“Veo a las Farc en el Congreso”

Para Jimmy Chamorro volver a la política era un tema que en su proyecto de vida ya estaba tachado. Pero gracias al acoso político de Sergio Díaz-Granados, como el número uno de la lista al Senado del Partido de La U describe de manera jocosa la persuasión del exministro, y la situación de La Habana, lo hicieron volver su mirada al que probablemente será el Congreso más importante en la vida republicana de Colombia.

Confidencial Colombia habló con Jimmy Chamorro Cruz sobre su vuelta a la búsqueda de un puesto en el Congreso, su historia con el partido del presidente Santos y los temas que va a defender en medio de “las figuras más importantes de la política nacional”.


Confidencial Colombia: ¿Después de 8 años lejos del Congreso, por qué volver a buscar entrar de nuevo en esta actividad política?


Jimmy Chamorro: La verdad yo estuve alejado 8 años y pretendía estarlo de manera permanente. Después de estar 12 años consecutivos en el Senado, creí que había cumplido un ciclo en mi vida. Aporté todo lo concerniente a temas de Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario, Derecho Penal Internacional. También iniciativas históricas en Colombia como el tema de la Corte Penal Internacional.

Lo que me llevó a volver, en primer lugar, fue la situación de La Habana. Sin duda alguna nunca hemos avanzado tanto como en este momento y nunca hemos tenido una expectativa de terminación del conflicto armado como hoy lo tenemos. En segundo lugar, me siento responsable de aportar una propuesta que de una manera u otra blinde el proceso que se está realizando en Cuba. Una iniciativa que armonice la justicia y la paz. Siempre la justicia es puesta en un lugar muy apartado de la paz. En el imaginario colombiano, quienes hablan de paz son enemigos de la justicia y amigos de la impunidad; quienes hablan de justicia son guerreristas enemigos de la paz. Nosotros tenemos una iniciativa para armonizar ambos puntos.

Y en tercer lugar, porque hemos visto que los temas de los Derechos Humano y el Derecho Internacional Humanitario, han estado ausentes y huérfanos durante estos 8 años y en este momento, en aras del proceso de paz, es necesaria una postura en ese sentido.


C.C.: ¿Por qué escogió el Partido de La U como su plataforma política en este nuevo ciclo en el Congreso?


J.C.: Fue un tema muy insistente por parte del presidente del partido, Sergio Díaz-Granados. En Colombia está tipificado el acoso sexual, el laboral pero no el político y eso fue lo que hizo Sergio. No en una, ni dos o tres, fueron muchísimas veces en las cuales Sergio no aceptaba un no. Yo le seguí confirmando que no quería volver, que estaba al tanto de la realidad política pero no me interesaba volver a esta, concretamente al Congreso, mucho menos a la política electoral.

Sin embargo fue un proceso a través del cual Sergio me argumentó unos elementos muy importantes, los cuales, con el paso de un tiempo muy corto, me llevaron a aceptar la invitación que me hacía el Partido de La U.

Las razones para inclinarme por esta colectividad, a pesar de que algunos de nosotros hemos sido críticos frente a las acciones terroristas que han cometido las Farc, es que llegó el momento de aportar, de abrir un camino. Hace 20 años si en el Congreso había tres voces opositoras o críticas frente a las acciones barbáricas de estos grupos al margen de la ley era mucho. Hoy en día todos hablan en ese sentido. En ese momento éramos muy pocos y eso me da cierto tipo de autoridad para plantearle hoy al país que hay que pasar la página, que hay que rodear el proceso de paz. El presidente Santos se la está jugando por un proceso de paz, por la terminación del conflicto armado en Colombia y eso fue lo que me llevó a irme por el Partido de La U, que es el partido del presidente Santos.


C.C.: ¿A qué se debe que dentro del partido se haya generado una crítica por poner su nombre como cabeza de lista?


J.C.: No. Digamos que en el momento que a mí se me ofreció ser cabeza de lista, yo no accedí. Cuando Sergio Díaz-Granados me ofreció ese lugar yo le repetí mi decisión, esto quiere decir que esta no fue una condición por la cual acepté. Ahora, hay posiciones, eso es indudable.

No cabe la menor duda que La U ha sido el primer partido en Colombia, desde el punto de vista electoral a nivel del Congreso, durante 8 años. Lo ha sido porque ha tenido un unanimismo a favor del presidente Uribe, cuando en ese momento el irse en contra del expresidente era una herejía política en Colombia. Yo lo enfrenté en varias oportunidades. Lo hice en mi último periodo en el Congreso en medio de casi todo un país entusiasmado con Uribe. Nosotros nos fuimos en contra de esa corriente. Luego, hace 8 años, ocurrió algo similar con la postulación a su reelección: continué en contra de esas ideas de manera independiente, pero no se puede negar que el Partido de La U fue apalancado por Uribe, por un personaje que tenía una aceptación de más del 80 por ciento.

Hoy en día ese fenómeno no existe en ningún partido, la realidad es diferente. El liderazgo del partido debe ser mucho más colectivo. Han tenido 8 años para solidificar liderazgos individuales que representen uno de carácter colectivo. Bienvenido sea el disenso y la opinión adentro de la colectividad, pero de 265 candidatos al Senado y a la Cámara que tenemos, solo hubo una voz contradictora, esto quiere decir que aproximadamente el 0.3 por ciento de los candidatos no estaban de acuerdo con que yo encabezara la lista, de manera que no estamos hablando de algo diferente a una voz opositora que representa la minoría de la minoría.


C.C.: ¿Se podrá consolidar de nuevo el partido como la primera fuerza política en Colombia?


J.C.: Creo que va ser una disputa electoral muy fuerte. Hay unos partidos muy sólidos: el Partido Liberal, el Centro Democrático y nosotros estamos ahí también. Las últimas tendencias han mostrado que La U ha venido en ascenso, pero no se puede negar que también hay una gran preocupación por la indiferencia que un sector importante del país tiene frente a estas elecciones al Congreso y a la Presidencia. El voto en blanco, por ejemplo, ha venido consolidándose en el orden del 30 por ciento. Las últimas encuestas además muestran un 23 por ciento indeciso, quiere decir que hay un 50 por ciento de los encuestados que no votarían por candidato alguno, si sumamos esas dos tendencias. Eso preocupa porque revela una falta de acercamiento por parte de los candidatos con el electorado y eso hay que trabajarlo. Aspiramos a seguir siendo el primer partido y creo que en este mes que tenemos de trabajo lo podemos lograr.


C.C.: Con un Congreso apuntado al trabajo posterior de un futuro acuerdo de paz en La Habana ¿Cómo es su propuesta para consolidar ese postconflicto que sentaría las bases de una verdadera paz en Colombia?


J.C.: Si hay algo más difícil que firmar la paz, son las normas postconflicto. Las cosas no pueden seguir igual. El país tiene que saber que si bien hay una tendencia de apoyar el proceso de paz, las encuestas demuestran que no quieren que la guerrilla esté en el Congreso y que la justicia obre de manera ejemplarizante contra quienes han cometido crímenes contra la humanidad. No podemos simplemente firmar un proceso de paz sin ceder y asumir cierto tipo de sacrificios, inclusive uno político que el Congreso debe tomar. El presidente Santos decía que él sentía a las Farc en el Congreso. No, yo no los siento, yo los veo. Este es un ‘sapo’ muy grande para uno tragarse, especialmente para mí, pero prefiero tenerlos echando lengua a echando bala en el campo. Con esto represento una minoría de colombianos que piensan que ese es el paso que se debe dar.

Más difícil que todo eso van a ser las normas del postconflicto. Recordemos el acuerdo con el M19: se firmó, hubo una asamblea constituyente y las cosas continuaron igual. En este caso no puede pasar lo mismo. Firmado una acuerdo con la guerrilla, se termina el conflicto, no podemos pensar que las Farc son las causantes del 100 por ciento de la violencia en Colombia. Las estadísticas de violencia que nos suministran los diferentes organismos, tanto de seguridad como de justicia, nos informa que 10, máximo el 20 por ciento de la violencia se le puede acreditar a ellos. De dónde viene el gran porcentaje restante.

Hemos encontrado diferentes índices de violencia a nivel urbano que no tienen que ver con el conflicto armado, pero si la terminación de este es lo que va a llevar al Congreso a elaborar normas de carácter social, bienvenido sea. Si estas no prosperan y el Congreso no es abierto a unas reformas profundas; desde el punto de vista de seguridad social, educación, presencia del Estado, entonces dentro de 5 o 10 años nos veremos avocados a otro conflicto armado. Igual o peor a este y con otro nombre y otros grupos al margen de la ley. De ocurrir esto, mantendríamos un ‘caldo de cultivo’ que de una u otra manera se está manifestando en las encuestas, la gente tiene un rechazo muy fuerte hacia este Congreso, hacia la política en general. Acá viene el dilema de si es indiferencia o indignación, es el debate que se está dando. Pero si en este momento se confirma la indignación, este Congreso debe ser uno constituyente y seguramente el más importante en los últimos 200 años, Si no lo es, ahí sí se crearía una ola de indignación muy fuerte en el país que puede traer unas consecuencias complejas para la democracia.


C.C.: Esta indignación de la que se habla ¿serviría como base para que por medio de grupos sociales la izquierda y la centro-izquierda salgan fortalecidas en las próximas elecciones?


J.C.: Lo que vemos es que la indignación es generalizada. La izquierda no levanta. También hay cierto tipo de rechazo en ese sentido para todas las candidaturas. Por ejemplo en el caso de la izquierda vemos que a veces van inclusive en descenso, como el caso de Clara López o el de Aída Avella, entonces ellos también tienen una profunda crisis electoral, política y de credibilidad.


C.C.: ¿Qué representa para este nuevo Congreso la presencia casi segura del expresidente Álvaro Uribe Vélez?


J.C.: Creo que van a estar grandes líderes. Sin duda alguna Álvaro Uribe Vélez va a llegar al Senado, junto con un grupo de personas que él está jalonando. Horacio Serpa también va a estar presente con un grupo importante de liberales. Antonio Navarro, el mismo Jorge Robledo, van a completar un escenario con las figuras más importantes de la política nacional en el Congreso. Eso es muy importante y motiva a personas como yo, porque vamos a irnos preparados para enfrentar los debates, con una responsabilidad mucho mayor ya que tendremos que defender el proceso de paz y la gestión del Gobierno. Quiénes van a estar oponiéndose: la extrema derecha de Álvaro Uribe Vélez, la extrema izquierda de Jorge Robledo, la izquierda menos extrema de Antonio Navarro. Todo esto es importante para una democracia puesto que el Congreso no necesita de un unanimismo, lo que necesita es de debates que se lleven a cabo allá adentro y así es como se deben resolver las cosas, creo que eso es lo que hace falta.


C.C.: ¿Vicepresidente Germán Vargas Lleras u Óscar Naranjo?


J.C.: Eso es algo que le pertenece únicamente al Presidente de la República. El Partido de La U no tiene una postura oficial. Hay personas adentro que han propuesto, de manera muy personal, a la ministra de Transporte, a Germán Vargas, al general Naranjo. No tengo ninguna preferencia. Tampoco descarto que el tiquete vicepresidencial sea para alguien diferente de los que se han nombrado. No descarto que Juan Manuel Santos nos sorprenda con eso.


C.C.: ¿Cómo cree que se ha venido desarrollando el proceso de paz en La Habana?


J.C.: Está siendo muy lento. Los colombianos desearíamos que fuera un poco más rápido. Hay palos en la rueda que estamos viendo que se están presentando como lo ocurrido en Pradera, Valle, entre otro tipo de acontecimientos lamentables y eso se refleja en algunas encuestas con la baja del apoyo de la gente.

Desearíamos que fuera más rápido, estamos en el tercer punto de la negociación. Nos espera un tema fundamental que es el tema de la justicia que va ser complementario con el político. Creería yo, que una vez pasado el tema de la justica, estamos en el punto de no retorno. Todavía no. Pero aprobado ese punto ni las Farc ni el Gobierno se podrán levantar de la mesa.