La primera idea de negocios de Mauricio Toro, la emprendió a los 8 años de edad

La primera idea de negocio que llegó a la cabeza del representante a la cámara Mauricio Toro se dio cuando tenía tan solo 8 años de edad, y se le ocurrió elaborar alcancías en guadua para luego venderlas a los vecinos y amigos, lo que llegó a ser su mayor diversión.

Esta labor la ejercía mientras vivió en Armenia en la finca de su papá donde se cultivaba café y plátano, actividad que les permitió vivir con lo necesario sin llegar a excesos, hasta el momento en que se dio la separación de sus padres, Diego y Yury. En adelante Mauricio se fue a vivir a Cali con su mamá y Sebastián su hermano menor.

El negocio de las alcancías le enseñó a ganar sus propios recursos, los que ahorraba para ayudar a su mamá a conseguir el suficiente dinero para viajar en las vacaciones y también comprar regalos de navidad a sus amigos y familiares más cercanos, sin que faltara también darse uno que otro gusto comiendo golosinas.

La siguiente oportunidad de negocio para Mauricio Toro, durante su infancia, se presentó cuando finalizaba el año escolar, cuando en los colegios se acostumbraba a llamar a los alumnos durante una jornada para que lijaran los pupitres en los salones de clase. Junto a un compañero de estudio, se ofreció a hacerles esta labor a los demás estudiantes a cambio del pago de determinada suma.

Este emprendimiento le causó un llamado de atención del colegio, quien no consideró correcto que se lucrara o que se viera como una oportunidad de negocio un ejercicio que las directivas del plantel, consideraban como una enseñanza a los alumnos a cuidar de los pupitres en donde se sentaban para recibir sus clases durante todo el año escolar.

Al hablarle a su madre de lo injusto que le parecía el llamado de atención del colegio, ella le hizo ver que eran las normas y se debían respetar, y que si no se podían cambiar, era necesario irse a estudiar a otro lugar

Mauricio cree que fue en ese momento cuando su madre le implantó el chip de la política, porque fue ahí cuando comprendió que si no se está de acuerdo con algo porque parece injusto, entonces hay que trabajar para cambiarlo.

Llegar a Bogotá no significó mayor cambio en su mentalidad de emprendedor, a pesar de que aún era menor de edad. Su corta edad no le impidió pintar locales, valiéndose de lo que aprendió en un curso de albañil que hizo cuando era niño, al que ingresó por órdenes de su mamá para que le ayudara a pintar la casa, lo mismo la de su abuela.

Su primera oportunidad laboral de manera formal, se dio en una fábrica de muebles a la que quiso renunciar el primer día por lo duro y extenuante que era, sin embargo al dialogar con su mamá reflexionó y resistió porque entendió que cada peso cuesta conseguirlo.

Hizo las veces de papá con Sebastián, su hermano menor, a quien le lleva 8 años de diferencia. La relación con él, siempre ha sido buena

Mientras estudiaba Ciencia Política en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, su primera empresa, dedicada a la venta de accesorios de moda y bisutería, llegando a exportar a dos países, sin embargo al no querer ser “el Pilar Castaño de los accesorios”, se retira vendiéndolo a su socio.

Pensó entonces en que era necesario incentivar la cultura de la creatividad en las empresas, y es entonces cuando crea una consultora que asesoraba a entes privados y públicos en esta área.

Ejerciendo esta labor, se dio cuenta de lo mal que está el país en los temas de emprendimiento, lo que hizo que fuera bastante criticó a la entidad que desde el Gobierno apoya los emprendimientos (iNNpulsa), y en medio de una charla con los directivos de esta institución, es invitado a trabajar con en esta empresa pública, donde estuvo durante dos años, primero como vicepresidente y más adelante como presidente.

Prestando sus servicios profesionales en iNNpulsa , se da cuenta de que al interior del Estado, no había quien representara a los pequeños empresarios y que los logros en materia de políticas públicas para este sector, favorecían a los grandes emprendedores, pero nunca a los pequeños, es entonces cuando propone su nombre como candidato a la cámara de representantes.

Esto trajo grandes cambios para la vida de Mauricio Toro, uno de esos, el tener que cuidarse de cada actuación en público, perder mucho de su privacidad y verse cohibido de actividades que cualquier ser humano comúnmente hace, como tomar un café en una tienda o cafetería sin ser reconocido, caminar libremente sin escoltas que le cuiden día y noche, reunirse con sus amigos en una taberna, etc.

Por momentos se siente asfixiado cuando ocurren varios sucesos en un mismo día y no tiene la respuesta indicada cuando se presenta la oportunidad periodística porque está en otro asunto, sin embargo trata de buscar la respuesta necesaria pidiendo el tiempo necesario para documentarse y responder como debe ser. No en vano, ha sido bien calificado por el Panel de Opinión de Cifras y Conceptos en los últimos dos años.

Su perrita Felka le obligó a tomarse un tiempo de descanso, cosa que le agradece a la vida porque llegó a sentir que el trabajo y la inmediatez con la que hay que contestar a los medios de comunicación cuando algo extraordinario ocurre, lo estaba absorbiendo y convirtiendo en “trabajólico”.

Su condición de persona homosexual no le impide ser quien es, porque sabe muy bien quién es y tiene claro cuáles son sus metas como persona, por eso no le preocupa el qué dirán, porque es reconocido por su trabajo y por sus ideas, más que por su condición sexual, que en ningún momento niega pero que le tiene sin cuidado lo que otro opine al respecto, porque como bien lo dice el, “este es Mauricio Toro un emprendedor y congresista abiertamente gay, al que le guste bien y el que no que se abra”.

Por ahora sus planes inmediatos están en el Congreso de la República a donde aspira a la reelección como representante a la cámara por Bogotá por la Alianza Verde.

 

 

 

 

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