‘Ruido de sables’ en Ecuador

John Marulanda, desde Quito | Mientras el gobierno venezolano se cocina en su propia tinta y lleva al país al abismo, la Kirchner empieza a ser juzgada por su desastrosa política económica, a Lulla y a la Rouseff les pisan los talones por corrupción y a Evo le dicen que no lo quieren tanto como su egolatría le susurra, en Ecuador la caldera social empieza a calentarse y los militares a mostrar los dientes de nuevo.

Rafael Correa enfrenta una cruda realidad presupuestal debido a la baja del precio del petróleo, que representa el 40% de los ingreso del país y al gasto asistencialista de factura socialista que tienen la economía a la puerta de una recesión de 4% según el Fondo Monetario internacional.

Correa no se vio en el aniversario de la muerte del teniente coronel venezolano, además que el país Bolivariano es el peor ejemplo de los que la revolución socialista le puede hacer a un país. El exalumno de Lovaina, está dedicado a timonear una sociedad polarizada, con altos índices de desempleo, violencia en ascenso y narcotráfico rampante: en 2015, se decomisó la mayor cantidad de drogas en la historia del país: 79,2 toneladas, procedentes de Colombia por el norte y de Perú por el sur.

El último informe del Departamento de Estado de US señala a Ecuador, ya no como país victimizado por el tránsito, sino como productor de tales sustancias. El dólar, moneda nacional, facilita el flujo de miles de millones de dólares ilegales al año y un continuo lavado de activos que, con un discreto mutis de las autoridades, entra a la economía legal y ayuda un poco a paliar la crisis. Tal como sucede en Venezuela. Para soportar la tempestad económica, el gobierno confía en los chinos. Después de Brasil y Venezuela, es el país con mayores prestamos del país asiático, que llegan a unos 7 billones de dólares.

En medio de este aprieto financiero, Correa, reconocido por reprimir la libertad de prensa en su país y quien renunció a su reelección después de tres periodos presidenciales, le metió mano a los fondos del Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas (ISSFA), amenazó con pasar el ISSFA al régimen común del Instituto de Seguros Sociales y retardó el pago de las pensiones de los militares. La airada protesta de los Mandos no se hizo esperar como tampoco se hizo esperar la arrogante reacción del mandatario que descabezó toda la cúpula castrense.

En la Escuela Superior Militar de Parcayacu durante la ceremonia de celebración de 183 años de la batalla del Portete de Tarqui, , cuando inició su discurso, todos los Oficiales en uso de buen retiro (Servicio Pasivo), se levantaron y en silencio abandonaron el campo de paradas. Al final de la perorata presidencial, no se oyó un solo aplaudo entre los adustos y correctamente uniformados Oficiales en servicio activo sentados de la tribuna de honor.

Cuatro días después el Ministro de Defensa renunció, luego de hacerse pública la carta del General retirado Oswaldo Moreno que lo calificaba de ignorante y sinvergüenza: había dicho el alto funcionario que el Ejército no estaba preparado para garantizar la seguridad al presidente y había regañado al Mando via twitter. Paco Moncayo, General también en Servicio Pasivo, ex- congresista y ex – alcalde de Quito, reclamó que las FFAA “no son una hacienda del Comandante en Jefe o de su ministro”.

En septiembre de 2011, Correa, supuestamente secuestrado por unidades policiales que reclamaban por el recorte a sus bonos salariales fue rescatado por Fuerzas Especiales del Ejército en un incidente que terminó con una docena de muertos, unos 200 heridos y varios oficiales policiales en la cárcel.

La inconformidad de militares, profesores y estudiantes, médicos y empleados hospitalarios, periodistas y empresarios, tensan el ambiente en Quito por estos días. Se recuerdan las continuas revueltas a partir del 2000 que generaron una tremenda inestabilidad política hasta el 2007 cuando Correa, el mejor educado de los hombres fuertes del socialismo del siglo 21, desvertebró organizaciones como la Confederación Nacional indigenista del Ecuador, CONAIE, actor principal de aquellos zarandeos. Ahora Correa trata de dividir a los militares lo cual ha llevado a que los retirados apoyen con entusiasmo una protesta nacional para el próximo 17.

Las manifestaciones han venido creciendo en frecuencia, volumen y violencia en todo el país desde mediados del 2015 y para la de la semana entrante, los llamamientos a través de coloridos volantes son duros: Golpe de Estado a Correa, proclaman.

Las comunidades de las áreas fronterizas con Colombia también están en ebullición dada la crisis petrolera. Allí, el Bloque Sur de las FARC merodea ampliamente por las Provincias de Carchi, Sucumbíos y Orellana, al frente de Cauca y Putumayo en Colombia, dedicado al trasiego de insumos y de cocaína. En esa región binacional, los terroristas narcotraficantes se confunden con comunidades que negocian lo necesario para que la industria ilegal siga produciendo dinero para todos. El Cartel de Sinaloa ha logrado configurar redes de apoyo que bajo su dirección, despachan alijos para el mundo desde Guayaquil o desde la mencionada frontera, en semi sumergibles que navegan por el Pacífico rumbo a Centroamérica.

Mientras tomo un café en un barcito del centro histórico, mi contertulio, un militar retirado, me señala la terraza del Hotel Plaza Grande, ubicado justo al frente del Palacio de Carondelet, sede del gobierno. En lo alto, dos francotiradores descansan en la cintura sus fusiles de precisión Remington. “Son los encargados de neutralizar cualquier amenaza contra el Presidente cuando sale a los balcones a saludar a sus seguidores, escasos por estos días”, me dice. Agrega: “verás, como está peleando con los militares no creo que tenga muchas ganas de salir al balcón”. Apuramos otro sorbo de café.

Por la noche en el Hotel me reúno con un académico que me expone su hipótesis: “la situación económica es muy crítica y Correa ha tenido que recortar todos programas de asistencia social que le dieron popularidad en su momento; está buscando que lo boten del gobierno para no terminar y así evitar que lo juzguen, como está pasando con la Kirchner en Argentina y con Lulla en Brasil. El prefiere que lo tumben, salir y buscar el regreso como salvador”. ¿Otra vez los militares?, pregunto. “En Ecuador los militares tienen raigambre popular y poder económico, además de tradición”, me dice. “Están convocando a otros sectores inconformes con Correa y con su autoritarismo que nos está “venezolanizando”. Esto se puede volver a incendiar en cualquier momento”.

Así está el Ecuador por estos días: complejo, tirante, con muchas expectativas. Al igual que los volcanes Cotopaxi o Tungurahua, la situación exhala un perceptible olor a inconformidad acumulada que presagia una nueva explosión social.