Hace unos días recibí una imágenes de las figuras de AMOR ES… aquel álbum de “monas” coleccionables que estuvo muy de moda durante los años 70 en Colombia y en otros países del mundo. Las enviaba una querida amiga que decía textualmente “yo amé ese álbum, pero entendí que gracias a eso es que tenemos la cabeza un poco rayada…”
Estoy totalmente de acuerdo. Yo tenía alrededor de 10 años en la época de furor del álbum y hoy, 40 años más tarde, no recordaba ninguna frase y tampoco las imágenes detalladas. Pero vaya sorpresa la que me llevé… Luego de mirar algunas de las figuras quedé aterrada. Lo que yo recordaba como unas ilustraciones infantiles, tiernas y atractivas de una pareja de muñequitos empelotos acompañadas de frases cortas y pegajosas como almíbar no eran tal.
Descubrí que el álbum de AMOR ES… era la perfecta herramienta de propaganda machista y de discriminación femenina diseñada para modelar las mentes de las niñas y jovencitas que crecimos con la idea del matrimonio de foto porque ¡claro había que casarse, tener hijos, terminar una carrera pero eso sí con la casa y la familia perfecta!
Frases como “amor es… no dejarla salir con microminifalda”, “… ayudarla a veces con el quehacer”, “…estar callada mientras él ve las noticias…” etc nos enseñaban cual era nuestro lugar desde muy pequeñas. Las mujeres de mi generación crecimos normalizando muchas situaciones que apenas hoy nos damos cuenta que no lo son. El acoso sexual por parte de figuras de poder, la violencia física y sicológica y el miedo a ser diferente o a destacarse so pena de sufrir críticas producto de la envidia y la maledicencia eran el pan de cada día. Aprendimos a vivir con eso, conformamos familias, criamos hijos e hicimos nuestra vida, algunas con compañeros de vida cercanos y amorosos y otras no tanto.
Las mujeres de mi generación hoy tenemos hijas menores de 30 años a quienes nos esforzamos por entender. Yo personalmente admiro a las mías de 24 y 14 años. Me sorprenden con sus posiciones verticales y firmes sobre lo divino y lo humano, no se amedrentan, ni se quedan calladas. Lo único que espero es que sean felices, que contribuyan a construir una sociedad mejor, más incluyente, menos discriminadora e inequitativa. Que sean personas que contribuyan al bienestar de los demás. Pero sobre todo que reescriban el álbum de marras e incluyan frases como “AMOR ES… quererme a mí misma y no dejarme amedrentar”, “ tener la vida que me hace feliz a mí sin importar lo que los demás opinen” y “ si puedo y quiero, mejorarle la vida a quienes más lo necesiten”.