La industria petrolera indicó que las amenazas de Corea del Norte en el sentido de dar inicio a una confrontación bélica, no afectará los precios del petróleo de manera inmediata, pero aclaró que una guerra si dispara el valor.
En diálogo con Confidencial Colombia, el presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), Alejandro Martínez dijo que por lo general las guerras conllevan a problemas económicos grandes a nivel mundial. Precisó que en lo que tiene que ver con el petróleo, las preocupaciones no son tan grandes porque Corea del Norte no es un gran productor de crudo.
“La verdad, no vislumbro que viniese un problema importante en materia de precios o de abastecimiento que golpeara el mercado mundial de petróleo”, aseveró.
Dijo que sin duda alguna no habría repercusiones inmediatas en el precio del petróleo, pero aclaró que en caso de una guerra no son descartables los inconvenientes. “Por supuesto en medio de un conflicto internacional, cosas pueden suceder, sin embargo de manera directa e inmediata no vemos que se venga una alteración en los precios del crudo”.
Para el dirigente gremial el tema de Corea del Norte se presta para la especulación y afirmó que lo mejor es dejar que las cosas vayan madurando sin desear que una nueva guerra se suscite en el mundo.
Martínez expresó su proyección con los expertos que ven un precio del petróleo para 2013 oscilando entre 90 y 100 dólares el barril para el largo plazo.
A criterio del presidente de la ACP, las cosas marchan bien y así se refleja en lo corrido del año en donde la inversión sigue muy dinámica y dijo que al ritmo de la inversión y de la dinámica de la industria, el año puede terminar con una producción de 1´030.000 ó 1´060.000 barriles por día. Anotó que la industria le apuesta a unos 135 pozos perforados al término de 2013.
Reiteró su preocupación por la insistencia que desde el Congreso se hace para modificar la participación del fisco en los hidrocarburos y adujo que de recibir un visto bueno dicha iniciativa por parte del legislativo, habría un aumento en la participación del estado en la renta petrolera, la cual sería ya muy alta, restándole competitividad al país.