Christoph Harnisch, jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Colombia, conversó con Confidencial Colombia sobre los acuerdos humanitarios a los que ha llegado la Mesa Negociadora y la labor del comité en el marco de los diálogos de paz.
Harnisch llegó a Colombia el 12 de agosto de 2014 como delegado del CICR en el país. Ha estado vinculado a la organización desde 1984. Nació en Suiza en 1958 y cuenta con una maestría en diplomacia de la Universidad de Ginebra.
Lleva un poco más de un año como jefe de la delegación del CICR en Colombia, ¿cómo le ha ido?
Me ha ido bien. Me tratan bien los colombianos; es un país que como todos los países en conflicto, son difíciles. Se puede trabajar. El CICR aquí en Colombia tiene muchas cosas que no tiene en otros países como: acceso al terreno, acceso a los actores armados, a un diálogo de calidad con las Fuerzas Armadas, con los ministerios. Son condiciones de trabajo muy buenas.
¿Cómo ha sido la labor del CICR frente a los diálogos de paz?
Hay dos dimensiones que manejamos de la manera más eficiente. Por un lado, está el papel que tiene el Comité en facilitar el diálogo para que las partes (Gobierno y Farc) lleguen a un acuerdo. Por ejemplo, la logística de traslados de los negociadores y para operaciones especiales que ellos quieren hacer como la operación que se llevó a cabo en el Chocó con el General Alzate. Este papel protagónico no lo tiene el CICR en muchos países del mundo, el de poder beneficiar la confianza de las partes para organizar e implementar este tipo de operaciones.
Por el otro lado, y es para el Comité el más importante, el de continuar nuestra operación en las zonas más afectadas por la violencia para atender y asistir a las poblaciones, según las dinámicas del conflicto.
Lo que sorprende a un extranjero cuando llega a Colombia es que hay una dimensión pública del proceso. Es decir, se habla de los diálogos de paz, de la negociación y hasta de posconflicto y cuando uno va al terreno lo que ve, son personas que tienen todavía en sus cabezas la lógica del conflicto, y no hay un pensamiento ni una relación directa de lo que el Gobierno y las Farc están negociando en La Habana y lo que pasa en el terreno.
Una cosa es la dimensión política de negociación y otra muy distinta, es la dinámica del terreno. Ahora se está entrando a una parte esencial, que es la de los acuerdos humanitarios. Para nosotros es muy importante porque es el resultado del diálogo que ha tenido el CICR con las partes aquí y en La Habana.
Usted hablaba que, desde la experiencia del Comité en muchas regiones del país, la población sigue pensando y viviendo el conflicto y no hay una relación directa de lo que pasa en La Habana y lo que pasa en Colombia. ¿Qué hay que hacer para que eso que se está discutiendo en Cuba llegue a las zonas que viven la violencia?
Lo que falta son actos concretos y visibles que cambien la vida de las personas que nunca han visto un cambio. Si una familia en el Chocó, en Nariño o en Putumayo están expuestos hace 20 años al conflicto y si esa presión desaparece pues, el campesino dice: “ahora si me voy a trabajar al campo”. No tienen que ser las partes la que le dicen al campesino qué hacer, él puede decidir. Debe haber actos concretos
Por ejemplo, como el desminado humanitario que se está llevando a cabo en Antioquia. Esta acción es pequeña pero es concreta. Eso quiere decir que las 140 personas que están en esa vereda haciendo la labor de desminado, están cambiando la percepción de la comunidad. Se puede hacer la propaganda que sea, se puede transmitir la información que sea, pero si las personas no ven hechos no creer. Por eso es que el acuerdo de los desaparecidos tiene un potencial enorme en este país.
¿Qué alcance tiene este acuerdo de desaparecidos al que llegó el Gobierno y las Farc en el mes de octubre?
El alcance es, como dije, dos partes de un conflicto armado no internacional han acordado hacer un gesto humanitario sin defender necesariamente sus intereses propios. El objetivo de este acuerdo son los familiares, son las víctimas que tienen un desaparecido. Lo que es significante en este acuerdo es que lo han hecho antes de la firma del acuerdo final y lo han hecho diciendo que eso no es parte de la justicia, esto hace parte de lo que quieren hacer para reparar a las familias.
Por otro lado, los negociadores reconocen el carácter urgente, ya que tienen que tomar acciones concretas para que la gente vea, porque o sino la gente va a decir: “esto va a cambiar cuándo. Aquí no va a cambiar nada”.
Teniendo en cuenta que hay un plazo determinado para llegar a un acuerdo final y que de alguna manera lo que pacte el Gobierno y las Farc, tiene que ser aprobado por el pueblo, ¿estas acciones concretas podrían ser parte de una estrategia para que cuando se llegue el día Colombia le diga que sí a ese acuerdo?
No, el pueblo colombiano no es tonto. Ellos van a ver que evidentemente hay una parte de política, sin embrago el acuerdo de desaparecidos no es por los próximos cuatro meses, sino es una medida que compromete a las dos partes y durante los próximos 40 años. Lo que quiere decir, es que el acuerdo solo, no va a convencer al pueblo de suscribir lo que se acordaría en La Habana.
Estos gestos no son políticos, para mí van mucho más allá que eso. Supongamos que no haya acuerdo final, el acuerdo de desaparecidos tiene que continuar porque entonces no tendría sentido; por eso, es significante, porque se hace durante la negociación. La medida requiere de tiempo, voluntad política, plata y de toda la sociedad, la cual tiene que participar de una manera u otra, no solamente de las zonas afectadas, es decir no es un problema exclusivo del campo es un problema de la sociedad.
¿Cuál es el papel que va a desempeñar el CICR frente al acuerdo de desaparecidos?
El primer papel que el Comité tomará será el de estar en el centro para discutir con las partes información que ellos tienen sobre los casos, es decir que nos entreguen la información para analizarla y en la medida de lo posible ver a las víctimas para saber cómo quieren enfrentar esta situación. Teniendo en cuenta el interés de las familias, porque seguro habrá familias que no quieren someterse porque tienen miedo, se incluirán en un plan de trabajo para resolver los casos. Nosotros vamos hacer todo lo posible para que esto se haga realidad.
Después hay que construir y establecer la Unidad especial para la búsqueda de personas dadas por desaparecidas en el contexto y en razón del conflicto. Esto hay que hacerlo bien, hay que discutirlo bien con las Farc y el Gobierno para saber concretamente quién hace qué, y nosotros ahí vamos a jugar el papel de asesoramiento a las partes con nuestro conocimiento y experiencia.
Ahora, no podemos hablar de cifras, porque vamos a trabajar con las familias de desaparecidos que quieran hacerlo. Es imposible hablar de cifras, ni siquiera hay un número exacto en la Segunda Guerra Mundial, un conflicto que ha sido tan estudiado. La única forma sería que las partes al inicio del conflicto hayan decidido registrar todas las acciones. Eso solo existiría en el mundo ideal.
¿Qué experiencias internacionales hay sobre este tipo de acuerdos?
Los más famoso son el conflicto de Bosnia y Nepal, aunque hay otros. Cada sociedad después de un conflicto necesita enfrentar este tipo de problemas; hay diferentes métodos para hacerlo, eso depende de las partes. Es por eso, que pienso que este acuerdo forma parte de todo el sistema de Verdad, Justicia y No Repetición.
¿Cuántas personas y qué perfiles del CICR participarán en la implementación de este acuerdo?
Todos. Todas las oficinas del país del CICR van a participar, habrá una persona encargada de coordinar. Este será un cometido del CICR no solo para el año entrante sino para los próximos años, según el plan de trabajo.
¿Se ha discutido algún presupuesto o hay ya uno estimado?
Hay que discutirlo con las partes y la voluntad que hay sobre el tema. Cuando uno habla de presupuesto y se dice, “no se puede hacer eso porque no hay presupuesto”, nunca es una buena explicación. Si hay voluntad hay presupuesto.
Esto es importante, pero más allá del presupuesto, esto requiere mucho trabajo y movilización de la sociedad, algo que yo no veo aquí en Colombia, lo que veo son muchas dudas, mucha oposición que es normal, pero algún día hay que movilizarse; sin la movilización de la sociedad, el Estado no podrá hacer mucho. Después de tantos años de dudas y sufrimientos Colombia necesita creer en algo, va ser un camino muy difícil, pero es algo que valdrá la pena.