“Bullying: Es un anglicismo cuya utilización es cada vez más habitual en español. El concepto se refiere a toda forma de maltrato físico, verbal o psicológico que se produce entre escolares, de forma reiterada y a lo largo del tiempo.
Homofobia: Temor, rechazo o aversión hacia las personas homosexuales y/o que no se comportan de acuerdo con los roles estereotipados de género. Se expresa, con frecuencia, en actitudes estigmatizadoras o comportamiento discriminatorio hacia personas homosexuales, transexuales y hacia la diversidad sexual
El bullying homofóbico: Es un tipo específico de violencia, común en el contexto escolar, que se dirige hacia personas por su orientación sexual y/o identidad de género, percibida o real”.
Sergio David Urrego Reyes, de 16 años, estaba en bachillerato cuando, el 4 de agosto, decidió saltar a causa del acoso que vivió en el colegio por parte de sus educadores.
“Mi sexualidad es mi paraíso, no mi error”, es una de las frases que nos dejó Sergio Urrego, quién recibió la orden detrás de una remisión, de asistir a tratamiento psicológico por cuenta de sus expresiones afectivas. En realidad, solo eran besos, como los que se dan las parejas de novios heterosexuales.
Suponemos que hemos aprendido de nuestros errores al experimentar el horror de juzgar y humillar a quien es diferente luego de guerras y condenas internacionales. Las cifras nos indican que no es así, de cada 10 personas con una orientación e identidad de género distinta a la socialmente esperada, cinco han sido víctimas de acoso escolar. El bullying homofóbico sigue siendo una de las principales razones para que los, las y les adolescentes tengan miedo de aceptarse públicamente y expresar su interés en otra persona.
Jamel Myles, un niño de 9 años, explorando su identidad, pensó que era seguro contarles a sus compañeros de clase que era gay. El acoso lo llevó a tomar la lamentable decisión de quitarse la vida.
2 de cada 3 personas LGTBIQ+ recibe comentarios y uso de lenguaje homofóbico. Un día normal de escuela para las personas LGTBIQ+ viene acompañado de insultos, burlas, exclusión social, agresiones físicas y ciberbullying. La humillación como parte de las habilidades sociales y las relaciones interpersonales, los mismos chistes acerca de las expresiones o la forma de ser, los estereotipos cargados de doble sentido y abuso.
¿Qué podemos hacer?
- Educación inclusiva: Es fundamental incluir en los planes de estudio escolares programas de educación sexual y derechos reproductivos que aborden la diversidad y promuevan la humanización de las libertades.
- Protocolos claros: Las escuelas y colegios deben tener protocolos claros y efectivos para manejar y prevenir el bullying homofóbico y transfóbico.
- Promover la empatía: A través de actividades y proyectos, se debe fomentar la exploración de las realidades, necesidades y dificultades de los roles, identidades y expresiones de género.
- Espacios seguros: Crear espacios donde los, las y les estudiantes puedan expresarse libremente y buscar apoyo, en casa muchas veces también hay desconocimiento y miedo.
- Formación docente: Para ser educador o maestra se debe actualizar la formación socioemocional, convivencial y en derechos para reconocer, intervenir y prevenir situaciones de bullying homofóbico y transfóbico.
¿Acaso son menos humanos, sienten diferente o no merecen los mismos derechos?
Neuropsicóloga y pedagoga
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