¿Y dónde están las autoridades electorales?

Una vez más Colombia se prepara para abordar un período electoral, que a mi modo de ver, por encontrarnos en medio de unos diálogos de paz, que de tener un final feliz, abrirá las puertas a un nuevo escenario político y gubernamental en nuestro país, debería ser el más custodiado por la Registraduría Nacional del Estado Civil y el Consejo Nacional Electoral, quienes en esta materia, son las autoridades encargadas de su vigilancia.

Sin embargo se puede ver que no es así. Ya se comienzan a escuchar denuncias de organismos no gubernamentales como la Misión de Observación Electoral y la Fundación Paz y Reconciliación, de Transhumancia Electoral por un lado y de redes de corrupción e ilegalidad apoyando candidatos por el otro. Es ahí donde uno se pregunta, ¿y donde están las autoridades electorales?.

Se supone que es a la Registraduría Nacional del Estado Civil y el Consejo Nacional Electoral, las entidades que deben investigar y detener este tipo de irregularidades para bien de la democracia, sin embargo, es claro que no es así. Ninguna de las dos está cumpliendo, porque son órganos totalmente politizados, puestos al servicio de los partidos políticos que avalan este tipo de candidaturas, lo que hace que no se aborde ninguna investigación con el suficiente rigor que para el caso se requiere, colocando a la vez toda su estructura a cuidar los intereses particulares de las redes clientelares de cada político que tiene gran influencia en ellos.

De nada sirve pedir a cada partido que no firme avales a personas que pueden ser fichas de mafias de ilegalidad y corrupción administrativa. Finalmente estos actúan bajo la lógica de ser mayorías, lo que hace que no presten atención a los llamados que se les hace, y poco les importe quedar como “los idiotas útiles del paseo”, porque saben muy bien que en el CNE y la Registraduría, han de encontrar un aliado.

Distinto sería si el CNE y la Registraduría fueran órganos independientes y ajenos a los intereses particulares de los partidos, pero desafortunadamente la composición del primero, en donde cada magistrado es cuota de un movimiento o grupo político y la contratación de muchos funcionarios en el segundo, recomendados por algún cacique, senador o representante, hace difícil que su trabajo, en primer lugar sea confiable y en segundo lugar se realice con total eficacia. Lo anterior ha hecho que estas instituciones, sean un verdadero elefante blanco.

Es por esto que se dice que los votos que no se ganan en las urnas, se obtienen en el reconteo en la Registraduría Nacional, donde basta con tener a algunas personas adentro de la institución, quienes se encargan de quitar votos de un lado y ponerlos en el otro.

Por lo anterior y por otras razones, lamento el que en la discusión de Reforma de Equilibrio de Poderes, no se tocaron ninguno de estos dos órganos, que se supone vigilan y controlan las elecciones, y que por los resultados que hasta el momento arroja su trabajo, se les puede calificar como inoperantes. Sin embargo, a nadie se le ocurrió, pero como soy bastante optimista, aspiro a que en un próximo debate de Reforma Política, alguien piense en el bien de la democracia y proponga un cambio en la composición y estructura tanto del CNE como de la misma Registraduría, y les sean arrebatados a la politiquería de cada partido en Colombia.