Starbuck, la paternidad donada

¿Cuál es la realidad de los donantes de semen? Esa es la pregunta que plantea “Starbuck”, la cinta que próximamente se estrena en las salas de Cinema Paraíso y que, entre comedia y drama, devela la realidad de un muy frustrado padre.

Alrededor del tema sexual pueden existir cualquier cantidad de bromas y chistecitos que despiertan la picardía de cualquier persona y que, en este caso, el no muy conocido director y guionista Ken Scott usó como materia prima para tejer una gran historia, “Starbuck”.

La historia se desarrolla en alguna colonia francesa de Canadá, donde David Wozniak (interpretado por el reconocido actor Patrick Huard) se declara un hombre incompleto que no ha hecho en su vida ningún acto significativo.

A pesar de sus 42 años, David continúa viviendo bajo la protección de sus padres como repartidor de carne en el negocio familiar, “Sólo soy un repartidor de carne y también soy un fracaso en eso”, menciona el vencido hombre que encuentra una dirección de vida, cuando su novia Valérie (protagonizada por Julie Le Breton) le confiesa que está embarazada.

Ser padre, “vaya responsabilidad”, dice quién colecciona comics y aún viste camisetas como si fuera adolescente. De golpe, esta noticia despierta en él una perezosa propuesta de cambio, ser comprometido por una sola vez.

Lo que no espera este hombre es que su pasado lo encuentre de nuevo y le recuerde los muchos deslices que su juventud le permitía. Sólo que en un exagerado número, para ser más exactos, 533.

Bajo el pseudónimo de Starbuck –nombre del toro que sirvió de base genética de una raza bovina, con millones de crías-, el ingenuo David donó esperma entre 1988 y 1990, que pasados los años le representaron 533 hijos, de los cuales 142, demandaron a la clínica exigiendo conocer la identidad de tan ejemplar padre.

David, debatiéndose entre el miedo y la curiosidad, abre el mundo de cada uno de sus hijos y aprende a descubrirlos, a encontrar en su propia conciencia por lo que se ha perdido tantos años, y que esta vez lo inspira para sacar valentía. ¿Será un buen padre después de todo?

Esta refrescante cinta tiene un regalo maravilloso. Logra darle perspectiva a una paternidad que para los espectadores no es muy común, la del padre que entre recipiente y recipiente, va regando su DNA como quien siembra arroz, y además equilibra un drama con la comedia, gracias a las dosis justas, con lo cual el espectador puede cuestionarse sobre las dimensiones y significados de la concepción, mientras estalla con el buen humor que se nos ofrece.