Renegar de os políticos es una de las actividades más comunes de los colombianos en época de elecciones. Es un comportamiento que se repite cada cuatro años. Se reniega, se critica pero poco o nada se hace para cambiar la realidad política del país.
Es difícil comprender que, como pueblo, reneguemos tanto de los políticos y de sus partidos o movimientos y aceptemos, con pasividad y asombro, sus slogans, sus discursos, sus promesas de campaña de un mejor futuro para Colombia y, a su vez, para nosotros. Es difícil comprender que con un asado, tamal, cerveza o por algún monto mínimo de dinero, dejemos nuestro futuro en manos de personas que han demostrado, no una o dos sino innumerables veces, que no son administradores, que fueron incapaces y que traicionaron, otra vez, nuestra confianza.
No sé por qué dejamos nuestras responsabilidades y nuestro futuro en manos de un político; es la triste manía de no asumir responsabilidades para dejarlas en manos del otro y así, si el otro la embarra, poder juzgarlo con facilidad. Es un miedo al compromiso, es temor de asumir nuestro futuro: que lo haga otro, pero Yo, ni de fundas. Precisamente ése miedo hace que en épocas electorales los políticos se conviertan en mesías, en los próximos salvavidas de nuestro ahogamiento como patria mientras que los ciudadanos comunes y corrientes, como usted mismo y yo, dejen a un lado las tantas críticas, reniegos y quejidos hechas debido a nuestros gobernantes, para volver a creer en ellos y seguir escuchándolos, defenderlos y atenderlos. O en lo peor de los casos, volver a depositarles nuestro voto de confianza.
Es el mismo ciclo cada cuatro años, se pronuncian las mismas palabras tras diferentes tonos, diferentes rostros y con diferentes posturas políticas pero con las mismos resultados; palabras que terminan en la nada. Los ciudadanos electores, durante el periodo de pasividad electoral, se quejan en público o en una conversación con un conocido o en un transporte público masivo o en un trancón o en una sala de urgencias de cualquier hospital por el familiar que murió por no haber sido atendido o en un comedor mientras ven la transmisión de las noticias del medio día sobre el desfalco al heraldo de la nación. Es un constante reniego por las condiciones sociales, políticas y económicas del país y que, la mayoría de la veces, son responsables directos nuestros gobernantes y claro, indirectamente, nosotros por elegirlos.
Es un lamento a las necesidades insatisfechas, a los abusos de poder, a la falta de respuesta de la izquierda, de la derecha, del centro o de los independientes…en resumidas cuentas, a los políticos; quedándose, ésta insatisfacción en palabras. Se convierte en un acto de reproche secreto o de una reunión de amigos o de dos personas totalmente desconocidas pero que por destino de la vida están en la misma circunstancia de desprotección gubernamental y no en un acto público que tenga realmente consecuencias políticas para darles, por vez primera, usted mismo y yo, una lección a ellos; es decir, el acto de reproche y la nada, son lo mismo.
Por tanto, cuando vuelve otra vez la actividad electoral, resurgen pasiones políticas, sentimientos de adhesión a un partido político o la defensa del argumento de campaña que utiliza las mismas palabras como salud, educación, seguridad social, bienestar y prosperidad del político en turno. – Ésta vez ¡éste sí es!, nos decimos con una voz esperanzadora para terminar eligiendo, como siempre, a nuestra nueva esperanza. Hay que elegir, sea como sea, pero hay que elegir al menos malo, al que roba menos, al que miente menos; reapareciendo otra vez, el temor de comenzar asumir nuestra Colombia, de asumir responsabilidades para que otro termine asumiéndolas y tenga la potestad de hacer con nuestro futuro lo que bien le plazca.
Por eso, como primer paso, invito a usted mismo, para que juntos, comencemos a asumir nuestra responsabilidad con éste país mediante actos y acciones llevadas a cabo en la vida diaria. Actos que nos ayude a resolver la pregunta de cómo a través de lo cotidiano podemos mejorar las condiciones de nuestra sociedad. Para que así, no esperemos de un político, con sus promesas de campaña, la solución de las problemáticas sociales de nuestro entorno.