Posesiones de “circo” en Latinoamérica

Mucho antes del aplazamiento del juramento presidencial por parte de Hugo Chávez en Venezuela, varios casos en Latinoamérica han generado polémica en vísperas de posesiones entre los que se incluyen atentados, rituales indígenas, bombardeos, rupturas de protocolo, protestas y hasta terremotos.

La Constitución venezolana establece que el 10 de enero los presidentes electos deben jurar el cargo ante la Asamblea Nacional, pero Chávez, que lucha contra un cáncer en La Habana, fue autorizado por el poder legislativo a no hacerlo en esa fecha sino más adelante, cuando su salud se lo permita, ante el Tribunal Supremo.

Y el alto tribunal dictaminó que no es necesaria una nueva toma de posesión porque Chávez es un gobernante “reelecto”.

La oposición venezolana considera que si mañana, jueves, no asume el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, en lugar de Chávez se producirá “una grave violación al orden constitucional” y así se lo ha hecho saber en una carta al jefe de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza.

A pesar de la ausencia de Chávez, Caracas será escenario el 10 de enero de lo que algunos medios han calificado como “una asunción virtual”, unos actos organizados por el partido gobernante a los que asistirán algunos mandatarios de la región, como Evo Morales, de Bolivia, y José Mujica, de Uruguay, y otros dignatarios.

Tampoco Tancredo Neves, elegido en las urnas para ser el primer presidente constitucional de Brasil después de una larga dictadura militar, pudo asumir el día que le correspondía, el 15 de marzo de 1985, porque en la víspera tuvo que ser hospitalizado de urgencia con fuertes dolores abdominales. De hecho, no llegó a asumir nunca, pues murió de una septicemia un mes después.

El día de la investidura, en medio de una gran conmoción, José Sarney juró el cargo de vicepresidente y asumió automáticamente la jefatura del Estado, que ejerció primero en funciones y con todas las de ley, tras la muerte de Neves.

A veces hay fuerzas, naturales o no, que impiden que las investiduras presidenciales salgan como está previsto.

Sebastián Piñera asumió como presidente de Chile el 11 de marzo de 2010, dos semanas después del terremoto de 8,8 grados que devastó seis regiones del país, con un balance de 526 muertos, 800.000 damnificados y daños por 30.000 millones de dólares.

En medio de la solemne ceremonia en el Congreso chileno, en el puerto de Valparaíso, se registraron dos réplicas de 6,9 grados Richter que hicieron balancearse las lámparas y desprenderse fragmentos de yeso del techo, con gran susto para los asistentes.

No fue la naturaleza, como en Chile, la que alteró la asunción de Álvaro Uribe como presidente colombiano el 7 de agosto de 2002, sino las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Minutos antes de que Uribe ingresara en el Congreso para jurar su cargo se escucharon las detonaciones de varios cohetes lanzados contra la sede de la Presidencia y de una bomba que estalló a tres calles y causó 17 muertos y 20 heridos.

El panameño Guillermo Endara (1936-2009) asumió el cargo el 20 de diciembre de 1989 en una base militar mientras las tropas de Estados Unidos, en plena invasión del país, bombardeaban la capital.

Un capítulo aparte en las investiduras presidenciales es el de los rituales indígenas.

El pionero fue Alejandro Toledo, quien el 29 julio de 2001, al día siguiente de asumir la Presidencia de Perú, viajó al santuario inca de Machu Picchu, donde pidió a los “apus” (montañas) que le dieran fuerza y coraje en su mandato y realizó un “pago” a la tierra, con ofrendas de semillas, flores y azúcar.

Los juramentos presidenciales del boliviano Evo Morales, en 2006 y 2010, estuvieron precedidos un día antes por ceremonias indígenas celebradas en el templo de Kalasasaya de las ruinas de Tiahuanaco, un centro sagrado de las culturas andinas.

También el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se reunió antes de su investidura el 7 de agosto de 2010 con “mamos” (sacerdotes) de las etnias arhuaca, kogui y wiwa, que le entregaron un bastón de mando y le ataron a las muñecas dos “aseguranzas”.

Nada solemne fue la investidura de la nicaragüense Violeta Chamorro el 25 de abril de 1990 en el Estadio Nacional de Béisbol.

Apoyada en muletas y en medio de silbidos y aplausos, recibió la banda del presidente saliente, el sandinista Daniel Ortega, actualmente en la Presidencia, vestido con pantalones vaqueros y camisa arremangada, al estilo del cantante Chayanne de la época.

Para el historiador nicaragüense Roberto Sánchez Ramírez, esa toma de posesión fue un “total vulgareo” y un “relajo”, según cuenta en su libro “El recuerdo de Managua en la memoria de un poblano”.

La toma de posesión de Ortega en 2007 también recibió críticas, en este caso del entonces embajador estadounidense en Managua, Paul Trivelli, que la definió como un “circo”, “donde el populismo se impuso al protocolo”, según un cable filtrado por WikiLeaks.

El 2 de julio de 2006 Felipe Calderón asumió la presidencia de México en una agitada sesión, en la que él y su predecesor, Vicente Fox, tuvieron que entrar al recinto legislativo por puertas laterales, en medio de intentos de legisladores de la izquierda por tomar la tribuna de la Cámara de Diputados.

Cuando asumió su segundo mandato, el 10 de diciembre de 2011, la argentina Cristina Fernández rompió todas las reglas del protocolo al evocar a su esposo y antecesor en el cargo, el fallecido Néstor Kirchner, en la fórmula de juramento, recibir la banda presidencial de manos de su hija Florencia y tomar ella misma el bastón de mando.

Rafael Correa cumplió el protocolo al jurar por segunda vez como presidente de Ecuador en 2010, pero después cantó en una fiesta popular con el grupo argentino Los Nocheros y luego con los presidentes de Cuba, Raúl Castro, y Venezuela, Hugo Chávez, así como con el exmandatario hondureño Manuel Zelaya, “El pueblo unido jamás será vencido”.

Un Chávez bromista y distendido le dijo al público que iban a escuchar la conocida canción “Guantanamera” en la voz de Raúl Castro pero éste se negó rotundamente.

Con EFE