“Santos ya está fungiendo de candidato”

Clara López es la primera candidata presidencial para 2014. La exalcaldesa de Bogotá señala que no hay garantías para aspirar a ser mandataria de los colombianos, que Juan Manuel Santos está participando en política y que hay una manipulación electoral con los diálogos de paz en La Habana. Entrevista

Además critica la administración de Gustavo Petro y no descarta un “gran frente de izquierda democrática” en el que podrías estar incluido el movimiento Marcha Patriótica.

Confidencial Colombia: Resulta paradójico que en esta coyuntura el Polo Democrático y el uribismo terminan unidos en oposición al gobierno Santos…

Clara López: Cualquiera diría que tenemos muchos parecidos, y la realidad manifiesta todo lo contrario. El hecho de que haya una oposición uribista a este gobierno, centrada en el rechazo al proceso de paz de La Habana, no los coloca a ellos como un sector de oposición.

La paz no es la única política del gobierno. Todo lo que tiene que ver con la economía, la política social, de comercio exterior es un continuismo exacerbado por parte del presidente Santos frente a lo que hizo la administración anterior. Me refiero a los TLC, a la reforma tributaria, al tema de pensiones.

Nosotros hacemos una oposición profunda a todas estas política y estamos de acuerdo con el proceso de paz. Eso no nos convierte en aliados del gobierno; el diálogo es la postura que siempre ha tenido el partido: tratar de ponerle una salida negociada a este conflicto armado.

CC: ¿Qué tanto se parecen este gobierno y el anterior?

CL: No son idénticos, pero en lo que tiene que ver con el modelo de desarrollo económico las diferencias son mínimas.

Hay diferencias en la manera de abordar las relaciones internacionales, uno ve una apertura positiva, unas ganas de mirar hacia América del Sur. No podemos ser ‘rajatablas’, pero la política económica, social y fiscal de la administración Santos es la misma del gobierno de Gaviria, de Pastrana y de Uribe.

Es un modelo económico que el país ha ensayado y que ahora está echando agua en Estados Unidos y en Europa.

CC: El Presidente dijo que valdría la pena haber sido mandatario si sacaba adelante la Ley de Víctimas, que ya lleva más de un año en funcionamiento, ¿cómo ve su aplicación?

CL: Es una ley que está empantanada en su ejecución, pero que también tiene unas deficiencias estructurales que señalamos desde la discusión en el Congreso. No se puede utilizar, a título de reparación, la política pública en materia de salud, de educación. Eso es garantía de derechos, no reparación.

No estuvimos de acuerdo con el tema del derecho de superficie, que consiste en un arreglo entre el dueño del predio y el empresario que está usufructuando el mismo, lo que consiste en una burla a la reparación. Al Presidente le gustaría pasar a la historia con la Ley de Víctimas, pero tal vez esa ley no da para tanto.

Una reparación histórica sería una integral, como la que la gente tiene en la cabeza. Sin tener que esperar años para que se le cumplan sus derechos. La ley no esta funcionando como pensaban, y la culpa no es de los demás, es de la ley misma.

CC: Otras de las apuestas del gobierno Santos ha sido el acercamiento con las Farc, ¿cómo ve ese proceso?

CL: Me gusta que digan que va bien, pero me parece inexplicable que hayan excluido de una forma tan tajante a la sociedad civil, no solo en la materia de las discusiones de fondo sino también en la información más básica.

El gobierno nacional no ha entregado ninguna información oficial, para que uno sepa el estado de las conversaciones y tener una opinión informada. Yo tengo buenos deseos de que las cosas vayan bien.

El afán de ponerle limitaciones de tiempo a las conversaciones puede malograr el diálogo, y no por asuntos de fondo. La negociación está continuando a través de los medios y más a título de consignas que de verdaderas argumentaciones.

¿No habrá llegado la hora para introducir la figura de la mediación?, uno percibe que todos hablan el ismo idioma pero tienen distintas concepciones de la definición de las palabras. Puede que en este momento haya un diálogo en el que las partes no se estén entendiendo.

Una mediación podría servir muchísimo para identificar puntos de encuentro y garantizaría que la sociedad civil pudiera estar informada de manera objetiva y neutral sobre lo que allí sucede en los tiempos que ellos decidan. Hay una manipulación política sobre lo que puede pasar en La Habana y eso es inconveniente para el proceso.

Esa figura debe ser concertada por las partes, no puede ser impuesta por una de las partes. Puede ser una figura o una institución. Esta figura tiene unas atribuciones y puede enmarcar de mejor manera el diálogo, y yo creo que llegó el momento de apelar a este papel.

El presidente Santos ha dicho que los diálogos no van más allá de noviembre, y a uno le queda la duda de si las decisiones en La Habana se están tomando por el interés nacional o por el interés particular de la reelección del mandatario.

CC: Cuáles han sido los logros del Polo Democrático como único partido de oposición al gobierno Santos?

CL: Al Polo poco le reconocen, y yo quisiera referirme al tema de Bogotá y a nuestra bancada parlamentaria, que es la que lleva el ejercicio de la oposición.

La bancada tuvo una posición firme, consecuente y seria frente al tema de la reforma a la Justicia, en los ocho debates le cantamos lo que estaba sucediendo y lo que terminó pasando. Si hubieran escuchado las voces del Polo, otro habría sido el cantar.

Los grandes debates en Colombia han sido los debates liderados por el Polo: el tema de las tierras, la salud, la minería, temas como Cerromatoso, han sido planteados por el partido.

Frente al tema de San Andrés y Providencia, creo que el destino de la posición de Colombia en La Haya hubiese sido distinto si hubiera habido un miembro de nuestra colectividad en esa comisión asesora. Nosotros tenemos mucha claridad sobre temas de soberanía nacional, claridad que no tuvieron los partidos de gobierno y ahí está el resultado.

El mayor aporte a la reducción de la pobreza en Colombia lo ha hecho el partido, es una política de inclusión social que ha sido fundamental en el modelo de ciudad de los lugares en los que hemos tenido oportunidad de gobernar. El Polo, por ejemplo, mejoró ostensiblemente el catastro de Bogotá.

La pobreza en Bogotá se redujo en una tercera parte del año 2002 al año 201, en los dos periodos que tuvo alcaldes del Polo Democrático. La pobreza extrema también se redujo, y quedó en el 2 por ciento.

Por supuesto estos resultados se han visto empañados por el tema de la contratación, que debió haber sido denunciado a nivel nacional, pero solo interesó destruir la imagen del Polo Democrático. Nos siguen cargando con esa parte de la imagen.

CC: ¿Colombia se convirtió en un país unánime?

CL: Yo a veces, de burla, digo la mesa de unanimidad nacional. El país no, pero el gobierno quiere abarcarlo todo y lo que no logra controlar lo ridiculiza, lo invisibiliza, no lo tiene en cuenta.

La deliberación pública en Colombia es muy pobre, el debate es entre los que están de acuerdo, se excluye a los que no piensan como ellos. Y eso es muy problemático para una sociedad que se basa en el pluralismo político y en una discusión amplia y abierta.

CC: ¿El episodio en el que Santos le dijo a Vargas Lleras que tendrían que definir su futuro político es una muestra de esa unanimidad?

CL: Santos intervino en política. Sin ninguna humildad republicana confundió la investidura de un Presidente en un acto oficial de gobierno con la calidad de un jefe de una parcialidad política. Convirtió un acto de gobierno en un directorio.

Eso es muy negativo para el debate público, porque lo que piensa el jefe de estado no puede ser lo que le convenga a todo el país, y mucho menos a la oposición. La humildad republicana no es una de sus virtudes, porque al día siguiente dijo que si no les gusta caldo “les voy a dar dos tasas”.

Utilizar de manera ventajosa el cargo de Presidente de la República para avanzar en un interés propio, va en contra de las garantías que la Constitución le imponen como jefe de Estado. El tema no es gastronómico, no es de burla. Tiene que ver con el valor de nuestra democracia.

CC: ¿Cree que esta “movida política” es el inicio del gobierno anti-Uribe de Santos?

CL: El peor referente, y es en el que se basa el presidente Santos, es el de Uribe. Fue el exmandatario el que propuso en el Congreso el tema del “articulito” en beneficio propio, y allá estuvieron todos de acuerdo, por supuesto no los que estábamos en la oposición.

No deben hacerse reformas constitucionales en beneficio propio. La reforma política que se aprobó, que prohíbe el transfuguismo y la doble militancia, intenta proteger el principio de la representación democrática, ni más ni menos. Ahora, unos y otros miden las reglas de juego para el próximo debate electoral y encuentran que de pronto lo que habían aprobado no les conviene tanto.

Todos estos mecanismos se están llevando a cabo con intereses electorales concretos, cuando estamos ad portas de un debate electoral. Eso es inconveniente, es malsano, es antidemocrático y hacen mal en utilizar el Congreso de la república como un lugar de bolsillo para beneficiar intereses políticos.

Clara López candidata

CC:En esta coyuntura usted decide emprender una campaña presidencial, ¿hay garantías para hacerlo?

CL: Absolutamente no. No tenemos las garantías a la igualdad, al respeto, al acceso a los medios del Estado para controvertir las posiciones del primer mandatario, que ya está fungiendo de candidato. Con el gobierno ni siquiera se pudo concertar un estatuto de la oposición.

Hay un total desinterés por ofrecer garantías a los partidos que no están de acuerdo con lo que plantea el gobierno.

CC: Aún así, usted decide emprender la aspiración, ¿por qué?

CL: La alternativa no puede ser irnos todos para la casa y dejar que reine el unanimismo. Este país necesita una alternativa de izquierda democrática, creo que las condiciones están dadas y ojalá salga adelante el proceso de paz en La Habana porque sin tanto conflicto armado es posible que haya una oxigenación del sistema político y más pluralismo.

El Polo es parte, pero no es solo esa alternativa. Tenemos el mandato de construir y participar en una gran confluencia de los sectores alternativos del país para que la mesa de unanimidad nacional tenga una contraparte fuerte y seamos capaces de disputarle la presidencia a Juan Manuel Santos.

Vamos a tener un muy buen desempeño, al punto que no me sorprendería que pudiéramos reunir las mayorías suficientes para disputar la Presidencia.

CC: ¿Cómo lidiar con la mala imagen del Polo en Bogotá?

CL: El tema de la imagen es relativo, yo tengo una excelente imagen en Bogotá así no la tenga el partido. El Polo Democrático tiene la imagen reiterada por la prensa de que “justos pagan por pecadores” y si eso fuera cierto, ningún partido político podría tener una imagen favorable. El Polo no participó, por ejemplo, en el fenómeno del paramilitarismo, que se tomó el Congreso de la República.

A mí la gente me dio la mano para hacer una buena alcaldía, lo hicimos juntos y la ciudadanía sabe que yo soy una persona de carácter, honesta, que sabe manejar la cosa pública. Yo no voy con el cuento de la mala imagen del Polo para generarme una mala imagen a mí.

CC: ¿Cuál es el perfil de Clara López como candidata presidencial?

CL: Yo soy la candidata alternativa, la que va a plantear un modelo alterno de desarrollo económico, que va a plantear una política social de inclusión, tengo un recorrido de lo que hemos hecho y planteado. El electorado mío es el que no esté satisfecho con el desempleo y el mal rendimiento social de los gobiernos que importaron una fórmula económica que no dio los resultados esperados.

CC: En medio de la polarización Uribe-Santos se hace cada vez más pertinente la figura de un líder de izquierda democrática. ¿Podría haber una gran coalición de movimientos cercanos ideológicamente?

CL: Ese ha sido el planteamiento desde el comienzo. Queremos hacer un gran frente democrático para disputarle la presidencia a Juan Manuel Santos. Eso debe hacerse con los sectores socialdemócratas de los partidos. El Polo está en total disposición de buscar reglas de juego para que haya una candidatura única.

CC: ¿La Marcha Patriótica podría estar vinculada a este frente de izquierda democrática?

CL: Es posible que ellos quieran participar, habría que iniciar procesos de discusión sobre los temas concretos. Las alianzas no se hacen con base en abstractos, sino en concreto.

CC: ¿Cómo ve la posible participación en política del expresidente Uribe?

CL: Está en todo su derecho, es un hombre con gran ascendiente en un sector muy importante de la opinión y eso es la democracia.

A mí lo que no me gusta del proceso es que en Colombia solo se habla de Santos y de Uribe, y hay una polarización que busca vaciar las otras expresiones políticas, que ya de por sí están bastante invisibilizadas.

CC: Finalmente, ¿cómo ve la alcaldía de Gustavo Petro en Bogotá?

CL: Nosotros le hemos hecho varias críticas desde varias perspectivas. En primer lugar, la improvisación tan grande que hay en términos generales. Hay falta de gestión, incapacidad en conformar un equipo estable.

Eso da al trasto con unos grandes logros de ciudad. Una de las grandes fortalezas de Bogotá desde el 91 es que cada administración le ha aportado algo al modelo de ciudad, y a Petro se le metió en la cabeza que uno puede cambiar ese modelo cada cuatro años. Lo que hay es que hacer una construcción colectiva progresiva.

Pero Petro decidió que todo lo que venía antes estaba mal hecho, y que había que empezar de cero. Y nos quedamos sin chicha y sin limonada. Cerró los comedores, las casas de participación, las casas donde resguardaban mujeres víctimas de violencia de género, desmejoró el programa de víctimas. Petro ha recentralizado los recursos y no los ha ejecutado.

Además, cada vez que alguien lo cuestiona él grita “cartel de la contratación” y enviste como con un trapo rojo. A Petro no le gustan los toros pero los practica. Piensa que todo se puede explicar con acusar o asociar a todo el mundo con el carrusel de la contratación y en ese proceso está desinstitucionalizando a Bogotá.

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