Según los datos del BBVA Big Data Consumption Tracker, que mide en tiempo real el consumo de los hogares colombianos, el crecimiento del gasto total de consumo en enero alcanzó una variación de 4,9% respecto al mismo mes de 2022, superior al 3,8% reportado en diciembre de 2022. Esta tendencia se logró gracias a que el gasto en servicios se incrementó un 12,1% anual. Sin embargo, el gasto en bienes continuó mostrando un débil desempeño y reportó una caída del 7,0% anual.
Mauricio Hernández, economista de BBVA Research para Colombia indicó que “el comportamiento del gasto fue creciente en la primera parte del mes para el sector de los servicios y, en la segunda, se moderó. En el caso de los bienes, todo el mes presentó una tendencia decreciente. En ese sentido, estos resultados, junto a los descritos previamente, se podrían interpretar como una continuación de la desaceleración que viene teniendo el consumo de los colombianos desde mediados del año pasado”.
Por otro lado, hay que destacar que el gasto online presentó una moderación importante desde un crecimiento anual del 8,7% en diciembre de 2022 al 4,2% en enero, una dinámica similar a la de los retiros en cajeros automáticos que tuvieron un descenso del 3,6% anual en enero de 2023. A su vez, las compras físicas crecieron un 3,8% anual, acelerándose ligeramente respecto al resultado de diciembre pasado.
Entre las principales ciudades del país, se observó una caída en el gasto especialmente en Cartagena y Pereira, donde el consumo se contrajo un 2,6% y 11,0%, respectivamente, en comparación con el mismo mes del año anterior. Sin embargo, en Bogotá el consumo se disparó un 6,0%, especialmente en vestuario, combustible y restaurantes.
Finalmente, se espera que el consumo de los colombianos durante el 2023 continúe moderando su crecimiento paulatinamente en función de las mayores tasas de interés del Banco de la República y la inflación. Algunos datos al inicio del año refuerzan esta idea, además del indicador de BBVA. Son ellos, unas ventas de carros reduciéndose, una confianza del consumidor más negativa, unas ventas decrecientes de vivienda y una negativa valoración de las ventas por parte de los comerciantes.