La historia del conflicto armado colombiano y la de sus procesos de paz tienen su origen en la segunda mitad del siglo XX.
Aunque no se puede ser nombrado propiamente como un proceso de paz, en 1953 el General Gustavo Rojas Pinilla asumió la presidencia tras un golpe de Estado y durante su mandato se produjo la primera amnistía en la que cientos de guerrilleros liberales del llano, entregaron sus armas.
Según un artículo de Eugenio Gómez Martínez, de los jefes alzados en armas de esa época, los más mentados eran, aparte de Guadalupe Salcedo, Eduardo Franco Isaza, Eliseo Velásquez, Tulio Bautista y sus cuatro hermanos, Carlos Rodríguez “el pote”, Bernardo Giraldo “el tuerto”, Rafael Sandoval “failache”, Eduardo Nossa, y muy destacadamente, Dumar Aljure “el valiente”. En vísperas del advenimiento del régimen militar que negoció con ellos, el número de guerrilleros se calculaba en unos 3 mil, auxiliados por otras 2 mil personas. Si se les preguntaba por qué estaban en combate, respondían: “para entregar el poder al pueblo gaitanista”.
Posteriormente y con el fin de darle fin al conflicto, surgió el 1958 el Frente Nacional, un sistema de gobierno que, durante los siguientes 16 años, alternó el poder presidencial entre un representante del partido liberal y uno conservador.
Según Cesar Agusto Ayala en la revista Credencial de Historia, “El Frente Nacional activó la vida política del país, pero por exclusión. Al ser una negociación entre unos liberales y unos conservadores que pretendían gobernar solos, los excluidos, curtidos políticos formados a lo largo del siglo, no se dejaron arrinconar y respondieron reanimando la política nacional con elevado instinto de conservación. La oposición fue proscrita”. Así dicho sistema de gobierno impulsó el surgimiento de grupos disidentes como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, el Ejército de Liberación Nacional, ELN, el Ejército Popular de Liberación, EPL y el Movimiento 19, M-19.
En 1982, el gobierno de Belisario Betancur sancionó la ley 35, “por la cual se decreta una amnistía y se dictan normas tendientes al restablecimiento y preservación de la paz” y se creó la Comisión de Paz encargada de propiciar acercamientos con los principales líderes guerrilleros.
Sin embargo, Entre la expedición de la también llamada Ley de Amnistía para los delitos políticos y el primer acuerdo de paz con las FARC del 28 de marzo de 1984, transcurrió un lapso de quince meses. De casi dos años hasta la firma de los Acuerdos de “Cese de Fuego y Diálogo Nacional” con el M-19 y el Ejército Popular de Liberación (EPL) del 24 de agosto de 1984, también aceptado por un sector del grupo Autodefensa Obrera (ADO), explicable por las posiciones políticas e ideológicas que frente a la pacificación sostenía el entonces ministro de la defensa, general Fernando Landazábal, claro exponente en el país de la doctrina de la seguridad nacional y de la mano dura para los alzados en armas.
Pero en 1985, dichas conversaciones, treguas, acuerdos y procesos de paz, llegaron a su fin ¿la razón? Los insurgentes acusaron al Gobierno de falta de garantías para ejercer la oposición.
No obstante, durante la presidencia de Virgilio Barco (1986-1990) se creó el programa denominado “Iniciativa para la Paz” con el que se logró la desmovilización del M-19 y el EPL el 9 de Marzo de 1990 y el 16 de Mayo de 1990, respectivamente.
Ese mismo año, asumió la presidencia Cesar Gaviria (1990-1994), quien en medio del desarrollo de la Asamblea Nacional Constituyente impulsó nuevos diálogos con los grupos insurgentes. Fue así como a inicios de 1992, en Tlaxcala, México, el Gobierno estableció negociaciones de paz con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (conformada por las FARC, ELN y el EPL). La agenda abarcaba diez puntos, pero el magnicidio del exministro Argelino Durán Quintero, ejecutado por guerrilleros del EPL, pusieron fin a los diálogos el 4 de mayo.
Sin embargo, Gaviria logró acuerdos de paz con el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Movimiento Indígena Armado “Quintín Lame”, una fracción del ELN y el EPL.
El penúltimo diálogo formal con las FARC, se dio durante el mandato de Andrés Pastrana. Para el denominado Proceso de Paz del Caguán, se creó una polémica zona de distención donde se discutieron partes de una agenda acordada de diez puntos que fue llamada “Política de paz para el cambio”.
Pese a que durante esta época se incrementó significativamente la actividad paramilitar, los secuestros, extorsiones, asesinatos, ataques a la población civil y la improvisación del Estado fue duramente criticada, los diálogos no llegaron a su fin hasta el 20 de Febrero de 2002 tras el secuestro del ex congresista Luís Eduardo Gechem.
En agosto del mismo año, Álvaro Uribe Vélez asume la presidencia implementando la política de seguridad democrática. Durante su mandato se celebran negociaciones y acuerdos con los grupos paramilitares del país, que tras la promulgación de la ley de justicia y paz en 2005, se inicia la desmovilización de alrededor 30.000 integrantes de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, y la entrega de los principales jefes paramilitares.
En este marco, los únicos acercamientos que se produjeron entre Gobierno y FARC fueron acuerdos humanitarios con el fin de liberar secuestrados. Por otro lado, se intentó dialogar con guerrilleros del ELN pero resultaron fallidos por discrepancia entre las partes.
El 4 de septiembre del 2012 y durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, se inició el proceso de paz con las FARC. La Mesa de conversaciones de la Habana se instaló luego de una primera fase exploratoria en la más estricta reserva y confidencialidad con miembros delegados de dicho grupo armado. Esa primera fase terminó el 26 de agosto de 2012 con la firma del documento ‘Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera’. Este Acuerdo General no fue simplemente una agenda de 6 puntos (Política de Desarrollo agrario integral, Participación política, Fin del conflicto, solución al problema de las drogas ilícitas, víctimas, e implementación, verificación y refrendación), sino una ‘hoja de ruta’: estableció cuál era el propósito de ese proceso- que es la terminación del conflicto-; cuáles eran las condiciones; y cuáles eran las reglas de juego.
Una vez se estableció el propósito, la agenda y las reglas de juego se cerró esa primera etapa y se comenzó la segunda fase que consistió en desarrollar esa agenda acordada para lograr un Acuerdo Final en La Habana. Una vez se llegó en esa segunda fase a acuerdos puntuales en cada uno de los 6 puntos de la Agenda se firmó un acuerdo que se denominó Acuerdo Final.
Finalmente, vale la pena recordar que el 30 de marzo de 2016, y luego de dos años y con varios tropiezos el Gobierno Nacional y el ELN anunciaron en Caracas, Venezuela, el inicio de los diálogos de paz. La mesa estará instalada en Ecuador. Las conversaciones serán directas e ininterrumpidas.