Ser miembro de la familia que simboliza el poder mediático en Colombia le ha dado a Santos la holgura de sentirse en las salas de redacción como en el sofá de su casa. Sin embargo, en estos dos años pasó de un estado de “consentimiento” a un estado de “alerta”.
El 7 de Agosto a las 6 de la mañana se dio un hecho inédito en los dos años de la presidencia de Juan Manuel Santos. El mandatario habló por la 120 emisoras comunitarias de Antioquia, en un programa radial que desde ahora se llamará “en línea con el presidente”.
Este hecho demuestra que Santos ha ampliado su agenda mediática. La comodidad con la que se movió ante los medios durante la primera etapa de gobierno, se ve compensada por la atención a medios más cercanos a los ciudadanos de a pie, aquellos que lo vienen castigando en las encuestas de popularidad.
La cercana relación personal con buena parte de la prensa y de los columnistas mas leídos del país, le dio al gobierno, en sus primeros meses una seguridad, quizá excesiva que ha perdido visiblemente y que ha tenido que replantearse ahora que llegó el momento de los cuestionamientos.
Los golpes
Han sido varios los golpes a la imagen mediática del Presidente Santos. Golpes que se sobredimensionan por contraste con la elocuencia y la gestión de la administración Uribe o que se hacen más notorios dada la imagen altamente positiva con la que inició su mandato.
El palo por la Reforma
El mas estrepitoso fue el fracaso de la reforma a la justicia, en el que no salieron bien librados ni el Gobierno Nacional, ni el Congreso, y erosionaron de manera profunda la confianza del país en la gestión de un Presidente que cuando fue Ministro de Defensa nunca tuvo descensos notorios en su popularidad.
De igual manera el discurso del aumento de la inseguridad y la percepción de la misma ha generado que los reportes sobre el conflicto interno no se enfoquen en las acciones espectaculares de la fuerza pública, sino que dan cuenta de los ataques incesantes de los armados al margen de la ley.
Es verdad que estos hechos son aprovechados por el uribismo, la base original de electores de Santos, que en dos años ha pasado de ser una herencia valiosa a ser la voz más crítica de la actual administración. Si bien es cierto que los desencuentros entre los dos líderes, son ya como pan de cada día y se registran en los medios tradicionales, son las redes sociales el escenario principal de este profundo debate por la disputa del poder.
Las ráfagas de 140 caracteres del expresidente a través de twitter a sus mas de un millón 300 mil seguidores se replican en segundos a millones mas, sin que haya mediación que valga. Y tal vez esa férrea oposición de Uribe, que aun sigue en altos niveles de popularidad, haya sido una de las vías más rápidas para que la imagen del actual mandatario se erosione de manera vertiginosa.
El “desastre” del Cauca
Una desafortunada visita presidencial al Cauca, que trajo consigo un fallido consejo de ministros en el epicentro del conflicto, condujo a una situación descontrolada que se evidenció el día que los indígenas sacaron a empujones a los soldados del cerro de Berlín. Las imágenes aparecieron en minutos en todos los medios digitales del país, la radio narraba los combates en directo, y los canales de televisión hablaban de “guerra” en ese departamento.
La intención de controlar la situación y retomar el cerro con la policía no alcanzó para que a Santos se le reconociera la acción de gobierno. Pero sucedió lo contrario. Su imagen salió lesionada. La opinión se dividió en la defensa de los indígenas, o de los soldados, pero con una sola conclusión, que el gobierno se equivocó en el manejo de la crisis.
La publicitada “Vuelta a Colombia”
Es claro que al presidente aun le queda mucho capital político y mediático y la prueba fue la respuesta a la “Vuelta a Colombia” que terminó ayer y que le produjo una presencia en prensa todos los días. Obviamente una rendición de cuentas, en este caso con distintas puestas en escena, es una campaña de “hitos” positivos, pero aun así, el hecho de “hacer la tarea”, redunda en una imagen proactiva, de un gobierno que no se sentía en la necesidad de comunicar resultados y de “tocar” a las regiones.
Santos tuvo una actitud de autocritica en la mayoría de las etapas de la “vuelta” aduciendo que no han sabido comunicar bien la ejecución de sus políticas. Sin embargo los resultados de las recientes encuestas no reflejan el esfuerzo que significó la “pedaleada”.
Santos viene acostumbrado a la buena imagen, a la buena prensa, al buen trato. Desde que como ministro de Defensa se anotó grandes golpes a la guerrilla que supo cobrar mediáticamente, incluso sobre su entonces jefe, el presidente Uribe, hoy enfrenta a una opinión menos militante en su proyecto de gobierno y más beligerante a la hora de ver los lunares.
Así las cosas es llamativo que el gobierno Santos, erigido sobre una plataforma mediática sin precedentes en el país, esté sufriendo las consecuencias de fallas en el manejo de las comunicaciones, hasta el punto de lograr distanciar a algunos de los medios más “amigos” de su casa, y ahora entender que el país de las emisoras comunitarias existe y es tan poderoso como los titulares de la capital.