Con este POT se busca convencer a la ciudadanía y al Concejo de Bogotá de una necesidad abismal de construir viviendas: el DANE ha proyectado que deben realizarse 1.065.525 viviendas, con el argumento de que estamos en los tiempos en que los hogares colombianos están aumentando día a día y cada vez más personas se van a vivir solas. Según la última intervención de la alcaldesa Claudia López en el cabildo del 19 de octubre del año en curso, este POT contará con cuatro mecanismos distintos para cumplir con este objetivo, entre los cuales se destaca la renovación urbana, la cual se encuentra reglamentada en la ley[1] colombiana y admite dos tipos diferentes, sin embargo, este POT sólo propende por uno de estos: la renovación urbana por revitalización.
A nuestro juicio, hay varios problemas con la cifra que se usa para justificar esta necesidad porque presupone varios hechos que no tienen ningún tipo de fundamento o evidencia y además, deja de lado otras consideraciones:
Dos presuposiciones sin evidencia o fundamento:
La primera presuposición que hace la Administración es que cada nuevo hogar obligatoriamente requiere la construcción de una vivienda nueva, y que es una relación 1 a 1 y la segunda, es que Bogotá en este momento, no cuenta con las viviendas para suplir la necesidad proyectada por el DANE.
Consideraciones dejadas de lado al poner el enfoque en una cifra tan grande, de acuerdo con el concepto de la profesora Angélica Camargo:
- La proyección del DANE no considera los efectos del ciclo de vida de los hogares en el Stock de vivienda: los hogares también mueren y allí se liberan viviendas. El cálculo de la cantidad de viviendas que se habilitan a partir de los decesos de jefes de hogar se hace de acuerdo con el número de jefes de hogar de cada grupo de edad reportado en la encuesta multipropósito 2017 y la tasa de mortalidad para cada grupo de edad durante la vigencia del ejercicio. Con dicho mecanismo, se obtuvo que 134 mil viviendas ya estarán disponibles bajo este fenómeno.
- No se considera la dinámica de movilidad residencial (intraurbana, intrametropolitana) y sus efectos en el mercado y el stock de vivienda. Hubo hogares que se desplazaron o migraron: según datos del Censo 2018, 513.903 personas que actualmente habitan en otro municipio del país, vivían en Bogotá hace cinco años. Si solo la mitad de estos hogares liberaron vivienda serían cerca de 80 mil viviendas liberadas.
- No considera las dinámicas del stock existente (diversificación, transformación y subdivisión): por ejemplo si tomamos el tema de subdivisión, de acuerdo a unos análisis realizados del Censo y de Catastro, se identificaron 608 manzanas en las cuales no aumentó la cantidad de metros cuadrados en ese periodo (2005-2018). En estas mismas manzanas, hubo un aumento de 41.634 viviendas en el periodo intercensal que correspondería a nuevas unidades de vivienda mediante subdivisión.
- No cuestiona la relación 1 a 1 entre hogares y viviendas: La rapidez de los cambios en la sociedad contemporánea, la fluidez y desestandarización de la vida moderna, la diversidad en las estructuras familiares y los cambios en composición de la población, hacen necesario pensar en la diversificación de las estrategias de los arreglos residenciales (Coulter y otros, 2016). En el cálculo no se tiene cuenta fenómenos como las viviendas compartidas, espacios estudiantiles, viviendas para el cuidado de adultos mayores, etc. Si consideramos que compartir la vivienda con otros hogares no es una situación deficitaria de vivienda y además, si descontamos situaciones de hacinamiento, y mantenemos un promedio de hogares por vivienda cercano a 1.1, al aplicar este factor a la demanda identificada por el DANE, la oferta nueva necesaria se reduce en cerca de 90 mil unidades.
Teniendo en cuenta todos los argumentos expuestos, el análisis que permita llegar a conclusiones precisas en nuestra Bogotá debe hacerse de manera cualitativa, es decir, teniendo en cuenta todos los factores socioculturales y económicos que afectan el mercado de la vivienda y no quedarse sólo en un análisis cuantitativo del problema, que se queda corto ante la situación real de Bogotá.
[1] El estudio de la renovación urbana se abordó desde la Ley 9ª de 1989, los cambios incorporados en la Constitución Política de 1991, la Ley 388 de 1997, su reglamentación en el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá –Decreto Distrital 190 de 2004- y en el Plan de Desarrollo Bogotá Humana –Acuerdo 489 de 2012-.