En los últimos 60 años, Colombia ha vivido un conflicto interno de grandes repercusiones en donde el resultado fue la migración de los campos a los cascos urbanos alimentando todo un proceso lamentable de descomposición social llámese prostitución, delincuencia común, hambre y mortalidad.
Los grandes conflictos del mundo han tenido como excusa motivos políticos, pero en el fondo, y todos los saben, hay de por medio ambiciones económicas, defensa de la propiedad, de los activos del campo así como de los animales de cría y de la familia. Casi todas las guerras han tenido ese componente porque usualmente las empiezan quienes más quieren poder económico y las víctimas suelen ser la población campesina que pone los muertos, la miseria y todo un cúmulo de caos social.
En los últimos 60 años, Colombia ha vivido un conflicto interno de grandes repercusiones en donde el resultado fue la migración de los campos a los cascos urbanos alimentando todo un proceso lamentable de descomposición social llámese prostitución, delincuencia común, hambre y mortalidad.
Es por eso que hay tanto interés nacional en que prospere un proceso de paz entre el gobierno y los grupos alzados en armas para retomar la economía agropecuaria y para ingresar a las grandes ligas económicas que mirarían a Colombia como un destino de inversión más confiable en donde se puede crecer de la mano con el país y con una infraestructura de lujo que sería posible sin temor al secuestro, a la amenazas y a todo ese entorno gris que caracteriza la guerra.
En esta ocasión el país llega a una negociación de paz muy diferente a la hecha por el entonces Presidente, Andrés Pastrana con las FARC. Haciendo la comparación con ese proceso, el gobierno Santos llega más fortalecido frente a esa misma guerrilla por los logros militares y el país negocia en un escenario diferente toda vez que se mueve en medio de acuerdos comerciales y todo un esquema de globalización de los mercados y de una nueva era que invita a crecer sin armas, sin revanchas y sin venganzas para devolverle a todos lo que se les arrebató con la disculpa de la violencia.
Expertos económicos, analistas y dirigentes gremiales que hablaron con Confidencial Colombia coinciden en afirmar que la economía tendría un beneficio total con un proceso de paz cristalizado pues anotan que si en las actuales circunstancias de conflicto hay crecimiento económico e inversión, las cosas serían mucho mejores si hay tranquilidad. No descartan un sector agropecuario más dinámico y el regreso a la vida lugareña y productiva del campo de quienes hoy padecen los vejámenes de la ciudad.
El Representante por Caldas ante el Comité Nacional de Cafeteros, Mario Gómez Estrada dijo que la agricultura fue la madre del crecimiento y de las divisas del país durante mucho tiempo tanto así que los economistas más sensatos le atribuyeron la industrialización y el desarrollo a los dólares que trajo la economía cafetera en el siglo pasado.
Afirmó que si el país productivo ha logrado tasas de crecimiento importantes en el sector agropecuario en medio de una violencia recurrente, con un escenario de paz habría un beneficio inimaginable. El dirigente cafetero lamentó todo el deterioro cafetero de la cordillera oriental así como del Tolima y el Huila. Aseguró que lo más terrible para Colombia y la zona central fue el accionar de personajes oscuros como “Sangre Negra”, “Chispas” y todo ese acopio de sangre, muerte y proscripción.
“En una atmósfera de paz, en donde la gente es creativa, capaz y recursiva con un socio llamado gobierno para sacar adelante la agricultura habría que pensar en prosperidad e inclusión social. Por eso hay que creer que en esta ocasión si será la vencida y que una negociación ganadora dejaría ver las virtudes ignotas de Colombia”, afirmó Gómez Estrada.
El cafetero conceptuó que es vital en estos tiempos de negociación, rodear al gobierno de manera estrecha, pero evitando que la gente hable más de lo que puede hablar para que los expertos en los temas de paz logren una negociación coherente y eficaz con la subversión.
Indicó que actualmente hay muchas multinacionales que quieren entrar a Colombia porque le ven su potencial en el campo que finalmente puede ser una despensa para el mundo. Citó el interés por los llanos en donde podría haber una producción de alimentos con la tecnificación de estos tiempos y anotó que el futuro para Colombia sería óptimo por la creciente demanda de alimentos en el mundo. “Aquí hay que indicar que sinónimo de no guerra es seguridad alimentaria”.
Economistas también con la paz
El analista de temas internacionales de ING Pensiones y Cesantías, Julián Andrés Cárdenas Fonseca sostuvo que la paz le traería inconmensurables beneficios a Colombia toda vez que la podría llevar a crecer a tasas del siete por ciento, a incrementar la inversión extranjera directa, hoy presta a reportar 20.000 millones de dólares, y a disparar el mejoramiento en los indicadores de empleo y calidad de vida.
Según Cárdenas, los efectos de los diálogos de paz todavía no se reflejan en los mercados por la distracción que genera la Eurozona y todo el interrogante de la economía internacional. De todas maneras aseguró que había cierta preocupación en los agentes por el nivel de sinceridad en los diálogos con la guerrilla, situación que cambió con las últimas noticias.
“Si bien la crisis mundial le quita brillo al naciente proceso de paz en Colombia, lo cierto es que ese componente hay que incluirlo como factor favorable para el país y su futuro económico, no hay duda”, declaró el economista.
Explicó que la inversión empezaría a tranquilizarse porque un clima de paz le reduciría los elevados costos a los negocios que se hacen en Colombia por el factor riesgo. En ese orden de ideas desaparecerían las primas de riesgo para múltiples actividades y las compañías tendrían mejor flujo de caja y mayor opción de crecimiento y expansión. “Con una Colombia en paz sería inclusive más fácil y de menor costo conseguir recursos en el exterior”.
Aseveró que tan grato sería la pacificación concertada que se abrirían puertas para los negocios de unas dimensiones inimaginables porque gran parte del territorio no se conoce y es inexplorado. “La guerra hizo que muchas zonas fueran vetadas y prohibidas. Esas tierras que no se conocen se suman a las enormes reservas naturales y a la riqueza que hay en nuestros suelos y subsuelos”.
En opinión de Cárdenas, las políticas del Presidente, Juan Manuel Santos le quitaron discurso a la guerrilla porque ha adelantado políticas sociales y rurales que van justo en la dirección de pagar la deuda social histórica y con cargo a la violencia. A lo anterior se suma una tarea fiscal juiciosa y una restitución de tierras que habla bien de un mandatario y de un proceso de reconciliación porque se creo el entorno para dialogar con hechos y no con simples palabras.
Anotó que Colombia debe preparase para la paz tal y como se debe alistar para un TLC, es decir debe impulsar un plan ambicioso en infraestructura en donde habilite todos los modos de transporte y así desarrollar el potencial de país que ven los inversionistas.
“Las condiciones están dadas para mostrar que país somos porque al firmar la paz y reducir el gasto militar, uno de los más altos del mundo y de América Latina, habría espacio para la salud, la educación y todos los beneficios que demanda la población. Paralelo a eso existirían los recursos para fortalecer la economía agropecuaria, la innovación y el emprendimiento”, afirmó el analista.
A los colombianos y al mundo les suena un proceso de paz con equidad, recuperando tierras, inyectando regalías en la población y optimizando el modo de vida, eso si bajo un modelo económico de oferta y demanda que garantiza desarrollo.
El campo anhela la tranquilidad
Los productores agropecuarios del país aseguran que el mejor negocio para Colombia es la producción en medio de la paz en donde todos miren a las áreas rurales como el mejor destino de renta.
El país tiene cultivadas más de 4.5 millones de hectáreas y muy seguramente con un escenario de paz esa cifra podría aumentar a niveles inmejorables.
El gerente general de la Asociación Hortifruticola de Colombia (Asohofrucol), Álvaro Ernesto Palacio Páez dijo que un país en paz incentiva la inversión en el campo e incentiva la permanencia en los campos y el retorno de los que se fueron. “El factor tranquilidad abre opciones, generación de empleo y grandes oportunidades porque la tierra productiva conlleva a la rentabilidad y con ella se dispara la agroindustria”.
Actualmente el sector hortifruticola ocupa un millón de hectáreas y exporta cerca de 100 millones de dólares sin contar banano que exporta 850 millones de dólares. Para Asohofrucol, el ideal es aumentar las hectáreas cultivadas en más de 300.000 y así acrecentar la oferta exportable de hortalizas y frutas.
La agremiación estima que sin temores o amenazas de grupos armados, Colombia tendría un incremento en las cifras de área cultivada y producción de alimentos que ha logrado repuntar en medio del conflicto. “Una situación de paz sería determinante en la ampliación de la frontera agrícola y le devolvería al campo mucho de lo que perdió”, declaró Palacio.
Los sectores económicos consultados por este medio le dieron buen recibo a la iniciativa de paz del gobierno y confiaron en unos oficios exitosos que de concretarse le cambiará el destino a Colombia en su desarrollo económico, pero fundamentalmente en el aspecto social.