El tanto de Ramos en el descuento le da un empate al Real Madrid en el Camp Nou que vale como una victoria para los blancos. Suárez adelantó al Barça con un tanto de cabeza a balón parado que no justificaba la superioridad de los merengues. El Madrid sale con la misma ventaja con la que llegó al Camp Nou y deja en depresión a los culés.
Mucho ha cambiado el panorama del Barcelona cuando juega en casa. Hace no mucho tiempo los rivales que pisaban el Camp Nou sufrían lo indecible para rascar un buen resultado. Era impensable un escenario donde los culés no fueran los amos del partido. Esa época ha pasado, el único resquicio melancólico que queda es un Iniesta que tuvo que conformarse con ver el partido desde las barreras hasta la última media hora, por lo reciente de su alta médica.
El Madrid comandó el encuentro. Modric, Isco y Kovacic se adueñaron del centro del campo con inteligencia. El pony croata dirigía y los dos volantes eran los misiles que rompían líneas. El Barça no tenía cómo encontrarse. André Gomes y Rakitic tenían que caer a banda y a su propio campo para recibir sin oposición. La misma desesperación sentía Messi, que tenía que incrustarse como un mediocampista más para oler el balón.
El partido se movió en ese moólogo de los blancos hasta el tanto de Suárez. El gol del uruguayo en la segunda mitad cambió el partido. Poco o nada había hecho antes el Barcelona, pero el fútbol no entiende de justicias. El charrúa aprovechó un despiste de Varane para rematar un balón colgado por Neymar en una falta lateral.
A partir de ahí el Barça entró en el partido y el Madrid perdió poco a poco la esperanza. Bajó la intensidad que habían mantenido hasta ese momento y con la entrada de Iniesta para la última media hora, los culés comenzaron a entender cómo administrar las revoluciones. Los blancos seguían teniendo el balón pero ya no generaban la misma sensación de superioridad de los anteriores tramos del encuentro.
Se volcó en una desesperada búsqueda del gol que pudo costarle aún más caro. Neymar dispuso de una ocasión de oro para sentenciar el partido pero se creció intentando ponerla en la escuadra. También Messi pudo agrandar la ventaja pero ayer no se vio la versión habitual del astro argentino.
El Madrid tenía el balón, pocos equipos pueden presumir de haberlo hecho en el Camp Nou, del Barça solo había noticias a la contra. Los blancos nunca perdieron la fe y el dios del fútbol escuchó sus plegarias cuando ya agonizaba el partido. Apareció el de siempre, Sergio Ramos. El capitán merengue volvió a exhibir sus dotes de delantero para brindar un gol de oro para los suyos. Igual que en Lisboa o en la Supercopa de este año, su cabeza fue determinante para levantar al Real cuando ya todo parecía finiquitado.
Su tanto vale como una victoria. El Madrid sale del Camp Nou con la misma ventaja que llegó, un resultado injusto para los méritos hechos, pero que ateniéndonos a las caras de depresión que dejó en los blaugranas puede suponer la Liga.