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El asesinato de tres policías conmociona a Baton Rouge – Luisiana, una ciudad que todavía no se recupera de la muerte de un ciudadano negro desarmado, a manos de agentes de Policía.

Tres policías murieron y otros tres agentes resultaron heridos de diversa consideración, en un nuevo tiroteo en Estados Unidos. Esta vez la tragedia tuvo lugar en ciudad de Baton Rouge, la capital del estado de Luisiana. El atacante fue identificado como un ex marine de raza negra, llamado Gavin Long de Kansas City (Misuri), que justo este domingo cumplía 29 años.

Se desconocen los motivos de Long, quien fue abatido por la autoridades. Tras el suceso la policía buscó a dos personas que podrían haberse dado a la fuga. Sin embargo, a última hora de la tarde el jefe de policía de Luisiana, Mike Edmonson, aseguró que “no hay otro tirador en la región de Baton Rouge”.

Aunque cada vez se conocen más detalles del tirador, perduran muchas dudas. Una, especialmente inquietante: ¿se ha convertido Baton Rouge en un nuevo Dallas? Aunque cada vez hay más indicios que apuntan a ello, las autoridades no han querido confirmar por el momento si Long actuó motivado por el odio como Micah Johnson, el joven negro que hace diez días disparó en esa ciudad contra la policía texana que custodiaba una manifestación y que reconoció antes de ser neutralizado por las fuerzas de seguridad que tenía el objetivo de matar agentes blancos, en venganza por la brutalidad policial contra las minorías.

Se espera que la investigación en marcha arroje en las próximas horas y días algo más de luz sobre este aspecto. Sea cual sea el resultado, Baton Rouge ha quedado ya marcado.

Los problemas de esta sureña urbe en la que más de la mitad de sus 230.000 habitantes son negros vienen de largo. En 2015 se registraron 60 homicidios, 98 violaciones y 809 robos, lo que la convierte en una de las ciudades de su tamaño con mayor tasa de crímenes violentos de Estados Unidos, según estadísticas oficiales.

Tampoco son nuevas las tensiones raciales y los enfrentamientos con la policía, pese a que desde 1980 se viene haciendo un esfuerzo por aumentar el reclutamiento de miembros de minorías en las fuerzas del orden. Pero quizás no se ha hecho lo suficiente. En la actualidad, solo el 30% de los agentes son negros, una tasa muy por debajo de la proporción de población afroamericana en la ciudad.

Las minorías son “muy recelosas ante la policía y a menudo la temen”, dijo a la agencia Reuters Michele Forunet, una conocida abogada criminalista de Baton Rouge. La tensión que llevaba tiempo bullendo volvió a estallar a comienzos de mes, cuando Sterling, un padre de familia de 37 años, murió a manos de la policía que lo arrestó frente a una tienda ante la que vendía CDs. Su familia lo enterró el sábado, un día antes del ataque contra la policía.

En las dos últimas semanas se habían sucedido las manifestaciones por la muerte de Sterling ante el cuartel general de la policía cerca del cual se produjo el fatal tiroteo del domingo. Ni siquiera la rápida intervención del Departamento de Justicia, que ordenó abrir una investigación, aplacó las protestas. Estas dejaron un centenar de detenidos y agentes crispados por toda la ciudad, especialmente entre aquellos policías pertenecientes a las mismas minorías que acusan a sus colegas de discriminación racial.