Transporte de carga, sector más castigado por eficiencia

Con caras largas, otras de ceño fruncido, expresando mal carácter terminó el XXXVIII Congreso Nacional del Transporte convocado por la Federación Colombiana de Transporte de Carga por Carretera. (Colfecar) en donde el Gobierno no llenó las expectativas.

Los empresarios no quedaron satisfechos con las palabras del Presidente Santos y cuestionaron el desdén de la ministra de Transporte de quien consideran, defraudó al salir casi que corriendo sin escuchar las inquietudes sectoriales. Muchos transportadores de quedaron con cartas y peticiones en la mano porque la titular de ese despacho prefirió la evasión.

Confidencial Colombia habló con una empresa de transporte con el fin de conocer sobre la realidad del gremio desde una óptima neutral en donde el empresario y doliente del aviso nos narra los pormenores de la industria que mueve la economía del país por las carreteras nacionales. La síntesis es contundente al escuchar frases que dejan perplejo a cualquiera. “Si pudiera vender mi empresa, seguro que salgo de ella porque esto del transporte ya no es rentable, por lo menos para quienes hacemos las cosas al derecho y bajo el marco de la legalidad y la formalidad”.

El gerente de Tracto Carga, Jairo Céspedes declaró en este medio que empresas como esta con 27 años de existencia han pasado por las verdes y las maduras pese a que han generado empleo y coadyuvado con el desarrollo económico del país. Afirmó que la eficiencia de su empresa y de otras que trabajan duro y poniéndole el pecho a la brisa ha resultado castigado por un estado que contrario a dar la mano para jalonar el progreso, les ha puesto conejo y se ha burlado de ellos.

“Hemos vivido varias crisis porque el transporte en Colombia es de picos y caídas, por decir algo, entre en 1992 y 1998 hubo fiesta por el boom de la construcción, pero entre 1996 y 2002 vino una crisis que obligó a hacer cambios de equipo y de estrategia para poder sostenernos en el mercado. Después de 2002 han seguido las vacas gordas, pero hay situaciones que restan rentabilidad”. Comentó el señor Céspedes.

En Colombia, anotó, hay diversos problemas para tener un transporte eficiente y estos van desde unas carreteras precarias y casi que de herradura, hasta líos de logística, altos precios de los combustibles, alto número de peajes, carencia de infraestructura básica, inseguridad y pobreza en competitividad por el ingreso a los puertos o la simple salida de las ciudades generadoras o destinos de carga.

La gerente comercial de Tracto Carga, Gladys Camargo anotó que el sector transporte tiene sus puntos de inequidad y falta de coherencia porque a un empresario le pagan lo mismo por llevar carga corriente que por transportar carga de alto riesgo. “Eso dice que no hay consecuencia con lo que se hace y que una empresa especializada, con personal especializado y con mayores inversiones trabaja por lo mismo que todos y sin incentivos. Las políticas de transporte son irrisorias y aquí perfectamente se puede hablar de contentillo o caramelo a la hora de negociar o recibir lo que se requiere por parte del ejecutivo”.

Sostuvo que en materia de fletes, las fórmulas no han funcionado porque el estudio de rutas que lidera la Andi también ha sido un fiasco. Esa directriz, resultó inequitativa porque resultaron remunerando el flete igual a quien carga ladrillos o cemento que al que se arriesga con cargas de combustibles, explosivos o químicos de mucho riesgo. La oferta y la demanda es una ley universal que opera en todo el mundo, pero lamentablemente ese tratado no es rentable en Colombia.

¿Y de la plata qué?



En opinión del gerente de Tracto Carga, el empresario del transporte ha llevado del bulto con cada error gubernamental, a ese inversionista se le ha mentido, se le ha engañado y hasta resultó desfalcado toda vez que consignaron en un fondo de chatarrización más de 1.3 billones de pesos, de los cuales el anterior gobierno, al parecer gastó 1.1 billones, dejando el plan de renovación del parque automotor de carga en veremos, o por lo menos aplazando su ejecución.

“Es impresentable que el ministro de Hacienda venga a Cartagena a decirnos que la plata si estuvo, pero que nos la van a reponer porque no sabe donde está, eso no tiene sentido, es como insultar a los transportadores que pagamos 70 millones de pesos por carro chatarrizado para financiar la reposición del equipo a los pequeños empresarios, lo que no se ha visto. Ahora nos salen con el cuento que el programa y la plata se verá hasta el 2018, si el Congreso lo aprueba, que dicho sea de paso, no debe ir a esa instancia por tratarse de recursos privados”, apuntó el señor Céspedes.

Sobre la modernización del parque automotor anotó que en Colombia hay fácilmente un 40 por ciento de vehículos viejos con más de 20 años, situación que suma factores para congestionar las vías, sin dejar de decir que hay un retraso vial con más de 40 años en el país. “Esa es otra deuda que tiene el estado con la Colombia del Sagrado Corazón”.

La situación es tan compleja que al hacer la ecuación costos de operación y rentabilidad, no se justifica tener una empresa que literalmente trabaja a pérdida, más cuando se pagan salarios, prestaciones sociales, mantenimiento, impuestos y todo lo requerido, que no es poco, para ser formal.

“Colombia necesita políticas de estado serias y que le den soluciones integrales al transporte. Lamentablemente seguimos con ministros de paso y nada concreto ocurre a favor, no solo del transporte, sino del país como un todo. Esto es tan irrisorio que los proyectos de 2010 y 2011 siguen sin cumplirse y por eso los paros estallaron porque la gente no aguantó más tanta promesa incumplida”, dijo el empresario.

Tal y como van las cosas en todos los frentes, aseveró, Colombia está a las puertas de una hecatombe y eso lo ratifican las movilizaciones anteriores porque ya las cosas no son un inconveniente económico sino también social.

Con el TLC, Colombia hizo el oso



Al mirar el país competitivo, que no lo es, al revisar el precio de los combustibles, el costo de los peajes y las terribles vías, es apenas lógico decir que Colombia le quedará mal a los tratados comerciales porque no hay rutas decentes para el comercio. “No niego que estamos en plena globalización de los mercados y que debemos estar allí, lo malo es que el Gobierno no brindó condiciones para ello y si seguimos con promesas que no se cumplen, giro de cheques sin fondos y perjurios, vamos a colapsar”.

Para Céspedes, los paros y los problemas se levantan con ofrecimientos y documentos Conpes que son firmas que se quedan en el papel y de momento el TLC y otros convenios parecen que serán un lío más, antes que una bendición. Aquí no se preparó al país para un TLC, no hubo pedagogía y estamos en desventaja con los países socios”.

Sobre vehículos, anotó que estos siguen costosos, empero dijo que el fenómeno chino se afianzará con lo cual podrían bajar los costos en el mediano plazo.

“Hacer empresa en Colombia es de las cosas más difíciles porque tenemos una de las cargas impositivas más elevadas del mundo, no hay infraestructura en todo nivel, hay competencia desleal y no se premia al que hace la tarea, por el contrario se le da mal trato.

Esta empresa comparte la inquietud de la Superintendencia de Puertos y Transporte que da cuenta de una alarmante informalidad en el transporte de carga. “Infortunadamente hay pocas empresas legales, pero hay muchas de escritorio o de fachada que no cumplen con las exigencias mínimas.

Otro problema al que se enfrenta el transporte legalmente constituido es al de las bajas tarifas acompañadas con ineficiencia. “Nosotros invertimos en mejorar la empresa, en logística, en prospectiva y calidad, pero nos toca competir con empresas que generan dudas.

A hoy un viaje en tractomula con mercancías a Buenaventura cuesta 2.8 millones de pesos y de Bogotá a Cartagena el valor sube a 3.4 millones de pesos. Los costos de operación a Buenaventura suman en promedio 3.4 millones y algo similar los de operar a la capital de Bolívar, luego no hay rentabilidad, la compensación está por el lado de las importaciones. “Si a mi me dicen que constituya una empresa de transporte en las actuales condiciones, con seguridad que no lo hago, es más si me compran la empresa, la vendo, eso lo hemos pensado”.

Céspedes concluyó que ser empresario en Colombia es un pecado y dijo que generar empresa y empleo es casi que un delito porque se vive castigado y sin estímulos. Para el capítulo transporte se desconoce que este sector promovió el gran desarrollo y por el contrario se ofrecen unas vías peligrosas, de muy alto riesgo y que con un TLC, lo que da, es ya no mal genio, sino vergüenza.