La complejidad y la peligrosidad de la situación colombiana se saben que son enormes pero hasta ahora se pueden visualizar en su verdadera dimensión. La mayor parte de las protestas tienen que ver con las consecuencias que siente cada ciudadano. Por ello es normal que las soluciones se busquen y se enfoquen en aminorar esas consecuencias y no en erradicar o atenuar las causas de la situación, que sería lo más inteligente. Pero la misma complejidad y la ignorancia generalizada sobre el Estado y la política hacen que el “pueblo” no tenga a mano estos análisis de las causas. El gobierno sí tiene esos análisis complejos, y las élites y la clase dirigente también, pero como mantener el statu quo es normalmente su objetivo, les resulta más útil y práctico solo aminorar las consecuencias. Es una visión miope y poco estratégica de su parte, una mala lectura de la situación, pensar que las cosas podrán seguir como siempre, atesorando más individualmente mientras que la colectividad en la que viven se estrangula con la pobreza y la falta de esperanza de salir de ella, e ignorando la peligrosidad que esto representa.
La búsqueda de las causas de esta pésima situación a la que hemos llegado lleva a encontrar indefectiblemente al menos estos 4 problemas claves, relacionados entre sí, que son detonantes de todos los muchos otros problemas. Aquí un resumen de ellos.
Pesos sin contrapesos
La constitución colombiana de 1991, al igual que en los países en que se pretende que la democracia florezca, estableció un sistema de pesos y contrapesos, que dicho en palabras simples, crea tensión y conflicto saludable entre poderes independientes (independientes es la palabra importante) para que se controlen entre sí en beneficio del bienestar y progreso de todos los colombianos. La independencia del poder legislativo ha estado alterada por relaciones corruptas con el poder ejecutivo que puede y establece prebendas en el manejo de los recursos públicos a los legisladores (la ahora llamada mermelada) con la cual condiciona completamente sus resultados (siempre se debe decir que hay virtuosas excepciones, pero escasas). Se suponía, por otra parte, que las instituciones de la rama judicial, altas cortes y Fiscalía, y los organismos de control, Procuraduría, Contraloría y Defensoría, tendrían una buena probabilidad de ser contrarias a la línea del poder ejecutivo dado que las fórmulas para su respectiva elección establecen que se realizan en períodos previos a los del gobierno al que deben controlar. Con la reelección inmediata en 2006 se perdió este equilibrio y se pudo experimentar lo conveniente que resulta para el gobernante poder controlar a todos los que debían controlar su gestión; conveniente para que florezca la corrupción dado que la impunidad está asegurada. Este pequeño resumen ilustra lo que se ha logrado en el país: que el alto gobierno pueda actuar como casi una mafia que controla todo en favor de sus intereses y en contra de la democracia, de la trasparencia y del beneficio colectivo de los colombianos. Este primer arreglo es el detonante de la corrupción porque la permite y cultiva, y por ello es la prioridad. Por ejemplo, propuestas de reforma a la justicia resultan inocuas porque la falta de trasparencia e ineficacia resulta beneficioso al entramado actual; primero hay que arreglar los contrapesos reales, y de allí se podrán construir todas las mejoras necesarias que son difíciles de proponer y más de implementar.
El peso del poder económico sobre el poder político.
No solo en nuestro país, sino como una endemia de las democracias mundiales, no hay una sana independencia de los poderes del Estado con el poder económico, que era parte de las bases fundamentales de la teoría económica (el liberalismo económico) que simulamos seguir. Como sabemos, el poder económico aporta legalmente a las campañas y con base en ello condiciona al poder legislativo (el congreso) o al poder ejecutivo (el gobierno) para que éstos hagan todo aquello que les resulte favorable. Este es el gen de la concentración de la riqueza y por ende de la desigualdad que ha derivado en una crisis en desarrollo con estallido social a bordo. Las exenciones tributarias (que se abordan en el problema clave siguiente), son fruto de esta relación corrupta pero legal. Para empeorar la situación, desde hace unas tres décadas, fruto del narcotráfico y de la misma corrupción con la contratación estatal, surgieron nuevos integrantes ilícitos del poder económico que también son capaces de condicionar en forma directa al poder ejecutivo, y que, por ejemplo, pone alcaldes que deben devolver el favor con más corrupción, formando un ciclo vicioso interminable, en el cual, como en todos estos mecanismos de corrupción legal e ilegal, solo unos muy poquitos se favorecen a costillas de la inmensa mayoría de población que vive pobre y sin esperanza de mejora.
La desigualdad que produce la economía colombiana y su no corrección por el sistema fiscal.
El índice de Gini que mide la desigualdad para Colombia es de alrededor del 0.56 (como se sabe, uno de los países más desiguales) antes y después de impuestos, es decir que ni la tributación ni las transferencias corrigen la desigualdad que genera la economía colombiana. La primera vía para mejorar la desigualdad es que el sistema fiscal tenga un efecto redistributivo, pero en nuestro caso los ingresos insuficientes y los gastos superfluos de los Gobiernos hacen que no tenga tal efecto. Entre los ingresos insuficientes se cuentan las exenciones y la corrupción en la forma de evasión y contrabando (que se incluyen en el siguiente punto). Las exenciones a las grandes empresas y a la riqueza representan del orden de 80 billones anuales, es decir 4 veces la reforma tributaria que aspiraba este Gobierno recaudar.
La segunda vía, para mejorar la desigualdad es que la economía no la genere. Para esto se requeriría que las utilidades del aparato productivo se distribuyeran en más personas, lo cual podría lograrse directamente con menores precios en los productos, o también la distribución de una parte de las utilidades a los trabajadores como se hace en otros países (el vecino Ecuador por ejemplo), o también unos mejores salarios para los trabajadores. Todas estas tendrían que suceder como fruto de una mejorada conciencia del empresariado sobre su trascendencia en la construcción de un mejor país. Por otra parte, las políticas que incentivan a la llamada economía solidaria (la asociatividad) y a la innovación que lleva a la creación de empresas que surgen de la nueva economía, son también caminos por los cuales se genera el efecto deseado de hacer que la economía nacional produzca menos desigualdad.
La corrupción generalizada
Se ha usado mucho la cifra que emitió la Contraloría en años pasados sobre que la corrupción era del orden de los 50 billones de pesos anuales. Mientras que la evasión supera los 42 billones y por efecto del contrabando no se recogen 4 billones (sin contar el daño a la producción nacional). Cifras estimadas, que seguramente en el caso de la corrupción es mucho más alta, pero que dan el orden de importancia de lo que nos cuesta la indebida apropiación de dineros de los colombianos por unos pocos particulares. Los 3 otros problemas claves están inmersos en procesos corruptos también. Mientras no haya una decidida lucha frontal contra la corrupción no podremos mejorar la situación de todos los colombianos. Es la causa directa de todos nuestros males.
Mas allá, explorando en la causa raíz de estos 4 problemas claves, se encuentra que, como el dinero concentra todos los valores de nuestra sociedad actual, fenómeno generado por el individualismo, hace que el afán por acumular riqueza se convierta en codicia, y que de la codicia a la corrupción hay una frontera muy frágil cuando la ausencia de los demás valores ha degradado la moral de los ciudadanos.
Si bien el individualismo ha demostrado ser necesario para el progreso de la humanidad dentro del capitalismo, que a su vez ha sido el único sistema que ha demostrado que genera progreso y bienestar para la humanidad, su exacerbación y pérdida de equilibrio con el sentido de colectividad bajo el cual prosperan la sociedades, es la real causa raíz de la corrupción, de la falta de empatía, y de la comprensión de que la prosperidad real de los individuos solo puede florecer dentro una prosperidad colectiva, con baja desigualdad aunque cada quien pueda determinar su destino y haya ricos y super ricos, y pobres, pero cuyo nivel de pobreza no llegue a deslegitimizar su condición humana, de vida razonable y digna. En nuestro caso, se requerirán varias generaciones aún para comprender y equilibrar de nuevo los valores de la sociedad que propicie bienestar real para todos sus ciudadanos.
*@refonsecaz – Ingeniero, Consultor en competitividad.