"Sin este país me sentiría hueco, calcáreo y sin sentido"

“Colombia es el país de Sísifo, todas las mañanas subimos una piedra a una cima y la vemos caer para volver a subirla, siempre recomenzado. Esto resulta fatigoso pero también nos ha dado una gran resistencia. Es un país que en lo social, a pesar de sus grandes ciclistas, pedalea en una bicicleta estática. Pero la verdad, sin este país me sentiría hueco, calcáreo y sin sentido” así define, el poeta Juan Manuel Roca a Colombia.

Su poesía ha quedado impresa en varios libros de los cuales se destacan: Los ladrones nocturnos, Luna de ciegos, Cartas desde el sueño, Fabulario real y Memoria del agua. Ha recibido varios premios como el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar, el Premio Nacional de Poesía Ministerio de Cultura de 2004, el Premio Casa de América de Poesía por su libro de poemas Biblia de Pobres en 2009, entre otros.

Este antioqueño de 64 años le contó a Confidencial Colombia por qué se siente orgulloso de ser colombiano: “Más que orgulloso, me siento muy a gusto de ser compatriota de algunos hombres y mujeres de mi país. Porque si ser colombiano, como decía el más citado de los poetas argentinos (Borges) “es un acto de fe”, no pocas veces también y en muchos casos ser colombiano resulta ser un acto de “mala fe”. Piensen nada más en los prófugos del uribismo y en el reciente caso del ex-ministro Arias, ¿o hectáreas?, una suerte de Robin Hood al revés que asalta a los pobres para darle a los ricos.

Si me recuerdan que soy paisano de Baldomero Sanín Cano, de Luis Tejada, de Ricardo Rendón, de María Cano, de Doris Salcedo o de Hernando Téllez, de tantos otros ejemplares creadores, siento algo que no me atrevo a llamar orgullo pero sí un inmenso gusto, un cierto aire que exorciza cualquier envilecido panorama. Lo del orgullo de ser de algún país, cualquiera que éste sea, casi siempre trae consigo patrioterismos, himnos, medallas, falseamientos históricos, exaltaciones nacionalistas que ya sabemos dónde van a parar, casi siempre: en prepotencia y hasta en campos de concentración”.

A través de la poesía se construye país

“La poesía y los poetas que me interesan no están encastillados en ningún paraíso. Como la poesía es una forma del pensar y además una prótesis para andar por el mundo, como no se mueve privativamente en un mundo abstracto, por supuesto que le concierne lo que le ocurre en los demás. Y en Colombia sí que nos ocurren cosas en los otros, es impensable no sentirse desplazado con los conglomerados de gentes despojadas por los señores de la guerra. O perseguido entre tantos injustamente perseguidos. Pero no todo es tragedia. También está el festejo de uno en los demás”.

La Colombia con la que sueña Roca, “Sin personas manipulables por la demagogia, sin gentes enamoradas del canto de sirenas de los amantes de la guerra, toda vez que quien ama la guerra se odia a sí mismo. Sin la música de los timpanicidas que pasan en la radio. Sin la cantaleta de los vendedores de humo que son casi todos los políticos. El 20 de julio habría que romper el florero de cristal de la indiferencia. El florero de cobre de la corrupción. El florero de porcelana de los rezagos virreinales. El florero mariano de la beatería. Y les juro que no soy dueño de ninguna fábrica de floreros, ni siquiera de yeso.

Le quitaría prepotencia a los colombianos que no admiten el disenso, capaces de cualquier cosa por llegar o conservar el poder político o económico, que a veces son hermanos siameses. Le agregaría una mayor preocupación por los espacios culturales, iniciando con una des-banalización de los medios y siguiendo con el fomento decisivo de las artes”.