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Desde muy pequeño le he pedido a mi Dios, me diera la oportunidad de hacer algo en la vida que me permita descubrir que el mundo no es lo que todos piensan, y que desde el oficio que escogiera, pudiese no solo aportar, sino además conocer la sociedad que nos rodea, más allá de lo que mis ojos alcancen a ver y lo que otros quisieran mostrar.

El periodismo me dio esa oportunidad, y no puedo negar que me he sentido bastante contento, aunque de manera reiterativa me ha llegado la decepción, no solo por la manera en cómo se ejerce la política en nuestro país, sino además por las prácticas mentirosas y traicioneras tan arraigadas en todos los niveles de nuestra sociedad.

Es precisamente esa decepción, la que me hace desconfiar de las cifras que da el Gobierno Nacional sobre la propagación del Covid 19, ¿Cómo creer en la efectividad de las pruebas, si sus resultados no se entregan de manera inmediata sino días después?; ¿Cómo no estar seguro de no haber contraído el virus en los días contados entre la prueba y la entrega de resultados; ¿es posible creer en los números que da el presidente Duque cuando no se están haciendo exámenes masivos?

Por más que la situación económica nos presione y nos pida salir a buscar el sustento diario para nuestros hijos, debemos tener claro que el virus está en las calles y avenidas a la espera nuestra para convertirnos en sus víctimas y luego de contagiados, no habrá ni presidente, ni alcalde o gobernador que nos ayude a recuperar la salud.

Debo confesar que fui uno de los más incrédulos frente a la pandemia, porque la vi muy lejana a Colombia y cuando se tomaron las primeras medidas, fui de los primeros en calificarla como exagerada y extremista. Sin embargo, hoy que le he medido el aceite al asunto, reconozco que fue bastante oportuna y necesaria y debo decir, que sería mejor si se extiende un poco más, porque al fin de cuentas, la emergencia que vive el mundo entero no da para calificar el bienestar de las personas de acuerdo a lo bien que estén sus ingresos, sino a que están gocen de una excelente salud y así puedan salvar sus vidas. El colmo si el presidente Iván Duque no lo entiende.

Duele mucho la indolencia con la que se ha tratado el contagio en las cárceles, Colombia no puede comportarse indiferente hacia este asunto, como si no le importara la vida de los presos. Si, puede que en el pasado hayan cometido delitos que los llevaron a estar tras las rejas, pero aun así no puede olvidarse de que son personas y que su salud, hoy está en sus manos y tampoco puede dejar la impresión en los colombianos, de que en el Covid 19, el Estado encontró la solución perfecta al hacinamiento en las prisiones. Sería inhumano que miles de hombres y mujeres que hoy están en las diferentes prisiones del país, mueran ante los ojos del Gobierno Nacional, sin que este haya hecho todos los esfuerzos por salvarlos, previniendo a tiempo el contagio masivo.

Tampoco está bien pretender sacar a la gente a trabajar en masa, sin antes escuchar a los mandatarios locales. No entiendo como para tomar una decisión de esas, no se está en conexión con las ciudades y municipios, parece ser que el presidente Duque está dispuesto a pasar todo su período de gobierno sin recapacitar, queriendo ganarse la simpatía de los colombianos manoteando y hablando en Do mayor ante las cámaras, no sé si con el ánimo de tapar la imagen de ser un primer mandatario insípido e insignificante, que hasta el momento no le podido encontrar un norte a su proyecto de Nación.

Si el jefe de Estado no la ha entendido, somos nosotros, los colombianos del común, quienes estamos en la obligación de hacérselo entender, al fin de cuentas es la salud nuestra la que está en juego y debemos ser conscientes de que luego del contagio, no hay Ave María que valga.

Desde aquí, a través de esta misiva, le pido a Iván Duque dejar la arrogancia y la altivez y que por favor escuche lo que los alcaldes y gobernadores tienen por decirle y hacer equipo con ellos y abandonar la idea de que solo se hace trabajo en grupo si se rodea al primer mandatario. Esa visión egoísta y mezquina se la debe dejar a un lado, porque de esa manera lo único que se va a conseguir es que más personas adquieran el virus, que las clínicas y hospitales colapsen y que el único negocio prospero en Colombia, sea el de las funerarias.

@sevillanoscar