El que mucho abarca poco aprieta

Pero, al término del encuentro en Bogotá, no hubo siquiera un asomo de avance. El canciller Álvaro Leyva leyó, en solitario, una declaración que repetía básicamente lo mismo que había sido mencionado cinco meses atrás en México. (El Nacional, Mayo 3, 2023)

Con una sonrisa que hacía recordar la mejor versión de Carlos Calero en sus bucólicos programas de las mañanas colombianas, Gustavo Petro salía de la Casa Blanca tras recibir entre otras buenas noticias, la luz verde de Joe Biden para la realización de la Cumbre por Venezuela en Bogotá, y así, revivir el proceso de negociación entre la oposición y el Gobierno de Nicolas Maduro que comenzó en México.

Lastimosamente para este gobierno y América Latina, no se pudo llegar a un acuerdo entre las 2 partes. Pero eso no es lo grave. Lo peor de esta conferencia internacional a la cual asistieron 10 países, mas las 2 partes en conflicto, fue la pésima imagen que mostró la Cancillería colombiana al no lograr siquiera un mínimo avance. Este fracaso rotundo (sumado a muchos otros) se refleja en la triste declaración de Álvaro Leyva al final de la dichosa conferencia.

Solo y repitiendo lo mismo que se dijo hace 5 meses en México, el canciller resaltó que las partes estaban de acuerdo en trabajar por unas elecciones libres y con garantías, lo que iría de la mano con el levantamiento de las sanciones económicas. Exactamente lo mismo que se nombró en el país azteca hace menos de un semestre.

Pero no es solo culpa de la Cancillería. Al Gobierno de Colombia le falto calculo para prever que Venezuela seguiría con su postura dura de luchar por el levantamiento de las sanciones económicas para comenzar a ceder en lo político. Lo que demuestra la incapacidad de los asesores… ¿presidenciales?, y no quiero ahondar en el ruido que hizo Juan Guaido al entrar a Colombia por trocha, y aparecerse de sorpresa en la conferencia, o la ausencia de una agenda para la conferencia, que fue la cereza en un pastel de errores y desaciertos.

Pero esta improvisación no es solo en el servicio exterior. Parece ser endémica en la administración de Gustavo Petro. Entre la continuación de las acciones militares por parte del ELN, el cese al fuego que solo el presidente Petro trinó y que resultó ser una farsa, la duda ante el reclutamiento infantil del ELN, por parte del jefe de la delegación de Paz de Otty Patiño, el paro armado que bloqueó zonas importantes de Antioquia, Córdoba y Chocó, y los rumores del descontento de las Fuerzas Armadas, naufraga la Paz Total.

La misma Paz Total, de la cual no se conoce un documento, parece más una suma de ideas, menciones en plaza pública, y una colección de declaraciones a medios de comunicación, que se funda en la idea que, devolviendo derechos económicos, sociales, y políticos a los campesinos y/o habitantes de las zonas en guerra, sumado al sometimiento a la justicia a los grupos armados o llegando a un acuerdo de paz, se terminará la guerra en Colombia.

Pero esa idea desconoce la motivación real (el académico, Paul Collier lo ha afirtmado en varias investigaciones) de los grupos criminales al continuar con el cultivo de la coca y la explotación minera ilegal, pues es una fuente muy importante de ingresos, que da poder y control en las zonas de influencia. Además, les permite entrar en contacto con grandes grupos criminales como los carteles mexicanos (¡les da capacidad de dialogo internacional!).

Lo anterior se refleja en la ausencia de una política de seguridad. Pues para tener procesos de paz efectivos se necesitan políticas de seguridad claras y efectivas, especialmente en una realidad como la colombiana, donde la criminalidad hace parte de los tuétanos estatales y de gobierno.

La improvisación de conferencias y políticas se agudiza con la búsqueda de cambios radicales y al mismo tiempo en todos los aspectos del país, o acciones desastrosas de funcionarios del gabinete: reforma política, reforma a la justica, reforma pensional, reforma a la salud, declaraciones en contra de otros presidentes (Bukele), reafirmando soberanías perdidas (Panamá), o MinMinas y su ya acostumbrada falta de conocimiento del sector.

Y no hablo del remezón ministerial a menos un año de gobierno, lo que suma una alta cuota de inestabilidad, a la improvisación y el desorden que parece lo único seguro en este gobierno. Ya sabemos de sus constantes cambios en la administración, desde los tiempos como alcalde de Bogotá.

Su visión de país es clara, y la comparto. Todos queremos una sociedad más justa, sin embargo, sus acciones dan a entender que no saben como hacerlo. Cambiar la realidad colombiana necesita mas que un cambio en las leyes y en la arquitectura institucional, es necesario tener táctica y estrategia política, y sobre todo un camino claro.

Siempre es mejor hacer pocas cosas, pero hacerlas bien. El que mucho abarca poco aprieta.

Juan Camilo Clavijo

 

 

 

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