Se degradan las instituciones

El presidente de la Corte Constitucional dice que Colombia está obligada a acatar medidas cautelares de la CIDH. El Consejo de Estado se ha inventado el engendro jurídico de consultar al procurador si está de acuerdo con la decisión de dictar medidas cautelares a favor de Petro: leguleyada monumental, cuya respuesta ya sabemos porque no somos estúpidos. Los estropicios jurídicos de ésta instancia son inauditos y limitan con la ilegalidad y se corrobora, junto al Consejo Superior de la Judicatura, como las más vergonzosas fábricas estatales de impurezas jurídicas. [Opinión]

El presidente neutralizó al ministro de justicia y al fiscal general cuando decidió no acatar la cautelares de la CIDH, pero no se ha mostrado capaz de neutralizar al procurador. Hace lo que le dice. ¿Será por la amenaza de investigar la mermelada?

Estos son los últimos episodios de la anarquía jurídica y política de Colombia, país prisionero de un enjambre de vericuetos jurídicos, clientelistas y de corrupción, derivados de la constitución de 1991, producto de la traquetización.

Mientras el poco confiable Consejo de Estado decide según le ordene el procurador, Santos no tomará ninguna decisión respecto a la terna, y el encargado Rafael Pardo continuará gobernando Bogotá con un pie adentro y otro afuera. Pasarán los días, y si no se configuran las circunstancias para ultimar un golpe de estado en la capital, habrá elecciones atípicas después de la segunda vuelta, siempre y cuando en estos dos meses la Corte Interamericana de Derechos Humanos no dicta medidas cautelares a favor del alcalde destituido. Caos.

Las instancias internacionales están muy molestas con Colombia e intuyo que están prontas a dictar doctrina con base en los comportamientos de un país fuera de madre que se cree el ombligo de las galaxias.

Con derecho a desvariar


Hasta que haya una reforma política y del sistema judicial y se acabe con una procuraduría de fanáticos, también hija de la constitución del 91, y para evitar un mayor daño a Bogotá, el Consejo de Estado debe aceptar la decisión del procurador, pero bajar la inhabilidad de Petro a dos o tres años. Todo esto, anticipando que el exalcalde le ganará en pocos años una demanda multimillonaria al estado colombiano porque fue ilegal lo que se hizo con él. Mientras tanto, en estos días, Santos podrá elegir de la terna de la Alianza Verde un alcalde transitorio y convocar a elecciones atípicas después de la segunda vuelta presidencial.

A corto plazo este es el camino menos traumático para Bogotá y para la débil democracia e institucionalidad colombiana, porque unas medidas cautelares a estas alturas de un descompuesto proceso político y jurídico, no hace más que alargar la incertidumbre, revivir la revocatoria, y continuar con la amenaza de nuevas decisiones jurídicas, internas y externas, asumiendo que Santos cometió el garrafal error de no acatar las medidas cautelares de la CIDH, para hundir aún más a Bogotá y a Colombia en un caos jurídico, político, institucional y constitucional.

Ahora bien, si el Consejo de Estado adopta medidas cautelares, los promotores de la revocatoria deben renunciar a ella para evitar un mayor perjuicio a la ciudad y un mayor deterioro institucional y constitucional, y esperar que el proceso judicial siga su curso, incluso, con la polarización que genera la continuidad de Petro, no por las bondades que tiene el plan Bogotá Humana, sino por su ineficiencia y porque han decidido ver en él un demonio cuando es un político que ideológicamente está más cerca de Lula, Dilma, Bachelet, Correa, Mujica y Solís, que del chavismo del siglo XXI. Su problema radica en que no es un político pragmático como aquell@s.

Esta es la hecatombe de una Colombia con un sistema político electorero nada confiable, de una política de personas y no de partidos, de fanatismos de derecha, y de unos sistemas jurídico y electoral, clientelistas, poco transparentes e inseguros.

En la paz, de acuerdo con Santos


Los demócratas debemos apoyar las declaraciones de Santos que sobre la paz hizo en RCN. Dijo que dudaría en hacer un operativo militar contra Timochenko, cuando el proceso de paz avanza en La Habana. De acuerdo.

Igualmente loable que se acuerde un cese unilateral o bilateral de cese de hostilidades si está cerca el buen final de las negociaciones. De acuerdo, porque Colombia necesita empezar a sentir la paz y para que la mayoría se vuelque a apoyarla. Por supuesto, que los áulicos de Uribe y Ordoñez: Oscar Iván y Martha Lucía, no están de acuerdo, y saltaron como crispetas para rechazar las declaraciones del presidente.

En el tema de la paz apoyo total a Santos, no en el manejo de Bogotá, pues se ha sumado a avasallar la constitución, alimentando la necesidad de una constituyente porque ésta se vuelve indispensable cuando hay destrucción institucional. En otras palabras, Santos desaprueba una constituyente a corto plazo, pero al mismo tiempo, con algunos de sus actos, la alimenta, sumándose a Uribe, Petro y a las FARC.