No es por el azúcar, idiota

Marcial Muñoz

Esta semana, por primera vez en mi vida, fui al mercado en Bogotá (en dos grandes cadenas de alimentación) y no encontré azúcar. En uno de esos dos supermercados, además, tampoco había lentejas, ni fríjoles ni garbanzos, ni tocineta y apenas había pan. Mejor dicho, parecía un solar. Ni en los comienzos de la pandemia con esos rumores sobre el papel higiénico había visto algo parecido.

Comentando este hecho, del todo extraordinario, con un amigo de un amigo, no tuvo mejor manera de intentar justificarlo que diciéndome “que no pasaba nada si no tomaba azúcar por unos días, que mejor para mi salud, que lo importante es evidenciar que el paro y los bloqueos son por el bien de la gente”.

Por educación y respeto con mi amigo, evité entrar en confrontación y no le dije lo que le tenía que haber dicho en ese momento: idiota.

Sí, idiota. Porque las cosas evidentes no deberían comentarse, ni mucho menos cuestionarse. Idiota, el problema no es endulzar el jugo de la mañana. El problema es lo que conlleva, el análisis de las causas y las consecuencias a futuro. Los idiotas son muy peligrosos y hay que confrontarlos como una obligación de buen ciudadano.

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Veamos idiota, si no hay azúcar, huevos o lentejas en los supermercados, es porque los productores llevan 45 días bloqueados. Sin poder sacar sus productos porque no hay transportistas o se pudren en las carreteras. ¿Saben por qué? Porque en este proceso el chantaje y la sinrazón se han usado como herramienta de negociación (presión) de una manera inmoral e irresponsable. Sin importar como afectaría a los más débiles. Porque estos productores en la mayoría de los casos son campesinos humildes o cooperativas.

Cálculo político

El Comité Nacional del Paro no quiere ni busca soluciones a nada concreto. Solo busca ganar tiempo para su estrategia política, y con ello intentar poner de rodillas al gobierno, y de paso, al estado. Eso es lo que quieren, lo que logran es acabar con las economías de los más vulnerables. Esto no daña al presidente Duque, que en el fondo todos sabemos que tiene su vida resuelta cuando deje la Casa de Nariño, esto arruinada a los agricultores, arruina a transportistas, a pequeñas tiendas, a los empresarios y, en el fondo, un poco a todos como democracia.

Y más consecuencias. Millones de toneladas de alimentos perdidas, billones de pesos que no volverán, y ruina, más aún de la que tienen esos campesinos. Menos oportunidades para cientos de miles de familias, más desigualdad entre el campo y la ciudad… y sí, idiota, finalmente también el hecho anecdótico de que durante unos días no pueda endulzarme el jugo. Eso es lo de menos.

Caso parecido sucede con la educación de nuestros hijos. El que debería ser el servicio público más sagrado. El principal valor para garantizar un futuro próspero a una generación, se tambalea como un castillo de naipes. Todo gracias a unos políticos débiles y a otros sindicatos más adoctrinadores e irresponsables que otra cosa.

Brecha digital cada vez más grande

Me parece muy bien que un directivo de Fecode quiera hacer carrera política. Que la haga. Que haga lo que quiera, es libre, pero no a costa del chantaje y del futuro de millones de niños. La educación en Colombia viene herida de muerte por la ineficaz virtualidad, por la brecha digital, por la falta de conectividad… y el paro impuesto por este ‘sindicato caviar’ es una sentencia para millones de familias. Después de un año y medio virtual, ahora que se podría recuperar las clases, organizan un paro. Es inmoral.

La estrategia del ‘cuanto peor, mejor’ no puede ser el camino. No todo vale en política. O sí, según quien lo haga. Y mientras Fecode juega con el futuro de una generación, hacen su cálculo político a un año vista de las elecciones. Es impresentable.

Si los que están detrás de este caos provocado buscan un cambio de modelo de Estado que lo digan abiertamente, que sean claros. Lo que no pueden es engañar al pueblo diciendo que el modelo totalitario que proponen bajo cuerda son solo unos ajustes a la actual democracia, llena de imperfecciones, pero que al menos garantiza ciertas libertades, sujeta a unas leyes y unas instituciones garantistas.

Movimientos trasnacionales

Idiota, finalmente quiero dirigirme a ti de nuevo. No quiero que te preocupes por mi salud. Si tomo azúcar o no es problema mío, y del ejercicio de mi libertad. Si tú estás adoctrinado por cierta propaganda sobre que debes o no comer en tu vida es tu problema. A mí déjame en paz. A mí no me juzgues moralmente.

Pero sí te digo, idiota, que tus ignorantes comentarios ofenden a millones de campesinos, transportistas o comerciantes que sí están jodidos por las decisiones de un Comité Nacional del Paro que sólo se representa a sí mismo, nunca a los verdaderos trabajadores.

Vivimos tiempos oscuros intelectualmente, tiempos en los que la gente inteligente se tiene que quedar callada para que los ignorantes no se ofendan por cualquier cosa. Generación de cristal. Es muy necesario dar la lucha por la libertad individual en la guerra cultural ya impuesta en un tablero trasnacional. Idiota, juro que el próximo día que te vea, te diré todo esto a la cara.

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Marcial Muñoz es periodista, consultor político y director de www.confidencialcolombia.com

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