“Crecimiento del PIB esperado para 2024 se redujo de 0,9% a 0,6%”, dice Bancolombia

La Dirección de Investigaciones Económicas, Sectoriales y de Mercado del Grupo Bancolombia acaba de hacer la actualización de sus proyecciones económicas para 2024 y 2025 en Colombia. A continuación, resaltamos los elementos más importantes:

Crecimiento económico

El crecimiento del PIB esperado para 2024 se redujo de 0,9% a 0,6%, en buena medida como resultado del cambio en el efecto base que implicó la publicación de la cifra de cuentas nacionales del 4T23 con ajustes relevantes de los datos de los trimestres previos por parte del DANE. Más allá de esto, la dinámica subyacente prevista se mantiene relativamente similar: la actividad económica irá “de menos a más” durante el año.

Una relativa resiliencia de la demanda por servicios, bienes básicos y la amplia capacidad de gasto del Gobierno serán los motores desde los componentes del gasto agregado, mientras la progresiva reducción de las tasas de interés de política monetaria a nivel local e internacional irán permitiendo un contexto financiero menos restrictivo para la toma de decisiones de gasto. Estos elementos fundamentan la visión de cambio de tendencia hacia una senda de recuperación paulatina crecimiento económico, que se hará más evidente en la segunda mitad del año.

Sin embargo, las tasas de interés, aunque bajarán, se mantendrán elevadas frente a los niveles históricos, lo que, junto a una baja confianza de los agentes productivos, llevará a que la recuperación de la inversión privada sea apenas incipiente hacia final de año y que sectores como el manufacturero y la construcción se mantengan en terreno contractivo durante este año.

Ahora bien, de cara a 2025, la progresiva recuperación de la economía permitirá que se observen registros de crecimiento del PIB más cercanos, pero aún ligeramente inferiores, a la capacidad potencial del país. Así pues, la economía exhibiría un avance cercano al 2,4% durante el próximo año, en medio de un entorno macrofinanciero más constructivo y estable.

Inflación y tasas de interés

A pesar de que la desaceleración económica trae muchos retos subyacentes, una de las consecuencias positivas es que permitirá que continúe el proceso de normalización de la inflación. Esperamos que el incremento anual de precios pase del 9,3% en que cerró 2023 a 5,7% al final de este año (20 pb menos que lo antes proyectado), en un contexto de bajo incremento de los precios de bienes y alimentos, pero registros aún desafiantes en los segmentos de servicios y regulados.

El vigente fenómeno de El Niño, un potencial fenómeno de La Niña en el segundo semestre, la indexación a la inflación observada y debido al alto incremento definido para el salario mínimo de este año y los esperados incrementos en el precio del Diesel son los principales obstáculos a los que se enfrenta la inflación para lograr una convergencia más expedita a la meta. Entre tanto, la revaluación de la tasa de cambio en 2023 y la debilidad de la demanda interna son los motores que seguirán impulsando en proceso de desinflación.

De cara a 2025, esperamos que la inflación anual siga retrocediendo, pero que los ajustes en el precio del Diesel eviten que logre ingresar al rango de tolerancia del Emisor. Prevemos un cierre del próximo año con inflación de 4,3% (10 pb menos que lo ante esperado).

Entre tanto, respecto a las decisiones de tasas de interés, esperamos que continúe un cauteloso proceso de recortes de la tasa de interés, posible por los menores niveles de inflación recientes y el comportamiento de la expectativa, y que sería respuesta a la debilidad del crecimiento económico. Así pues, el Emisor aceleraría el ritmo de recortes a 50 pb desde marzo y consideramos que en el segundo semestre habrá espacio para recortes de hasta 75 pb. Con esto, la tasa de interés de política monetaria cerraría 2024 y 2025 en 8,75% y 6,00%, respectivamente.

Sector externo y tasa de cambio

Por otro lado, otra consecuencia positiva de la desaceleración económica es la reducción del déficit externo del país. Luego de que el déficit de cuenta corriente cerrara 2023 en 2,7% del PIB, esperamos que el desbalance se mantenga en un nivel promedio similar durante 2024, como resultado de que la demanda por bienes importados seguirá afectada por el bajo dinamismo del consumo privado y la producción manufacturera y de la construcción.

Entre tanto, la aceleración del crecimiento económico en 2025 llevaría a que el déficit de cuenta corriente se vuelva a incrementar (hasta 3,0% del PIB), por un fortalecimiento de la demanda por importaciones y por mejores resultados empresariales que detonen un incremento de la salida de rentas factoriales.

La tasa de cambio, más afectada por la evolución de las condiciones financieras globales, el apetito por los activos financieros colombianos y factores técnicos como el diferencial de tasas de interés y de inflación contra las otras grandes economías de la región, se verá presionada hacia la devaluación. Sin embargo, los bajos niveles del inicio del año permitirían un promedio de $4.017 durante 2024 y un más golpeado promedio de $4.215 en 2025.

Perspectivas fiscales

Por último, las finanzas públicas se posicionan como una de las principales fuentes de vulnerabilidad macroeconómica de mediano plazo. En línea con lo propuesto en el Marco Fiscal de Mediano Plazo del año pasado y la actualización del Plan Financiero para este año, es previsible que el déficit fiscal se incremente frente al resultado de 2023.

En esa línea, prevemos un déficit de 4,9% del PIB (10 pb más alto, en valor absoluto, que lo antes previsto) para este año, mientras solo mejoraría a 4,6% del PIB el próximo año. De materializarse, no se cumpliría la regla fiscal, a partir del concepto del Comité Autónomo de la Regla Fiscal.

No obstante, más allá del nivel objetivo de la regla, incluso logrando darle cumplimiento, es previsible que la deuda del Gobierno vuelva a crecer desde este año y durante los siguientes. Así pues, luego del recorte de la perspectiva de la calificación soberana que S&P anunció en enero, luce mayor la posibilidad de perder un escalón más en la calificación crediticia, antes que de recuperar el grado de inversión en el mediano plazo.

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