El número de presos de Guantánamo que se encuentran en huelga de hambre asciende a 130, según declaró el prisionero Shaker Aamer, quien en una llamada telefónica a su abogado, Clive Stafford, aseguró que el trato al que son sometidos en el penal está empeorando.
Según una declaración jurada de Stafford en la que detalla las comunicaciones desclasificadas mantenidas con su cliente durante la última semana, Shaker relató a su defensor “los castigos” a los que está siendo sometido por haber reconocido el pasado día 25 que se ha unido a la huelga.
Aunque había secundado la protesta días antes, el pasado lunes reconoció apoyarla, por lo que según él desde entonces se le “han negado varios objetos requeridos por razones médicas”, como un fajín para sus problemas de espalda o unos calcetines especiales para controlar el edema que sufre en los pies.
La huelga se inició el pasado 6 de febrero en protesta por las “duras condiciones disciplinarias” en las que, según los detenidos, viven los presos en los barracones de la base naval de EE.UU. en Guantánamo y después de que los ejemplares del Corán que utilizan los prisioneros fueran revisados “de manera inadecuada”.
El pasado 29 de marzo, según el documento, el prisionero aseguró a su abogado que de los 66 detenidos que se encuentran en el Campo V, 45 se han reconocido en huelga de hambre, “aunque en realidad la están haciendo más”.
Shaker informó además que 15 de ellos tienen los niveles de azúcar muy bajos y siete se encuentran en las dependencias hospitalarias.
El reporte también asegura que las autoridades militares que están al cargo de la prisión “están jugando con los pesos de los presos”.
“Usan una escala más grande ahora, y pesan a los presos con grilletes, y con frecuencia inmediatamente después de haber bebido una gran cantidad de agua. Suelen esconder el resultado del peso a los presos, aunque a veces les dicen lo que es”, afirma la declaración.
El cliente de Stafford informó de “varios milagros”, como el de un prisionero que la semana pasada pesaba 57 kilos y ésta pesó 63 pese a no haber comido durante ese tiempo.
Shaker aseguró que uno de los prisioneros pesa ya unos 38 kilos, otro 48 y un tercero apenas alcanza los 53, y explicó además que otros están sufriendo “maltratos gratuitos”, como es el caso “del Sirio, que es paralítico y al que se le ha negado su silla de ruedas durante seis semanas”.
“El demandante señala que los detenidos están más juntos que nunca, ya que están decididos a luchar contra el abuso que están sufriendo con una huelga de hambre no violenta”, apunta Stafford en su declaración, rubricada el día de ayer.
Los abogados que cuentan con varios defendidos dentro de la prisión han asegurado que la huelga de hambre finalizaría si se les permitiese a los reos hacer entrega de sus libros sagrados y recibir otros para sus oraciones, pero denuncian que ningún estamento de la prisión les escucha.
Los guardas de la prisión suelen hacer registros rutinarios en las celdas en busca de objetos ocultos con los que pudieran dañar al personal de la prisión, médicos, abogados u otros detenidos, mientras que cada preso está autorizado a tener una copia del Corán.
Los guardas tienen prohibido tocar esos ejemplares y normalmente son lingüistas musulmanes a los que se les permite buscar en el libro sagrado, si los jefes militares lo consideran necesario.
Solo seis de los 16 presos de alto valor del penal están atravesando por un proceso legal para ser juzgados, entre ellos los supuestos autores materiales e intelectuales de los atentados de 11 de septiembre de 2001 en EE.UU., mientras que 86 del total de 166 presos están recluidos sin cargos y su liberación está “suspendida indefinidamente”.
El Pentágono solo ha reconocido hasta el momento a 31 presos en huelga de hambre dentro del penal.
Con EFE