Un cuarto de siglo ha pasado desde que Luis Carlos Galán Sarmiento fuera asesinado en el parque principal de Soacha. Un magnicidio que coincidió con una de las épocas más oscuras de la historia reciente del país. 25 años después empiezan a saberse las circunstancias de la alianza criminal que acabó con su vida y le abrió las puertas de la inmortalidad al caudillo liberal.
En la noche del 18 de agosto de 1989, mientras estaba en campaña presidencial, Luis Carlos Galán fue asesinado mientras se subía a una tarima en el municipio de Soacha. Un asesinato grabado en video que aún hoy estremece a quienes crecieron de cara a un país que estaba en guerra abierta contra el narcotráfico que hacía volar carros bomba sin ningún miramiento.
El esquema de seguridad de Galán fue deficiente,adrede, como lo han dicho varios testigos que conocieron de primera mano la manera en que se urdió el plan para asesinar al político liberal.
Su decisión de atacar al narcotráfico que se había enquistado en el poder político del país, o sus constantes señalamientos en contra de Pablo escobar Gaviria y su expulsión del Partido Liberal en aras de una renovación a esa colectividad política, han sido señalados como dos posibles motivos para que fuera asesinado en esa fría noche de Sabana.
Muchas han sido las hipótesis sobre la responsabilidad intelectual del hecho, ya que varios de los autores materiales han ido siendo asesinados a través de los años. Sin embargo, por ese magnicidio se encuentran respondiendo ante la justicia el exsenador Alberto Santofimio Botero y el exdirector del DAS, coronel (r) Miguel Maza Márquez.
Lo que se ha propuesto como hipótesis es que la seguridad de Galán había sido reducida en esa noche específica y que, con complicidad del DAS, un grupo de sicarios había sido infiltrado en el escenario en que Galán daría su discurso. Los disparos, el escudo humano hecho por uno de los guardaespaldas y el traslado del dirigente liberal herido a un automóvil, para ir a un centro asistencial son algo que está en el video conocido y reproducido cada 18 de agosto en los medios. Pero la alianza criminal que acabó con un proyecto político y un sueño personal y familiar aún no es clara y todavía no existen mecanismos sólidos para identificar y neutralizar ese tipo de alianzas.
Un ejemplo de ello es que diez años después de asesinado Galán, una asociación entre algunos sectores del ejército y el paramilitarismo, heredado de esas estructuras narcotraficantes que atacaba Galán, asesinaron al periodista Jaime Garzón. La manera en que el asesinato de Galán quitó ese cortapisas que llegó a tener el narcotráfico para enquistarse en la sociedad colombiana.
Han sido 25 años en los que el legado del caudillo liberal pareciera haberse extraviado y haber sido recuperado en los últimos años. Un legado que debería ser entendido y reasumido para que Colombia afronte un futuro sin guerra en el que las alianzas criminales entre agentes del Estado y fuerza delictivas sigan siendo el común denominador en ciertas regiones e instancias políticas.