Fuente: The Economist
El año pasado se completó un número récord de rascacielos.
Entre 1885 y 1990, los edificios más altos casi siempre se construían en EEUU y Canadá. Los años anteriores y posteriores a la Segunda Guerra Mundial vieron algunas excepciones en Rusia y Brasil. Desde 1990 el testigo ha pasado de EEUU a China (pasando por otros países asiáticos como Malasia y Taiwán) y Oriente Medio.
Que los edificios sean cada vez más altos puede agradar a los aficionados a la arquitectura, pero si tiene sentido financiero es una cuestión diferente. En términos de rentabilidad económica, la altura ideal para un edificio no puede haber cambiado mucho desde 1930, cuando se estimaba (en Nueva York) en 63 plantas. Los edificios de hoy superan las 170 plantas.