Con pundonor y godo sentimiento me veo en la deliciosa condición de hacer una defensa férrea de Andrés Lázaro Pío Pastrana Arango, ahora que el pedazo de bojote narcoterrorista del Ernesto Samper, la ha emprendido contra este muchacho adorado, nuestro grácil Flipper, nuestro rosado bufeo, el más exitoso de los delfines del acuario bipartidista, tan solo porque el gran líder definitivamente se aparta del gobierno leninista del truhán Santos, el cara de babilla.
Empiezo por explicar de una vez por todas lo de su gran éxito en el Caguán cuando durante cuatro años nos iluminó con su sapiencia y su seductor verbo: desde un principio y en pasmosas jugadas recurrentes del más elevado ajedrez cliento-conceptual, todo estaba previsto para que ocurriera como ocurrió. Se trató, en esas épocas doradas del pensamiento criollo, de construir toda esa dinámica gubernamental para que, justamente, el clon de Samper, Horacio Serpa el mazamorrero, a quien el príncipe azul ya había derrotado en las urnas en el 98, no tuviera chance alguno de apropiase de la Casa de Nariño.
Veamos: cuando Andrés, en acto de gallardía, nobleza y total desinterés filtrara los llamados narco casetes, poco antes de las elecciones tras el gobierno caleño-socialista del descastado y desclasado Ernesto, traidor a la mantequilla rancia del Jockey Club, no estaba pensando en ganar esas elecciones sino desde entonces abrirle el camino a la extrema derecha verraca y sin complejos.
La misma derecha que durante ocho años y con lujo de detalles ejerció la total autoridad, la doctrina obduliana -manso Cordero de Dios- y mandó en este país de indios sediciosos, cambiando “articulitos” y rigiendo cual iluminada monarquía, con todo y caballos, al paso fino del carácter. Ese anhelado régimen que bien hizo en convertir el justificado odio en el motor de la historia, y que nos gobernó en la barahunda de las rabietas que hoy nos son tan caras y que nos producen la nostalgia del empute como magna ideología.
El amado Andrés, vástago preclaro de Misael, un visionario que mucho tiempo antes de la Seguridad Democrática tuvo como consigna de todo su gobierno aquel “Objetivo el Pueblo” en clara referencia a la necesidad de apuntar los fusiles para donde toca, es decir, al aire de los pulmones de este pueblo revoltoso y desagradecido.
Digo, el amado Andrés, que al encochinar a Samper abonó el terreno para llegar al Caguán a reunirse con la guerrilla de las Farc y causar lo que causamos, es decir, la imposibilidad total en ese momento de llegar a la inconveniente paz. Acto sublime y magistral táctica, que estuvo prevista hasta en sus mínimos detalles. La famosa silla vacía de Tirofijo, los desplantes, todo, obedeció a un libreto largamente pensado y estudiado a favor de su enormidad Álvaro Uribe Vélez.
Andrés logró interrumpir el embarazo de las negociaciones y abortar la paz, haciendo los diálogos a sabiendas de que ni el país ni mucho menos las Farc estaban preparadas para un acuerdo. Cuando rompimos los diálogos del país Caguán-tatodo, y construimos con Andrés los rudimentos de lo que fuera posteriormente el concepto mayor de la Seguridad Democrática, la suerte estaba echada para que el Serpa, medio eleno medio cachiporro, no pudiera llegar al poder.
Fue Andrés el gran elector del Supremo Uribe, más allá del partido conservador, más allá de sí mismo (como siempre), fiel a los principios de nuestra tradición de clase, de la mano derecha, de la Conquista, porque digan lo que digan, Andrés siempre ha sido un conquistador, desde que seducía a las niñas del Femenino, el Anglo y el Nuevo Gimnasio, desde su púlpito acerado de Tv Hoy.
La patria, de rodillas impíos, le debe a Andrés Pastrana demasiado, casi todo: haber derrotado a casetasos la primera vez a Serpa y a caguanasos la segunda vez. Y de contera, haber causado y permitido que el sacro-santo régimen de Uribe se instalara (con la ayuda de la FAR) durante inolvidables 2920 días en el poder, como panacea nacional.
Lo cual significó una triple derrota para el mariguanero legalizador del Samper: lo hizo quedar como un ciezo al montarle el proceso 8.000 con la ayuda de QAP y el gran Julito Sánchez, (ese profundo pensador criollo que fundara la escuela gnoseológica del Superficialísimo, hoy multiplicada en nuestra Colombia contemporánea), le ganó a Serpa en el 98 y de contera le hizo el pase gol a Uribe para el segundo e ignominioso desastre del mostacho gritón, quien hoy como premio de consolación quiere reciclarse en una lista al Senado que destrozará la de nuestro Centro Democrático, donde no hay nadie subyúdice.
Como ven, el país de la gente divinamente que es el que cuenta y no el de los agrarios y paperos boyaco-muiscas que siguen jodiendo en las carreteras, está en deuda con Andrés. ¡Cállese la jeta Samper!
Por los servicios prestados a la extrema y orgullosa derecha, Andrés se merece hoy una segunda oportunidad. Lo veo ya como Vicepresidente de Pachito Santos, de tal modo que al futuro gobierno uribista del 2014, solo le faltaría un Ministro del Interior de la talla ética de Luis Carlos Restrepo (no regrese todavía mijito que le echan mano), para que se parezca al recordado circo televisivo en el cual nos deleitaron los payasos Pernito, Tuerquita y Pirinola.
Tiene entonces razón Andrés Lázaro cuando en deducción de alto turmequé politológico dijo que “reelegir a Santos es reelegir a Samper”. Y le digo a Samper que se deje de pendejadas y sátiras pedorreas como eso de que con la distancia de Andrés “se despejó la reelección de Santos”. El Juan Manuel, con o sin Andrés, de todos modos será derrotado por las huestes del uribo-ordoñismo, del londoño-lafaurismo.
Pendejo Samper cuando dice que Andrés nunca ha hecho nada por el país. Qué tal lo que acabo de contar; ser el gran arquitecto del uribismo… Y agrega el bandido del Gimnasio Moderno: “Ustedes tiene que entender a Pastrana y no lo maltraten porque él ha hecho dos cosas importantes en su vida: ser hijo de Misael Pastrana y ser enemigo mío”. ¿Qué quería? Que fuera hijo de Samper y enemigo de Misael?
Más pataletas serán las del Ernesto, embadurnado de postre de ñatas caleño y bocadillo de guayabo del poder. ¡Mal perdedor, santista, mamertón, pecueco!
Y si por serle fiel a la doctrina nuestra a Andrés me lo echan de nuestro partido conservador, tranquilo mijito que el Centro Democrático, almácigo y nuez de la godarria y de cara al sol, lo recibimos y lo arropamos como sumercé se merece, como el angelito noble, leal y puro que siempre ha sido.