En audiencia pública realizada en la Comisión Quinta del Senado, los voceros del gobierno de Duque se quedaron solos con su idea absurda de preferir gas importado a gas nacional, proyecto que además exige una inversión de 800 millones de dólares, que pagaremos con mayores tarifas entre todos los consumidores, residenciales e industriales, para costear la regasificadora del Pacífico y el oleoducto que exige ese negocio y que les reportará fuertes utilidades a sus encopetados promotores.
La decisión de traer gas extranjero, que además nos costará más que el producido en el país, golpeará a Ecopetrol –el mayor productor en Colombia– y a las empresas privadas del sector. Y en el debate salió a relucir un acuerdo entre los gobiernos de Colombia y Estados Unidos que compromete al país a promover “facilidades de importación de gas natural licuado –que debe regasificarse– e infraestructura de oleoductos”.
De lo peor de ese día fue ver al gobierno dejando claro que le da igual importar el gas que producirlo en Colombia, teoría absurda que los neoliberales llevan tres décadas insuflándonos a los colombianos y que por supuesto no practican quienes mandan en los países capitalistas desarrollados que controlan al FMI y la OCDE. En mi intervención expliqué que el notable desarrollo de esos países se explica porque producen, producen y producen, en tanto que los capitalismos subdesarrollados, como el de Colombia, lo son porque importan, importan e importan lo que podemos producir y ni siquiera sueñan con sustituir importaciones.
A manera de ejemplos, desde la apertura, las importaciones agropecuarias pasaron de 500 mil a 14 millones de toneladas y siguen creciendo. En 2020 las compras de leche en polvo extranjera y derivados llegaron a 73.663 toneladas y en 2021 sumarán 300 mil las de arroz, otros productos condenados por los TLC a desaparecer en pocos años. Tuvimos razón quienes dijimos que el “libre” comercio ocultaba el ventajismo subsidiado de las trasnacionales, empacado en charlatanerías populistas que nunca resistieron ni el menor análisis.
La secta neoliberal también impuso como otra genialidad acabar con la producción de vacunas en Colombia –que se fabricaban de alta calidad y costos módicos–, haciendo de parlante a otro organismo controlado por las potencias pero disfrazado de internacional. Y ahí están el gran retroceso de la farmacéutica instalada en el país y el empleo perdido, Duque sometido a unas trasnacionales abusivas que cobran lo que se le da la gana por sus vacunas, no cumplen con las entregas y exigen contratos secretos, a pesar de saberse que toda corrupción empieza con pactos de silencio.
Cómo olvidar a doña Marta Lucía Ramírez llamando a los industriales de las confecciones a invertir en maquinaria e insumos para fabricar tapabocas. ¿Y qué pasó? Pues que perdieron plata y hasta se quebraron porque, a la par con la demagogia, el gobierno facilitó que las importaciones de tapabocas chinos aumentaran en cuatro mil por ciento entre el 2019 y septiembre de 2020 –de 8,7 a 363,4 millones de dólares–, inundación de trabajo y producción extranjera que pudo evitarse con los mayores aranceles que autorizan las normas de la OMC. En irritante contraste, Duque aprovechó su viaje a Beijing para presentar como gran cosa que es probable que nos compren unos aguacates.
Verdades como estas no impiden que los mismos con las mismas, ahora de duquistas, echen cuentos sobre el gran amor que les profesan a los empresarios, las empresas y la economía privada, a pesar de que nunca los han defendido y promovido en serio porque han gobernado en su contra, como lo prueba el profundo y detestable subdesarrollo del capitalismo colombiano. Y a la falacia de un respaldo que no pueden probar, le suman atacar a quienes exigimos que en Colombia se cree riqueza y empleo en grande dentro de la economía de mercado, a partir de no aplicar más unas recetas que provocan resultados contrarios a los que prometen y que tienen la terquedad de mantener porque benefician a las trasnacionales y a sus intermediarios.
¿O se atreven a decir en público que ellos sí han gobernado muy bien porque los TLC son maravillosos para los colombianos y que los culpables del desastre de atraso, subdesarrollo, desempleo, pobreza, hambre y desigualdad del país, al igual que la gran corrupción que estos incuban, son los empresarios y los trabajadores porque son perezosos y no les gusta trabajar o porque padecen de alguna minusvalía mental?