Se acuerdan de hace 10 años, donde pedir un domicilio era algo emocionante, la familia se reunía, comenzaban a argumentar cuál sería la mejor opción, comida china, el pollo asado, una pizza, tal vez algo típico, los precios de la comida eran muy parecidos entre todos, entonces la decisión se tomaba por gusto y el mejor argumento.
Nada nos hacía más felices que escuchar el timbre de la puerta o el citófono del edificio, era un momento de euforia, la mamá llamaba para que cada uno fuera cogiendo puesto y herramientas de combate por la mejor presa en la mesa.
Nadie se preocupaba por la maleta del domiciliario, que casi siempre estaban impecables, el portero era muy cordial con el domiciliario y el domiciliario con él, no había desconfianza, el domiciliario llegaba hasta la puerta de la casa, por lo general el más pequeño de casa abría la puerta, le pagaba el domicilio, recibía la orden, todo era una experiencia maravillosa en la mayoría de las ocasiones.
Por el otro lado, el domiciliario para los restaurantes era un miembro más del equipo, con un contrato formal, con salud, pensión, arl, ganaba $1.000 adicional de rodamiento, tenía acceso a todo el restaurante, colaboraba con los demás compañeros, meseros, cocineros, cajeros, administradores era una labor de confianza, importante, con oportunidad de crecimientos en las empresas, muchos domiciliarios de hace unos años, hoy son gerentes o dueños de empresas, son sus propios jefes.
Hoy en día se habla de economías colaborativas, domiciliarios que son sus propios jefes, el autoempleo, trabajadores independientes, que no tienen derecho a salud, ni pensión, ni ARL, donde cada 6 minutos hay un accidente, el 66% de estos accidentes son en moto, cada hora muere una persona en accidentes de tránsito, podría ser un domiciliario.
El mundo cambió, los trasladamos de un empleo formal, a estar sentados en la calle, sin protección, sin ayuda, trabajando 16 horas, dependiendo de un algoritmo que decida asignarle órdenes, si quiere asegurar el pan de cada día debe reservar una racha, que es como cumplir horario para poder recibir órdenes, con maletas sucias, sin derecho a un baño, la gente los mira feo, les reciben los pedidos con desconfianza, las administraciones les prohibieron la entrada a los apartamentos y conjuntos, nadie volvió a enviar al más pequeño a recibir la orden, si la gente ve un grupo en la calle se siente inseguro, nada es culpa de ellos, no tienen jefes, no tienen beneficios y arriesgan su vida por $2500 y $3000 en cada orden.
Los domiciliarios son huérfanos de la protección del estado, dejaron que los manipulan por unas cuantas monedas y hoy ellos son los paganos, necesitamos devolverles la dignidad, que tengan un trabajo formal, que sean respetados por la sociedad, son héroes, en pandemia arriesgaron su vida, por llevarnos medicinas, mercado, alimento de los restaurantes y les pagamos dejándolos a merced de las aplicaciones, el estado debe protegerlos, garantizar los beneficios de ley y poner a las aplicaciones a cumplir con la reglamentación laboral.
Al estado hoy la economía colaborativa le cuestan en beneficios del Sisbén más de 1.8 billones de pesos, que los colombianos estamos asumiendo y las aplicaciones están dejando de pagar.