Transmilenio necesita un salvavidas económico en Plan de Rescate Social

Es prioridad, facilitar los dineros para garantizar el transporte público de los ciudadanos más vulnerables, sin mezclar esa intención con la solicitud de recursos que hacen en el mismo proyecto entidades del Distrito que no han demostrado buena ejecución.

El transporte público de la ciudad es un servicio esencial para los bogotanos; sin duda Transmilenio resultó afectado por la pandemia y por el vandalismo, y de la misma forma, las personas que dependen de ese servicio zonal y troncal en las localidades que en un 86% son de estratos 1, 2 y 3.

Transmilenio ya tenía un déficit de dos billones de pesos para finales de 2020 y con las protestas que han tenido lugar este año, los daños a la infraestructura ascienden a más de $ 22.500 millones. Es necesario respaldar el proyecto de Rescate Social en el componente de transporte público, no así, en lo que tiene que ver con las entidades que no han demostrado buena ejecución a lo largo de esta Administración.

Lo peor que le puede pasar a Bogotá es no contar con transporte público o afectar más ese servicio. Si ocurre, acabamos también con la reactivación económica; si son necesarios los recursos que se han pedido en el marco del Plan de Rescate Social para salvar Transmilenio y la entidad requiere del apoyo Concejo; otra cosa es lo que ha planteado el Gobierno Nacional que tardará un poco más de tiempo, una intención que saludo, pero por ahora la prioridad es concertar para que los más de dos millones y medio de personas que se transportan todos los días en nuestros sistema de transporte masivo, tengan garantizado ese servicio en la ciudad.

El compromiso que debe tener la Administración con Transmilenio, apoyando su gestión pero sobretodo garantizando su protección cuando se presentan manifestaciones con protagonismo del vandalismo que termina acrecentando la crisis y afectando la movilidad de los bogotanos, debe ser mayor. Es una gran responsabilidad que no los hemos visto asumir y que ahora tienen en sus manos, deben pasar del discurso a la práctica.

Lucia Bastidas Ubaté
Concejal de Bogotá

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