La crucifixión de Duque, opinión de Óscar Sevillano

La opinión de Óscar Sevillano


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Óscar Sevillano

En la Semana Santa del año 2018 en una columna en el diario El Espectador, dije que Iván Duque para entonces candidato a la presidencia de la República, con su aspiración, iniciaba su camino al calvario. Hoy, cuando ocupa el cargo de primer mandatario, estoy totalmente seguro de que no solo llegó al calvario, sino que hoy se encuentra crucificado.

No es para menos. No contento con tener que soportar las enormes presiones del Centro Democrático por nombramientos en puestos claves, Duque debe soportar los constantes rumores de posibles intromisiones del expresidente Álvaro Uribe en los asuntos de Gobierno. Un audio revelado en días anteriores donde el exmandatario y senador da ‘instrucción a la directora de la Agencia Nacional de Tierras, Miriam Martínez’, sobre qué lo que debía hacer en el manejo de tierras en el Cauca, tema que tendría relación con los reclamos de indígenas en Caldas, dejan mucho que pensar sobre la manera en cómo procede Uribe en la presidencia de Iván Duque.

No creo que ningún político por fuerte y temperamental que sea, quiere estar en sus zapatos. El primer mandatario debe tener muchísimas ideas buenas para el país, pero es claro que no las puede sacar adelante. Ni siquiera se atreve a proponerlas de cara a la nación, porque sus manos y sus pies se encuentran clavadas en una especie de cruz de oro, construida por el Centro Democrático y su jefe político.

Bien lo dije en aquella ocasión, que a Duque le iba a costar mucho trabajo tomar decisiones, sin antes consultarlas y contar con la aprobación en primer lugar del expresidente y senador Uribe, y en segundo lugar por el pleno de la bancada de su partido político.

Iván Duque no posee las mismas características de Juan Manuel Santos, quien podía en cualquier momento zafarse de su antecesor y mentor Álvaro Uribe, por provenir de una familia político-empresarial  de tradición en el país, hecho que no sucede con Duque, y que  le pone en desventaja frente a muchos de quienes le acompañan en su Gobierno, que si tienen el mismo origen de Santos, como la senadora Paloma Valencia por ejemplo, y que conocen las intríngulis de la élite en Colombia, y las manejan mucho mejor que el mismo presidente de la República. Al depender políticamente de su círculo más cercano, al presidente le ponen un primer clavo.

El segundo clavo llega con la dependencia de unas personas que no solo manejan las relaciones con la élite colombiana a la que Iván no pertenece, sino además con las fuerzas militares y de policía, lo mismo que con los gremios económicos que el presidente aún desconoce.

Vemos que la decisión de dialogar con los indígenas en el Cauca, que permitió el levantamiento de los bloqueos en la vía Panamericana, generó molestias en el expresidente Uribe, quien no dudó en trinar en contra, con frases bastante polémicas.

¿Será este un indicador de lo que veremos en adelante en el país cada vez que a Uribe no le guste alguna decisión presidencial?; ¿defenderá Duque sus ideas aun por encima de lo que opine Uribe?;¿estos hechos generarán heridas en el Centro Democrático? Indudablemente aquí llega el tercer clavo.

Siendo así las cosas podemos ver que en Colombia tenemos a un primer mandatario que puede tener buenas ideas para el país, pero que se encuentra crucificado por su partido político y su mentor.

No sé si al igual que Cristo, Duque se encuentre crucificado en medio de bandidos, pero de lo que no me cabe la menor duda, es de que el presidente de Colombia está clavado de manos y pies en una cruz que lo tiene inmovilizado.

Twitter: @OscarFe06938419 

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