El piloto español Fernando Alonso disputó este domingo su última carrera en el Mundial de Fórmula 1, un posible ‘hasta pronto’ que le llevará a afrontar nuevos retos y emociones que ya ha estado probando durante estos años y después de haberse labrado una gran reputación en la parrilla, empañada por sus últimos cuatro años en McLaren.
El ovetense vivió un fin de semana de reconocimientos y homenajes, pero no en la pista, donde en el trazado de Yas Marina no pudo sumar nada positivo en su último servicio a un equipo donde rozó la gloria hace once años y del que se marcha tras no ser competitivo, todo lo contrario que en la Indy Car o el Mundial de Resistencia, donde ha recuperado la sonrisa y la competitividad.
De esta manera, Alonso abandona el Mundial con un balance de 32 victorias, 22 ‘pole positions’ y 97 podios en sus 17 años de competición, en los que sobresalen los títulos mundiales de 2005 y 2006 y un triple subcampeonato con Ferrari.
Sin embargo, tras estos magníficos números, se esconden también el sinsabor de despedirse del ‘gran circo’ sin haber sumado una victoria desde la temporada 2013, en el Gran Premio de España en Montmeló, y sin haber subido al podio desde el Gran Premio de Hungría de 2014. En total, 1.899 puntos acumulados, pero sólo 132 en las últimas cuatro campañas con McLaren.
El ovetense devolvió la emoción en España por la F-1 cuando aterrizó en 2001 al volante de un Minardi, con 19 años, ‘propiedad’ de Renault y señalado como una apuesta para el futuro. Fue duodécimo en Australia y cerró aquel año sin poder puntuar, pasando al siguiente a ser probador de la marca del rombo para ‘madurarle’.
La maniobra le salió bien a Flavio Briatore y el asturiano volvió a la parrilla en 2003, donde, en plena ‘era Michael Schumacher’, fue protagonista con su primera victoria, en Hungaroring, además de otros tres podios, entre ellos un segundo puesto en Montmeló. En 2004 siguió progresando y aunque no ganó, ya rozó el podio mundialista (cuarto), paso previo para imponer su dominio en las dos siguientes.
En 2005, Fernando Alonso entró en la historia del deporte español con el primero de sus dos títulos mundiales, siendo entonces el más joven en lograrlo con 24 años. Ni siquiera tuvo que esperar al final, coronándose en Brasil, dos carreras antes, y por delante de Kimi Raikkonen (McLaren-Mercedes).
Pero más emocionante fue al año siguiente, sobre todo porque su rival era el mismísimo ‘Kaiser’ Schumacher y su Ferrari. El español supo mantener los nervios de acero ante el alemán, siete veces campeón del mundo y que jugó todas sus bazas.
Las victorias del germano en Monza y China, más el abandono del asturiano en Italia, lo apretó todo a falta de dos carreras, pero la avería del ‘bólido rojo’ en Japón acabó con la resistencia de ‘Schumi’, aunque el ovetense tuvo que sentenciar en Brasil.
Amargo primer paso por McLaren y vuelta a Renault
Ese segundo título llegó con Alonso habiendo firmado su paso a McLaren a finales de 2005. En Woking, esperaba seguir aumentando su palmarés, pero vivió un año complicado que aunque le hizo pelear hasta el último Gran Premio por el título, le dejó tercero.
Ron Dennis, jefe del equipo, no gestionó bien su convivencia con el ya pujante y ‘rookie’ Lewis Hamilton, cuyo punto álgido fue en Hungría y el recordado incidente en la calificación con ambos pilotos bloqueándose. Al final, Ferrari se coronó en Interlagos con Raikkonen.
Toda la turbulencia provocó su regreso a Renault, donde no pudo pelear por el título, pero saboreó dos triunfos en 2008, consecutivos, en Singapur y Japón. El primero quedó marcado por la polémica después de que un año después, Nelsinho Piquet, denunciase que le obligaron a estrellarse aposta para provocar la salida del ‘safety car’ y favorecer a por entonces su compañero. La FIA expulsó por ello de por vida a Flavio Briatore.
Pero pese a estos dos años llenos de luces y sombras, Ferrari no había perdido de vista a Alonso y apostó claramente por él para intentar recuperar el título mundial. En Maranello pasó cinco temporadas donde volvió a ser claro candidato al título, pese a no tener el mejor coche, algo que le pertenecía a Red Bull.
El ovetense peleó hasta en tres ocasiones por su tercer entorchado (2010, 2012 y 2013), pero en todas ellas salió ganador Sebastian Vettel, con mención especial al de 2010 donde la mala estrategia de la escudería italian en Abu Dabi le facilitó la victoria al de Heppenheim.
A por la ‘Triple Corona’
Su último año con el ‘Cavallino Rampante’ ya no fue tan boyante y sólo pudo ser sexto en la general del Mundial, un adiós amargo que le llevó de vuelta a Woking en busca de revivir la exitosa alianza que iba a firmar con Honda para su motor.
Pero nada fructificó y la prestigiosa marca japonesa no logró dar con la tecla y el monoplaza no era competitivo y su mejora escasa, tampoco cuando este año el fabricante fue Renault. Cuatro quintos puestos fueron sus mejores resultados en los cuatro años donde nunca pudo estar delante, donde a él le gustaba, y tampoco peleando en las calificaciones de los sábados.
Su ‘aburrimiento’ y su carácter competitivo le hicieron mirar hacia otras disciplinas. La ‘Indy Car’ y el Mundial de Resistencia le quieren dar cobijo, aprovechando su prestigio y reputación, y, de momento, el ovetense ha funcionado cuando ha aparecido. En el WEC, va líder con el equipo Toyota y este año conquistó uno de sus sueños, las 24 Horas de Le Mans, por lo que ya sólo le queda ganar las 500 Millas de Indianápolis para culminar una ‘Triple Corona’ al alcance de muy pocos.