Por: Juan Camilo Castellanos M.
En los tiempos de hoy, hablar de industria y medio ambiente, o industria y ecología como un término más puntual, pareciera hablar de una dicotomía, de un antagonismo, muchos hemos pensado así, sin embargo, cuando revisamos la industria del reencauche en el mundo en general y en Colombia, en particular, es claro que no hay un antagonismo, más bien un sistema compensatorio que nos ayuda, como especie, a realizar unas acciones en beneficio de nuestra propia supervivencia.
Resulta que esta industria nos está mostrando que tenemos alternativas reales para utilizar menos recursos naturales, al tener como principio rector las 3 erres “3R” reducir, reutilizar y reciclar, entre otros conceptos que nos permiten mantener las puertas de la generación de empleo abiertas, al igual que la de ingresos económicos a las familias vía empleo digno y a las ciudades vía impuestos.
También podemos señalar que este proceso genera una reducción de costos de operativos para todos aquellos transportadores de carga y de pasajeros que reduce entre un 30% y hasta un 40% los costos de operación, lo que a su vez termina siendo mayor productividad, empleabilidad y generación de ingresos económicos a las ciudades como Bogotá y al país, por la ruta de la terna poco querida, la de impuestos, tasas y contribuciones.
Y es que los datos son abrumadores, según datos que nos proporciona Hernando Diez, presidente de la Asociación Colombiana de Reencauchadoras de Llantas y Afines (ANRE), en Colombia se reencauchan 50 mil llantas por mes, lo que en promedio daría 600.000 aproximadamente al año, solo 30% del total, es decir tenemos un déficit del 70% en el país.
Ahora bien, tenemos un parque automotor en carga y pasajeros en el país, aproximadamente de 537.000 vehículos, lo que da una cifra aproximada de 3.960,000 llantas “al piso”, de las cuales el 53% se estima están en Bogotá, es decir más de 1.700.000 llantas “al piso” en esta ciudad, debido a que es el epicentro de la transformación de materias primas y el más grande mercado del país.
En Bogotá, pude visitar una de las empresas de la industria, que a nivel nacional en varias de sus plantas logra reencauchar entre 13.500 a 14.000 mil llantas y de la ciudad unas 5.000 aproximadamente y con ello liberándole a la ciudad una enorme, pero insuficiente carga de contaminación.
Ahora bien, además de los datos industriales y operativos, tenemos los beneficiosos para nuestra supervivencia como especie y es que una llanta, que se construye con las especificaciones internacionales, está diseñada para poder ser reencauchada hasta 4 veces y mantener sus condiciones de alta calidad, siempre y cuando se realice su uso en condiciones normales.
Lo anterior y debido a que en Colombia en general y en Bogotá en particular tenemos por vías las trochas a las que nos tienen sometidos los gobiernos incompetentes, esas “condiciones normales” no serían tan normales, lo que daría máximo por unas 2 o 3 posibilidades de reutilización o reencauche antes que tener que reducirlas para reciclarlas, ahorrándonos 15 galones de petróleo por llanta, reduciendo 80% la utilización de agua y 72% de energía.
Así es que, mientras se dan los procesos de transición de la dependencia de los productos derivados del petróleo, procesos que siendo realistas, deben ser serios, escalonados, propios de una economía poco robusta, como la Colombiana, que ocupa el puesto 56 en el Rankin de 131 países en el proceso de la cuarta revolución industrial en el mundo “4RI”, esta es una industria a la que le debemos apostar como nación y como ciudad. Bogotá ha avanzado, por normas distritales las flotas de vehículos de transporte masivo de pasajeros de propiedad del distrito debe realizar reencauche a las llantas de dicha flota.
Sin embargo, podemos ir más allá con más vehículos del distrito, con normas más claras y exigentes para este propósito, incentivando el crecimiento de esta industria que genera empleo de calidad, directo e indirecto, que paga sus impuestos a la ciudad, la cual vía compensación tributaria por bonos de carbono debe incentivar su crecimiento.
La ciudad debe profundizar en estos campos reconociendo estas industrias como negocio verde, generando incentivos para que se avance hacia el parque automotor de automóviles y todo tipo de vehículos de carga y pasajeros, en fin, hay mucho por hacer para evitar que más llantas queden contaminando nuestros parques, quebradas, ríos y campos, como ciudad, debemos ir a la vanguardia, Bogotá puede.