¿Cómo se da el proceso de rescate en los teatros de Bogotá?

La estrecha relación de Bogotá con los teatros inicia en 1913 cuando los hermanos Francesco y Vincenzo Di Doménico establecieron la primera sala de cine con el Salón Olympia. A partir de entonces, la ciudad comenzó a tener una expansión urbana en la que los teatros fueron los principales recintos para el ocio y la cultura.

Su punto máximo se acentuó en la década de los 70, pero cómo toda paradoja exitosa después de la cima vino el declive. La disminución de demanda en los teatros se dio de la mano con la construcción de centros comerciales en la segunda mitad de la década de los 70. La estocada más potente que recibió la escena se dio con la difusión masiva del Betamax a mediados de los 80, aunque el aparato llegó al país finalizando los 70.

Tras dicho hecho, los teatros fueron desapareciendo continuamente o transformando su función de proyección de películas y realización de obras. La mayoría terminó cerrando, unos se convirtieron en bodegas y otros siguieron proyectando obras, pero ahora en el marco de la ola de la pornografía durante los 80 y 90.

Para tener un comparativo, en Bogotá había más de 2.000 salas de teatro dedicadas a la dramaturgia y el cine en los 70. En 2020, las salas de cine en el país no superaban las 1.300 según datos de Statista.

Proceso del Teatro Cádiz

Uno de los cientos de teatros que hicieron parte del auge en los 60 con proyección de películas y obras de teatro fue el Teatro Cádiz. Después de los 80, el recinto entró en un estado de abandono y hasta 2003 inició su proceso de recuperación gracias a la administración del conjunto residencial Centro Urbano Antonio Nariño.

El renacimiento del Teatro Cádiz inicia cuando el gestor cultural Fabián Acosta se muda a dicho conjunto y se encuentra con las ruinas del recinto. El impacto que generó en él que un sitio cargado de tanta historia quedara en el olvido lo movilizó a liderar su recuperación.

“El primer momento fue lograr convencer a la comunidad para que permitiera la recuperación del espacio, porque de entrada no había ningún presupuesto para pagar la gestión. En ese 2003 que tratamos de iniciar y no fue posible. Pasaron casi tres años en los que hicimos talleres de teatro, usándolo así destruido como estaba y dándonos a conocer más con la comunidad para generar confianza”, señala Acosta.

Después del primer proceso, Acosta y un grupo de gestores comenzó a tocar puertas para que entidades del sector privado colaboraran con la restauración. En 2006 recuperaron el Teatro Cádiz del abandono en el que estaba.

“Cuando nosotros intentamos en el 2003 había una administración un poco corrupta que estaba robándose los recursos del mismo conjunto. Por intermedio de la junta directiva se llegó a una administradora nueva de nacionalidad alemana muy sensible al arte y con ella recibimos el apoyo que se necesitaba para arrancar”, explica Acosta añadiendo que, aunque la administración puso inicialmente recursos pequeños, los obreros del conjunto también ayudaron. “Ya cuando nos vieron a nosotros haciendo la labor, algunos vecinos cercanos se acercaron a ayudar, pero de una forma esporádica, no fue una cosa masiva”.

El esfuerzo entre 2006 y 2008 dio pie para conseguir fondos destinados a las sillas, las cerámicas del piso, el concreto y los baños. En 2018 se hizo una reinauguración del espacio y su mantenimiento lo asumió la administración del conjunto, ya que el teatro es legalmente un salón comunal. Además de dramaturgia, el Teatro Cádiz se sostiene con el alquiler para lanzamientos de productos, seminarios, grados de colegio y de academias de arte, conferencias y locación para grabaciones de televisión.

Panorama actual

Actualmente, Bogotá cuenta con 129 teatros formales de los cuales 118 son de carácter pequeño, 6 considerados grandes y 5 medianos. En muchos casos los recintos se valen de actividades que trascienden la dramaturgia.

Debido a la riqueza patrimonial y arquitectónica que muchas de estas edificaciones guardan, es necesario que constantemente se destinen fondos para su restauración.

Gracias a la Ley 1493 de 2011, las entradas vendidas en eventos de artes escénicas son gravadas con el 10 % cuando el valor supera los 127 mil pesos. Este dinero pasa a los parafiscales con los que el Ministerio de Cultura destina fondos en restauración de teatros.

¿Cómo se recuperan los teatros actualmente?

En el caso de los teatros mixtos o privados, tienen acceso a convocatorias mediante las cuales presentan sus proyectos ante el Comité Distrital de la Contribución Parafiscal. Según cifras de IDARTES, para 2021 se recaudó $2.902.481.005 pesos, mientras que para el 2022 el monto se redujo casi a la mitad con $1.512.901.400 pesos.

Entre los teatros que todavía faltan por ser intervenidos completamente son Teatro La Candelaria, Teatro La Castellana y Factoría L’Explose. El Auditorio León de Greiff y Teatro El Ensueño recientemente terminaron sus procesos, mientras que a media marcha están Casa Tercer Acto (90 %), Fanny Mickey (60 %) y Pilona 10 (60 %).

Los escenarios teatrales que no están en funcionamiento, pero en proceso de reconstrucción son el Teatro San Jorge de la Localidad Los Mártires, del que se espera que entre en funcionamiento en el último trimestre del año y sea entregado en junio del año entrante. En él se tendrá una capacidad para albergar 820 personas. Gracias a un convenio de IDARTES con la Ley de Espectáculos Públicos –LEP- se destinaron $1.041.541.843 pesos para su recuperación.

Por otro lado, está el Teatro El Parque de la localidad Santa Fe, que sería entregado en mayo y estaría disponible en el segundo semestre del año. A este recinto le cabrían 170 personas y el convenio de la LEP que recibió constó de $206.314.969 pesos.

El vacío con teatros mixtos

Así como la gran mayoría de teatros son pequeños, son menos en proporción los que están a cargo del distrito. Solamente 22 teatros son de carácter público, 104 son privados y los tres restantes se destacan por tener una figura mixta, que es ambigua dependiendo el caso del teatro en cuestión.

Es el caso del Teatro Barajas, ubicado en la localidad de Teusaquillo, que funciona bajo la modalidad mixta. Su funcionamiento se da porque la compañía alquila el teatro y en él montan temporadas con obras. Adicionalmente, subsisten con cursos de danza y teatro. Como entrada extra aplican a convocatorias del distrito en las que a veces quedan y a veces no.

Diferente es el caso del Centro Cultural Gabriel García Márquez, que se ubica en la localidad de La Candelaria. Aunque tienen el mismo carácter de mixto que el Teatro Barajas, poseen algunas dificultades para aplicar a las convocatorias de la LEP. Su historia comienza en 1983, cuando el lote en el que se ubica la sede fue entregado por el Concejo de Bogotá como comodato para su posesión por 90 años. Esto, con el fin de que sea una sede para circulación, creación, formación, investigación desarrollo y puesta en escena de la dramaturgia colombiana.

“Cuando nos metimos a la LEP, creíamos que éramos privados, de un momento a otro nos dijeron que éramos mixtos, pero eso opera a veces. Ante el Ministerio, en lugar de ser algo favorable ha sido algo negativo. No hemos podido apuntarle a la LEP porque nos dicen que la convocatoria para las salas mixtas ya va a salir. Siempre nos hemos quedado, participamos en las dos primeras y fuimos ganadores, pero de ahí en adelante no hemos podido seguir participando”, señala Sebastián Uribe Tobón, director del Centro Cultural Gabriel García Márquez.

Sebastián Uribe afirma que el sostenimiento del recinto y su plantilla en porcentaje es 60 % de plusvalía autogestionada y 40 % viene de entidades estatales por medio de salas concertadas. Aún están ante la incertidumbre de si van o no a abrir convocatorias de la LEP para salas mixtas y tener de esta manera un alivio extra.

Lo cierto es que la cultura teatral que tenía Bogotá en los 70 difícilmente recuperará tal nivel de relevancia. Hay varios vacíos como en la figura de teatros mixtos que perjudican su proceso de funcionamiento, pero la escena teatral capitalina -a pesar de los múltiples golpes recibidos en la última década con las plataformas digitales o el COVID-19- se niega a desaparecer. El proceso de rescate continúa tenuemente, pero seguro.

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*Foto: idartes.gov.co

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