La terminación del conflicto abrirá posibilidades y espacios de participación para que las juventudes se expresen, señalan estudiantes de distintas universidades al referirse a su percepción sobre los diálogos de paz que transcurren en La Habana y los retos del posacuerdo.
Entre los roles que deben cumplir las nuevas generaciones en el posconflicto, los invitados al programa La Paz en Foco, que se transmitirá este sábado a las tres de la tarde por el Canal Institucional, mencionaron la responsabilidad de dejar la polarización política y hacer mayores aportes en la pedagogía de paz.
Los estudiantes María Camila Mahecha y Esteban Sastre, de la Universidad Nacional; Fernando Vega, de la Universidad del Rosario, y María Teresa Walteros, de los Andes, quienes participaron en el programa, consideran que el Gobierno y la insurgencia deben hacer más difusión al proceso de paz.
La población juvenil en Colombia ha sido uno de los grupos etarios más activos en lo que respecta a organizarse y manifestarse públicamente en el país.
En el curso de la historia reciente, han sido varias las iniciativas por las que los estudiantes se han movilizado. En tres momentos diferentes los estudiantes generaron acciones colectivas con incidencias importantes en la cultura política en el país.
El movimiento estudiantil de 1971 manifestó su inconformidad con la constitución de ese momento, aislada de los intereses de toda la sociedad y sin mecanismos que permitieran la participación y la exigibilidad de los derechos ciudadanos. Dentro de los alcances de este movimiento se encuentran la enunciación en la ley de una educación pública, universal y gratuita, al igual que la autonomía universitaria.
La Séptima papeleta fue una propuesta surgida de un movimiento estudiantil ante las elecciones del 11 de marzo de 1990. Ese movimiento propuso incluir un séptimo voto en el que se solicitaría una reforma constitucional mediante la convocatoria de Asamblea Constituyente. Aunque la papeleta no fue aceptada legalmente, se contó de manera extraoficial y, finalmente, la Corte Suprema reconoció la voluntad popular mayoritaria, validando el voto.
La movilización estudiantil del año 2011, de donde surge la Mesa Amplia Nacional Estudiantil-MANE, propone dentro de sus iniciativas: “una nueva ley de educación superior para un país con soberanía, democracia y paz”. En este propósito el tema de generar una nueva ley de educación superior se proyectaba desde valores democráticos y cultura de paz.