A espaldas de un energético estratégico

No deja de causar curiosidad la relevancia mediática que alcanzan los temas nucleares asociados a conflictos bélicos, accidentes en operación de reactores nucleares y desastres naturales que han dejado a su paso un número importante de pérdidas humanas. Este impacto genera resistencia sin sustento en muchos sectores de la sociedad frente a las bondades de los usos de la tecnología nuclear y su estratégica importancia para la humanidad de cara a los retos que impone la transición energética.

Los conflictos bélicos asustan y parecieran asuntos del pasado como lo fueron Hiroshima y Nagasaki en Japón durante la Segunda Guerra Mundial, pero ese fantasma apareció recientemente con la invasión rusa a Ucrania y la toma y posterior recuperación de la central nuclear de Chernobyl por las fuerzas locales, sin pérdidas humanas asociadas a la radiación nuclear. De las asociadas al conflicto, aún sigue la cuenta. El dato clave aquí es este: el uso de tecnología nuclear con fines bélicos implica enriquecimiento del uranio en más del 90% que, comparado con su uso en fines comerciales, oscila entre el 3,5% – 5%.

Respecto a los accidentes por operación y/o imperfecciones de reactores nucleares, hay registro de dos casos significativos, Three Mile Island en Pensilvania US en 1979 (sin pérdidas humanas) y Chernobyl en 1986 con 47 muertos asociados al accidente y más de 350.000 evacuados, según el reporte oficial del Comité Científico de Naciones Unidas (UNSCEAR).

En cuanto a los desastres naturales el caso relevante ocurrió en Fukushima Japón en marzo de 2011, producto de un seísmo de 9.0 grados se generó un tsunami de más de 15 metros de altura afectando los reactores de respaldo que deberían bombear agua para enfriar el reactor principal.  Como consecuencia del accidente no hubo fatalidades por radioactividad, sin embargo, los registros indican más de 2.300 pérdidas humanas producto del fenómeno natural y la evacuación de más de 160.000 personas.

Sin desconocer el impacto que pueden generar los anteriores hechos, resulta erróneo estigmatizar los beneficios que ha traído para la humanidad la existencia de la tecnología nuclear, desde su descubrimiento en 1.896, en la medicina, la industria militar y los usos comerciales, en los que me quisiera concentrar.

Una revisión al indicador que compara las fatalidades ocurridas por tipo de generación de energía entre los años 1.969 y 2.000 publicado en 2010 por OCDE/NAE con datos de Paul Scherrer Institute, muestra que el método más seguro por terawatt (medida de generación de energía) al año, es la energía nuclear: 950 muertes en generación fósil, 10.288 en generación hídrica y solo 48 por generación nuclear (menos del 0,5%). Es justo reconocer que en las anteriores cifras y para el caso concreto de la generación a partir de fuentes fósiles los países de la OCDE sólo aportan el 25%; la mayoría de los casos se generan en países por fuera de esta organización.

Dentro de las bondades ofrecidas por la generación de energía nuclear, merece especial atención el poder calorífico que se genera en su proceso frente a las más convencionales, toda vez que allí radica el interés por su demanda. El poder calorífico es la cantidad de energía que se libera en el proceso de combustión por tipo de combustible y para el caso de la nuclear es de 3.900 GJ/kg, número que por sí solo no dice mucho pero que frente al poder calorífico generado por el hidrógeno es de 30 veces, 85 para el caso de los combustibles líquidos en promedio y de 205 para el caso del carbon. (Cálculos del autor con datos fuente de: NIST Chemistry WebBook OECD/IEA Electricity Information – various editions; and International Gas Union, Natural Gas Conversion Guide).

Acerca de impactos ambientales como la emisión de gases efecto invernadero, la energía nuclear muestra niveles tan bajos como los de la energía eólica (12 gr/CO2 eq KWh) frente a los 820 para el caso del carbón y 490 para el gas natural, según datos de United Nations (UN) Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC).

Podría detenerme en otros datos relevantes como la vida útil de cada planta nuclear, el tamaño de área necesaria para su instalación, la cantidad de agua usada en el proceso o el factor de planta (indicador de eficiencia), pero hasta acá creería que es evidente el rol de la fuente nuclear como un energético de transición estratégico, al cual el país le ha dado la espalda, quizá por el alto costo político de impulsar una verdadera reforma energética, sumado al valor de acceso a esta tecnología, por supuesto ninguno de los dos justificables.

De manera práctica, merece especial atención por parte del Ministerio de Minas y Energía la propuesta lanzada por el investigador de asuntos nucleares del servicio geológico colombiano MSc, Camilo Prieto, el pasado 20 de enero, de instalar reactores nucleares modulares en las ZNI (Zonas No Interconectadas) capaces de reemplazar la generación que allí se hace con fuentes fósiles, la cual suscribo y a la que agregaría la instalación de las unidades necesarias para generar energía nuclear para los municipios del caribe y el pacífico colombiano, como parte de la solución a la compleja problemática energética que hoy enfrentan esas regiones.

Mientras en Colombia las discusiones acerca de considerar la energía nuclear como un fuerte componente de la matriz energética no han comenzado, sumado a la inexistencia de una ley de energía nuclear como requisito vinculante de cara a acceder a este tipo de tecnología, que ayude en el cumplimiento de los compromisos ambientales adquiridos en el plano internacional, alrededor del mundo muchos países ya han incorporado la energía nuclear en su canasta energética.

Casos ilustrativos con datos del Banco Mundial para población y del IAEA Power Reactor Information System (PRIS), World Nuclear Association Reactor Database: la energía nuclear en la matriz energética de Francia aporta el 69% con una población de 68 millones de habitantes, en US ésta representa el 20% con 332 millones (muy relevante para su tamaño y la importancia de la generación por vía fósil), China 5% con 1.412 millones (pareciera baja pero recordemos que es quizá el país más poblado del mundo), Corea del Sur 28% con 26 millones. En el vecindario se destacan los avances de Argentina, México y Brasil con 7% 5% y 2% respectivamente y la lista sigue. ¿Colombia para cuándo?

 

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