Si bien la contratación de trabajo temporal e indirecto es permitida por la legislación colombiana, las condiciones laborales de estos trabajadores son inferiores a los que tienen un contrato permanente y directo.
Esta es una de las conclusiones de la investigación “Trabajo temporal e indirecto: la pieza que faltaba para entender el mercado laboral colombiano ad portas de una nueva reforma”, realizada por Mónica Parra, investigadora de Fedesarrollo.
Según el informe, financiado con el Premio Germán Botero de los Ríos de Fedesarrollo, los temporales tienen menor propensión a estar afiliados a salud y a pensión, se sienten que están más infelices en su trabajo y reciben un 19% menos ingreso por hora trabajada que trabajadores con las mismas características pero con contrato a término indefinido.
La situación es aún peor para los trabajadores con contratos de máximo tres meses, cuyos ingresos en promedio son menores en 38%. Cálculos de la investigación evidencian que el trabajo temporal ha tenido una tendencia creciente en los últimos años. Este pasó de representar el 13,1% en 2003 al 19% en 2010 del total de ocupados entre 25 y 65 años de edad.
El empleo temporal llegó a representar el 41% del empleo de la industria manufacturera en 2009. La evolución en este sector ha sido continua desde 1999 con la recuperación económica. Frente a otros países, la cifra es muy alta, ya que en España representa el 34%; en Francia, el 13%, y en el Reino Unido, el 7%.
Los trabajadores temporales son aquellos que tienen un contrato escrito por determinados periodos. Los indefinidos son quienes no tienen una finalización en el contrato.
Según Parra, los temporales son más que todo personas jóvenes, sin educación o con educación primaria y tienden a ser solteros. La mayoría están concentrados en los sectores de la minería, la industria liviana, los servicios públicos, la construcción y los servicios sociales. Muchos de estos son cuenta propia y algunos trabajan a través de empresas de servicios temporales.
Los trabajadores indirectos son contratados por la empresa productiva a través de otras compañías como las empresas de servicios temporales, las cooperativas de trabajo asociado (CTA) y las empresas asociativas de trabajo.
El perfil del empleado indirecto es similar al temporal: son jóvenes, entre los 25 y 35 años, pero con educación secundaria y la mayoría son solteros. En lo que tiene que ver con el empleo indirecto también se ha visto un aumento. En el 2000, el total de asociados era de 2,4 millones y en 2010 pasó a 5 millones.
Los trabajadores de empresas de servicio temporal reciben en promedio ingresos por hora trabajada menores en 33% comparados con trabajadores temporales con las mismas características directamente contratados y 37% menores comparados con trabajadores con las mismas características directamente contratados a término indefinido.
Los asociados a las CTA reciben en promedio ingresos por hora trabajada menores en 20% comparados con los ingresos de trabajadores equivalentes pero contratados directamente.
De acuerdo con la investigadora, en Colombia los costos de despido y los costos no salariales son unos de los más altos de Latinoamérica, lo que hace que tanto empleadores y empleados deban buscar alternativas. Por esto, el empleo temporal y el indirecto se vuelven “respuestas al problema de regulación inflexible del mercado laboral”.
Una de las soluciones que plantea la investigadora es tercerizar el trabajo, con el fin de flexibilizar el mercado laboral.
Por el lado del empleado hay muchos desincentivos a estar afiliados a salud. Según una encuesta de Fedesarrollo, el 36% de las personas afirman que prefieren no trabajar formalmente a tener que contribuir y perder subsidios.
“La única forma de que el crecimiento económico se transfiera en reducción de pobreza y en bienestar de las personas es a través del trabajo. Hay que pensar en alternativas y reformas que se pueden dar. Podemos aprovechar la crisis en el sistema de salud para repensarlo, lo mismo en pensiones”, agregó Parra.
