el umbral.
Así las cosas, la izquierda está abocada a realizar una labor parlamentaria ejemplar y envidiable para que la supervivencia de las colectividades políticas que la componen no desaparezcan como ha sucedido con otras fuerzas políticas que pasaron al olvido.