En el campo de batalla de la lucha electoral quedo herido de muerte el proceso de paz de la Habana, con los resultados electorales del 25 de Mayo, que dio como ganador en la primera vuelta para la presidencia, al candidato del Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga.
Nadie debe abrigar duda alguna que si los resultados se repiten en la segunda vuelta y, el próximo 7 de Agosto, tenemos como presidente a Oscar Iván, hasta ahí llego el proceso de paz que mas avances ha tenido en la historia del país con las FARC, sin aun haberse firmado nada y, que cualquier giro en términos de posición frente al proceso de paz, del candidato del Centro Democrático, funciona más como estrategia electoral que como un compromiso real con la paz de país.
Distintas explicaciones se han dado a los resultados de la primera vuelta y ya se abren análisis y especulaciones sobre los posibles escenarios de la segunda en materia de alianzas y desarrollos programáticos, nuevas estrategias publicitarias y focalización de trabajo político electoral. La campaña parece ser una confrontación entre paz y seguridad y, no resulta lo mismo hablar de paz con seguridad, que seguridad para la paz.
Seguramente los estrategas electorales de los dos candidatos afinaran sus mecanismos de captura de electores buscando votos en el 60% de abstencionismo, el 6% de voto en Blanco y el 4% de premeditados votos nulos y, sobre todo en los acumulados electorales de los candidatos derrotados, mediante adhesiones, coaliciones y alianzas, votos no todos endosables de manera mecánica.
Tal vez las mayores incertidumbres de fuerzas de adhesión están en los electorados del Polo Democrático – Unión Patriótica y La Alianza Verde, aunque, no es fácil, la adhesión directa del partido conservador en bloque al Uribe-Zuluaguismo del Centro Democrático, por la existencia al interior del partido de sectores que están comprometidos con el proceso que desarrolla Santos con las FARC.
Tal vez, el mayor esfuerzo para cambiar la correlación de fuerza hacia la paz le corresponde hacerlo a la izquierda democrática y a sectores y movimientos sociales de izquierda que van a tener que decidir entre desarrollar sus luchas en un escenario de creciente militarización o, en un escenario de disputada democratización.
Y, al menos en el Polo Democrático, Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos existe una marcada resistencia a acompañar proyectos burgueses, oligárquicos y neoliberales, mientras sectores más realistas y pragmáticos, de la Alianza Verde y del Progresismo estarían por votar en favor de la paz.
Me atrevo a afirmar que en política quien no entiende el momento, no suma, sino resta a sus posibilidades y que la enfermedad infantil del izquierdismo en la democracia lo constituye el purismo.
Abstencionismo, voto en blanco y la afirmación que todos son iguales y que el poder se construye en la calles y a través de la lucha popular, no representan ninguna alternativa seria al momento político actual que requiere de la defensa de procesos en marcha y del mayor oxigeno posible para la democracia de la calle. Posturas de esta naturaleza ignoran las lecciones de la historia y convocan nuevos, inútiles e innecesarios sacrificios.
La situación electoral es tan critica que lo que está de por medio no es el ascenso o la permanencia de una opción distinta en términos del modelo, sino, las rutas que ha de seguir la paz y la lucha democrática en los conflictos del país.
La paz, por ahora no es un factor determinante y eso obedece a dos carencias fundamentales que es necesario rectificar: la falta de UNA PEDAGOGÍA DE PAZ que llene de sentido los avances del proceso y comprometa a la ciudadanía en su defensa y, una FUERZA POLITICA DE PAZ construida desde una ALIANZA MULTIPARTIDARIA Y SOCIAL que se comprometa con sacar adelante el proceso y llevarlo a la firma de acuerdos políticos, a los mecanismos de refrendación, al periodo de transición y al postconflicto armado.
No es lo mismo con uno que con otro, ni antes que después; las decisiones políticas deben ser tomadas de manera oportuna y pertinente, porque los acontecimientos marchan y los resultados que se van obteniendo definen las rutas de futuro. Gane quien gane se emprenderán cambios institucionales y constitucionales, pero en direcciones distintas: si gana Santos y está acompañado por una FUERZA POLITICA DE PAZ y el proceso continua seguramente se vendrán cambios democráticos que deben favorecer la lucha política y popular y, las condiciones de existencia de los sectores de la población favorecidos por los acuerdos en materia agraria y rural, de participación política y de tratamiento concertado con las comunidades en materia de erradicación de cultivos de uso ilícito.
No es una revolución lo que se está negociando en La Habana, es un futuro de cambios institucionales, económicos y políticos democráticos, en los que seguramente se alcanzaran algunos cambios, sin dejar de existir las dinámicas del conflicto. Si gana Zuluaga, lo que se puede esperar es el recrudecimiento de la represión y la violencia, la seguridad y la vigilancia, la pérdida absoluta de la intimidad, el gobierno del GRAN HERMANO, la abierta criminalización y judaización de la protesta social. El retorno del Uribismo y, seguramente, del mismo URIBE al poder.
Considero que el GOBIERNO y las FARC, tienen que cerrarse en defensa del proceso y dejar de andarse mostrando los dientes para mantener sus imágenes ante un adversario que lo que esta haciendo es sacar partido de un proceso que se ha cargado de lo que en términos de LACLAU, podría llamarse Significante VACÍO.
Bueno es que se establezca desde la izquierda una clara diferenciación entre lo que es la SOCIEDAD CIVIL, como todas las formas organizadas de la población civil que se encuentran al margen del ejercicio de todas las formas del poder en condiciones de resistencia y oposición y la SOCIEDAD EN GENERAL, como sociedad real, que nunca sale a la calle, no reivindica nada y alienada por los medios y la politiquería decide en las urnas contra ella misma y contra el país.
Nunca antes en la historia del país se había llegado tan lejos y con tanto realismo en un proceso de conversaciones de paz, pero todo lo logrado es nada, si los que están sentados en la mesa de conversaciones no salen de manera mancomunada a defender los logros y a enfrentar las amenazas y, los sectores democráticos, los movimientos sociales y una izquierda renovada y objetiva se suma a una gran cruzada nacional electoral y política en defensa de la paz.
EL PROCESO DE PAZ DE LA HABANA ESTA HERIDO DE MUERTE Y LA MEJOR MEDICINA CON QUE PUEDE CONTAR ES CON UN AMPLIO RESPALDO POLÍTICO, SOCIAL Y POPULAR.
CARLOS MEDINA GALLEGO
DOCENTE – INVESTIGADOR
Universidad Nacional de COLOMBIA