El compuesto FCS-303 inhibe la acción de la enzima MAO-B sobre la dopamina, determinante en la motricidad humana. Hasta ahora los ensayos en ratones son prometedores.
“Hemos encontrado que el fármaco se une a la enzima Monoamino–Oxidasa B (MAO–B) y no deja que esta destruya la dopamina, por lo que se conservan unos niveles normales de este neurotransmisor (mensajero químico)”, explica la química farmacéutica María del Pilar Olaya, candidata a doctora en Ciencias Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.).
Según la investigadora, con el FCS–303 como alternativa terapéutica se busca no solo el control de los síntomas del párkinson, también conseguir efectos neuroprotectores, es decir, que pueda evitar la muerte de neuronas o por lo menos que la retarde.
Para obtener el fármaco, el punto de partida fueron los estudios sobre el núcleo de cumarina, compuesto presente en plantas como la Hygrophila tyttha, llamada “amansamachos”, que en investigaciones anteriores (dirigidas por el profesor de la U.N. Mario Guerrero, quien también participó en esta investigación) demostró efectos sobre el sistema nervioso central.
El proceso de obtención, realizado entre las universidades Nacional y de Salamanca (España), consistió en sintetizar varias moléculas, al agregar radicales al núcleo de la cumarina; de esta manera, se obtuvo el FCS–303. En otras palabras, lo que se hace es quitar hidrógenos del núcleo original de la cumarina y remplazarlos por otro tipo de átomos, para modificar sus propiedades.
En las primeras pruebas realizadas en el laboratorio de la Universidad de Santiago de Compostela (España), a través de procedimientos in vitro, se aplicó el fármaco sobre las enzimas MAO–A Y MAO–B. Así, al contrastar el efecto inhibidor entre ambos tipos de enzimas, el compuesto FCS–303 bloqueó únicamente la segunda.
Probado en ratones
Posteriormente, las pruebas fueron adaptadas a un modelo animal, que tuvo como base cinco grupos de ratones. Para ello, se les suministró reserpina, un alcaloide de origen natural que genera la disminución de los niveles de dopamina. Debido a esto, manifestaron alteraciones en los movimientos voluntarios.
A un grupo de ratones (control) se le suministró el solvente sin compuesto; otros tres grupos de ratones recibieron diferentes dosis del FCS–303; y al quinto se le administró (referencia) selegilina, fármaco reconocido para el tratamiento del párkinson.
Resulta complejo medir el grado de temblor de un ratón, por tanto, los investigadores evaluaron la movilidad, a través del grado de bradicinesia, es decir, determinar qué tanta de esa lentitud de movimiento se podía reversar con el fármaco. Así, con una cuadrícula identificaron cuántos cuadros cruzaron los ratones.
De esta manera, la movilidad de los ratones mejoró al aumentar las dosis de FCS–303. Además, el desempeño sobre la cuadrícula fue similar a la de los ratones que recibieron selegilina.
Por eso, uno de los resultados relevantes de esta investigación es que el nuevo fármaco podría convertirse en una alternativa de tratamiento contra el párkinson; además un frente a medicamentos como la Levodopa, ya que su efectividad consistiría en que mientras este actúa sobre la dopamina (reemplaza la ausencia de ella), el FCS–303 lo hace sobre la enzima que afecta al mencionado neurotransmisor.
Con el fin de construir el perfil toxicológico, la química farmacéutica María del Pilar Olaya adelantó una serie de pruebas a través de ensayos con toxicidad aguda. En este caso, se administra una dosis muy alta en una sola toma. Los resultados dieron cuenta de que el compuesto no produjo daños en órganos vitales de los roedores, lo cual constituye un aspecto de gran importancia
Aunque los resultados son prometedores, la investigadora de la U.N. señala que estos estudios se desarrollaron con parámetros de corto plazo. Además, falta evaluar en otros modelos animales los efectos del prometedor fármaco entre los tres meses y los dos años.