Pékerman regresa a los orígenes

El seleccionador recupera a dos jugadores que se daban por perdidos para la Selección: Falcao y Abel Aguilar. El delantero y el medio vuelven para ser los líderes en silencio del equipo. De confiar en ellos, podría darse el caso que alineara contra Chile a seis de los titulares que nos llevaron al Mundial de Brasil.

José Pékerman no es muy amigo de las revoluciones. Si por algo se ha marcado su etapa en Colombia es por la calma y el temple a la hora de tomar decisiones. Y éstas, nunca han supuesto una ruptura total con la anterior. El DT siempre ha marcado una línea que varía poco su rumbo en el camino. Se podría decir que su libreto es poco extenso, pero sabe cómo aprovecharlo al máximo. Desde la Copa América 2015, Colombia emprendió una nueva legislatura. Era el turno de las nuevas generaciones. Muchas de las anteriores ya estaban obsoletas. Los Yepes, Zúñiga, Armero, Aguilar o Falcao debían dar paso. Arias, Pérez, Daniel Torres, Jeison Murillo o Bacca aparecían como los nuevos referentes. En la última Copa Centenario comenzó a rodar este nuevo carro con rumbo al Mundial de Rusia. En EEUU, pinchó en semis. En las siguientes eliminatorias se descubría el origen. Faltaba jerarquía.

En mitad del nuevo camino, Colombia se quedó sin líderes. No había jefes en el campo y, en partidos difíciles como contra Uruguay, Argentina o Brasil, esta falencia dejó sin carácter suficiente al equipo como para contrarrestarla. Pékerman reconoció el problema. Su solución: parar el proceso de regeneración y volverlo un modelo mixto que mezcle sabia nueva y vieja. Ante la falta de cabezas en el equipo actual, ha recurrido a dos capos del pasado para poner orden: Abel Aguilar y Radamel Falcao. El argentino ya llamó al del Depor en la pasada convocatoria. Su intención, en aquel momento, era también llevarse al samario, pero el golpe en la cabeza que sufrió con el Mónaco aún lo tenía fuera de juego. Para estos dos complicadísimos juegos contra Chile y Argentina no ha dudado.

No llevarán el brazalete de capitán pero actuarán como tales. Serán los líderes en silencio. Con Abel, se pudo comprobar en el último encuentro contra Uruguay. El del Cali no solo arrastró al equipo con su tanto. También fue el encargado de arengar y repartir responsabilidades con sus órdenes. Bajo la lluvia que azotaba el estadio Metropolitano, en el descanso, se pudo comprobar este hecho. Los jugadores de Colombia, sin su estrella James, formaron un corrillo improvisado en mitad de césped para discutir el plan. Abel tenía la voz cantante. Hoy, ante los medios, decía lo siguiente sobre su compañero: “Falcao es un jugador muy importante, porque es una referencia dentro y fuera de la cancha, esperemos que se siente con la confianza necesaria para aportarle al grupo”.

Con el caso del Tigre es distinto. No transmite su liderazgo con discursos y órdenes, sino con goles y personalidad. Su mera figura sobre el campo intimida defensas contrarias y alienta las propias. Falcao es aún un ejemplo para esta generación. Y la constancia que ha transmitido en su lucha por volver al nivel de antaño ha sido causa suficiente para que Pékerman vuelva a confiar en él para esta función. El DT lo reconoció en rueda de prensa: “Falcao fue siempre clave para la Selección y está recuperando su mejor forma”. El Tigre confesaba su pelea de estos dos años: “Afortunadamente he podido levantarme de este tipo de situaciones. Es algo que ya he vivido y lo he sobrepasado y no quería que esta fuera una excepción. Trabajando y luchando todo se puede conseguir. He venido jugando y estoy muy conforme en los partidos que he tenido”.

De alinearlos, podría darse el caso que Colombia cuente en su equipo titular con seis de los integrantes que fueron parte de la columna vertebral que nos clasificó para el último Mundial. Ospina, Abel, Carlos Sánchez, Cuadrado, James y Falcao. Más de dos años después, Pékerman volvería a poner prácticamente al mismo equipo que ilusionó al país. En la defensa, el relevo era evidente. Yepes fue al Mundial como homenaje a su carrera, y los dos laterales, también en el ocaso de su carrera, tuvieron que dejar lugar a los nuevos. Pero de centro de campo en adelante poco podría cambiar la cosa. ¿Desconfianza por el trabajo actual? No. El cambio de ruta solo pretende recuperar a viejos líderes que puedan transmitir su experiencia a los que vienen. No es una ruptura, sino un desvío por una piedra en el camino. La Selección se rearma para las difíciles batallas que vienen.